LAILA Miré fijamente el billete que me ofrecían. Había pasado una semana desde que Nicholas Petronas saboteó deliberadamente mi cita con Rafael. Los pendientes de diamantes que me regaló para ganarse mi favor no hicieron más que aumentar mi ira hacia él: me había confundido con sus amantes al ganarse mi afecto haciéndome un regalo de lujo. A la mañana siguiente, me preparó el desayuno para que me ablandara con él. Pero el gesto no hizo más que recordarme que se me daba fatal cocinar. Luego, una vez me invitó a cenar a uno de los restaurantes de moda de la ciudad. Pasé la noche sintiéndome como una especie recién descubierta mientras la gente del restaurante no dejaba de mirar en nuestra dirección. Las mujeres del restaurante no dejaban de lanzarle miradas de deseo. Nicholas Petronas, po