Hiz sabía que era una muy mala idea que los Triángulos se reunieran en su casa. Lo confirmó cuando las dos mujeres quedaron pálidas. —Buenas tardes —saludaron los jóvenes. —Buenas tardes —respondieron las mujeres. La hermana de Dane salió del interior de la casa y corrió hasta abrazar a su mamá. —Siéntense, por favor —ofreció Hiz. En total eran diez muchachos (contando a Ben) y, cuando ocuparon los pocos muebles que había en la pequeña casa, quedaron cinco de pie. Hiz corrió a buscar algunas butacas del patio y así los demás muchachos pudieron sentarse, aunque la mayoría eran altos y quedaban con las piernas alzadas casi a la altura del pecho (se veían muy graciosos). Las mujeres quedaron de pie. Ben ofreció su sillón para alguna de ellas, sin embargo, ninguna quiso sentarse.