Capítulo Tres Robbie despertó con un palpitante dolor de cabeza. Debió haberse dado un batacazo en la cabeza cuando se cayó. Se obligó a bajar la mirada y examinarse el dedo. La herida había dejado de sangrar, pero tenía sangre seca por toda la mano y el brazo. Se quedó sentado un momento, tratando de orientarse. Se había quedado sin fuerzas y todavía se sentía débil. Estando a solo unos pocos metros del baño, se arrastró por el pasillo y luego a través del vano de la puerta. Sentía el frío de los azulejos contra las piernas, lo que le proporcionó el incentivo necesario para esforzarse al máximo. Descansó las manos contra la superficie plana de la tapa del inodoro, utilizándola como punto de apoyo. Cuando por fin se puso de pie, se dio la vuelta para mirar su reflejo en el espej