¡Oh, mierda! Tenía que pensar en algo rápido, algo convincente. Los dedos de Alice tocaron una de las mantas extendidas sobre la roca, su labio inferior atrapado entre sus dientes ansiosamente mientras miraba a cualquier parte menos a él. Mateo sabría de inmediato si mentía y dijera que no estaba incómoda. Si ella lo hacia ahora, él sabría que algo más estaba pasando y entonces sería un salto corto para confesarle la estúpida orden de Tsu de llevarse sus libros. Suspirando, se aventuró a mirar hacia donde esperaba pacientemente una respuesta y arrugó un poco la nariz. - No es que me sienta incómoda, es solo ... bueno ... Este es un territorio un poco nuevo para mí. Quiero decir, realmente no he tenido la oportunidad de salir con nadie antes, sin mencionar acurrucarme con otra persona, e