Intrucción
El planeta ha sido dividido desde sus comienzos, todas las personas se agrupan por la marca con la que han nacido en su cuello, ésta les daba una habilidad que compartían todos los de esa misma marca.
Así, poco a poco se crearon las razas, agrandándose a medida que el trabajo en equipo les hacía ganar terreno entre las otras. Comenzando a edificar imperios que se querían elevar por encima de las demás.
La civilización más poderosa eran los Plumas, que lograban mover la materia a su antojo, tanto así era su poder que podían dominar a las demás marcas, haciéndolos sus súbditos.
Pero los de riqueza eran los Diamantes, que, aparte de tener esta marca en su cuello, también residían en un terreno lleno de abundancia mineral. Además, su fuerza física los hacía ingobernables, los únicos que lograban compararse con los Pluma.
Los Trébol les seguían al ser capaces de envenenar a una persona si así lo querían y lograban contacto físico con su objetivo. Podrían ser los líderes del planeta, pero solían ser pacíficos y no les gustaba la atención. Ellos preferían ocultarse en grandes bosques, así que, se volvieron sabios con la naturaleza y vivieron en equilibrio con ella. Los Plumas los respetaban y poco a poco se volvieron sus consejeros, los que acompañaban a los grandes mandatarios de los Plumas y les ayudaban a tomar decisiones. También dominaban el arte de la medicina y los que encontraban la cura a enfermedades.
Después de estas tres marcas las demás eran muchas y poco interesantes, las que no sobresalían, pero tampoco las consideraban insignificantes. Como los Triángulos, que eran personas analíticas, capaces de crear lo que ellos consideraban “arte tecnológico” con lo que fuera materia. Eran débiles, tímidos, pero sabían ingeniárselas al servirles con toda benevolencia a los Plumas y Diamantes.
Así le seguían las demás marcas, las que no eran muchas personas, las que se cuidaban para que no fueran extintas.
Y… después de todas estas estaban los Infinitos. Los llamados “esclavos”, los que sólo servían para recibir mandos. Los pobres. Los sin habilidad. Los que vivían en aldeas y a los que las demás marcas no soportaban y pasaban por encima de ellos.
Cuando un bebé nacía y revisaban su marca en el cuello, entre los Infinitos había una ley que dejaba a la decisión de los padres el quitarle la vida, ya que no querían que aquella vida sufriera el infierno de ser un Infinito.
La madre de Hiz no tuvo corazón para asesinar a su hija y la dejó crecer. Algo que Hiz hasta tener la madurez suficiente para razonar no supo si fue una buena decisión.