CAPÍTULO OCHO

1803 Words
— ¡Listo! —Gritó Jordan interrumpiendo la conversación entre ellas, Cleopatra se levantó de un salto dirigiéndose a donde él estaba, lo había conseguido, armó la nota. “Será difícil de entender para una mente tan inferior como las suyas, así que iré directo al grano. Los felicito, descubrieron la macabra realidad, no hubo ningún accidente aquel día. Estuve presente en todo momento, nadie se dio cuenta, presencié el momento donde Leonardo comenzaba a desangrarse gracias a los vidrios que se le habían incrustado por todo el cuerpo, también estuve presente en su funeral, y sí, fue un reto no reírme en sus caras. Aunque no piensen que soy una persona insensible, porque tuve sentimientos en un momento, donde fueron rechazados por esa chica que llaman amiga, Cleopatra querida, si tan sólo te hubieras dado cuenta antes de lo que de lo que soy capaz por ti no me hubieras rechazado como lo hiciste. En fin, ya no hay soluciones ni remedios, vayan despidiéndose unos de los otros, pronto sabrán la siguiente noticia. Atentamente, L.R” La preocupación, miedo y angustia en el rostro de todos era demasiado evidente, llamaron a Eva y Hanna, eran las únicas que estaban fuera de esto, y les avisaron que vayan a donde estaban todos, que era urgente Cuando ellas llegaron, comenzaron a hablar de lo que tendrían que hacer y a dónde podrían ir, querían tener a sus familiares al margen de todo esto, pero no sabían si lo lograrían. — Primera idea, irnos lejos de aquí todos juntos, no importa si sea un departamento, una casa o una simple choza, lo importante es mantenernos unidos para llegar al fondo de todo esto. —Dice Aaron.— Mis padres tienen unos conocidos que pueden ser de mucha ayuda, tienen casas y departamentos alejados de lo que es la ciudad, además, tienen mucha seguridad. — ¿Podremos pagar algo así? —pregunta Eva, angustiada.— Entiendo que sea una de las mejores opciones, pero no es lo más seguro. — ¿Qué prefieren? —Cuestiona Jordan— Podemos ir a un lugar alejado y con alta seguridad o podríamos quedarnos en la ciudad, pero cerca de todo el mundo. No creo que sea tan psicópata como para matar a todos los que nos rodean, ¿O sí? — Nadie lo sabe. — Conozco un lugar, —habla Cleopatra captando la mirada de todos— mi hermana tiene sus contactos, conoce un departamento que no está nada mal, también tiene seguridad, pero está cerca de todas las armerías que hay en Vernazza. — ¿Para qué necesitamos una armería cerca? — Tiene para practicar tiro deportivo, podríamos prepararnos de otra forma que suene más amenazante. — Concuerdo con Cleo, no digo que le va a generar miedo a ese psicópata, pero sí que va a saber que no somos presa fácil. El primer día de convivencia no fue como lo habían pensado, sabían que sería hora de ponerse de acuerdo en ciertas cosas para no matarse entre ellos, tendrían que ajustar sus horarios y rutinas en base al grupo. El departamento no era tan espacioso e ideal para que cinco jóvenes vivieran allí, pero sólo quedaba acostumbrarse, con sólo dos pequeñas habitaciones con camas matrimoniales y un baño. Eva y Hanna ya habían marcado territorio con una de las habitaciones, quedaba la otra por sortear. Lo que había empezado en una simple piedra, papel o tijera terminó en Cleopatra peleando con Jordan y Aaron en el suelo de la sala, no importaba la fuerza que tenían los otros dos, ella siempre ganaba. Y eso pasó, ganó la habitación que quedaba mientras que a ellos les tocaba compartir el sofá. — ¿Por qué Aaron no duerme contigo? No entraremos ambos aquí. —Cuestiona Jordan observando el pequeño sofá, se acostó a lo largo y sus pies sobresalen, Aaron lo imitó apretándose contra él, definitivamente no entraban.— Cleo, lamento romper tus ilusiones, pero tendrás que dormir aquí. — No es justo, gané el juego, ustedes perdieron. —Dice ella renegando. — Pero tú misma estás observando que no entraremos nosotros aquí, somos demasiado altos y corpulentos para este sofá miniatura. —Costó, pero lograron convencerla. Era su segunda noche allí, todo parecía ir normal y según lo planeado. Habían intentando no soltar mucha información a la amiga de Cleopatra, no sólo porque no formaba parte de las personas amenazadas, sino por su forma de comportarse respecto al tema y quitándole la importancia que de verdad tiene. El grupo de amigos había decidido mirar una película para distraerse un poco de todo, aunque tuvieron la mala decisión de que sea una de terror. Apagaron las luces y se acomodaron todos por la sala, Cleopatra y Eva se estuvieron quejando durante todo el principio de la película, hasta que dejaron de hablar y comenzaron a prestar atención a lo que estaba pasando. La escena que venía comenzaba con la protagonista entrando en una habitación llena de muebles viejos y rotos, su vista se fijó en un cuadro específico del cual comenzaron a sobresalir dos manos por los costados. Aaron observó la reacción de Cleopatra sabiendo lo que estaba por venir, se acercó lentamente y se arrodilló al lado del sofá individual intentando que ella no lo viera, cuando el cuadro se acercó de forma rápida a la protagonista todos saltaron incluyendo a ella. Cuando todo volvió a tranquilizarse, Aaron le agarró su mano rápidamente tirando de ella haciendo que gritara muy fuerte. — ¡Eres un imbécil! —Le gritó con una mezcla de furia y pánico. Todos sus amigos se reían y pusieron pausa a la película. — ¡Tendrías que haber visto tu cara! —Le dice él, soltando una carcajada en frente de ella. Las risas cesaron de golpe al ver como desplazaban un sobre por debajo de su puerta, el silenció se apoderó del lugar, Jordan fue el primero en correr y abrir la puerta, pero sin suerte, nadie se encontraba allí. Cleopatra bufó, sentía que nunca podrían volver a estar en completa tranquilidad, aunque sea la mitad. Se sentaron todos alrededor de una mesa mientras debaten quién la leería. Cleopatra fue valiente, abrió el sobre con un cuchillo y de forma lenta sacó el contenido, eran cinco fotos con una nota en un papel arrugado. Cuatro fotos eran sobre ellos, una sobre Leonardo. Aaron fue el primero en revisarlas, había una foto de él en su coche aparcado frente a una tienda, en otra foto estaba Eva y Hanna saliendo de la casa de una de ellas, Jordan estaba entrenando en el gimnasio, algo de su rutina diaria, y la foto de Cleopatra era ella en la habitación del hotel en Roma junto a Emma, no obstante, la segunda mencionada estaba mirando de reojo. Todos se miraron, no había una palabra que explicara sus expresiones en ese momento. “Sabe quién tomó la foto, sabe que nos tomaron una foto.” —Pensó Cleopatra mirando atentamente su foto, no iba a decirlo, necesitaba más pruebas para saber si era verdad lo que estaba pensando. — ¿Quién… —cuestiona Cleopatra con el ceño fruncido y tratando de buscarle una explicación— ¡En el hotel! ¡En el maldito hotel! Debe ser alguien que, no sé, tenga muchos contactos o algo de eso. — Esto sí que da miedo. —Responde Hanna mirando una parte específica de su foto, toma la de todos y las analiza— No es una sola persona trabajando en contra de nosotros, deben de ser varias, miren las fotos con sus fechas y horarios. —Sus amigos le hacen caso y se fijan en eso. — j***r. — ¡El mismo día! — A la misma hora, eso es imposible. — ¿Qué tiene la otra foto? —pregunta Jordan observando la foto que estaba dada vuelta sobre la mesa, ninguno la tomó, ninguno sabía de qué trataba. — ¿Quién la mira? —Dice Eva mirando a sus amigos. Aaron suspiró y la tomó, no pudo sostenerla ni dos segundos que la lanzó al suelo y se levantó enfadado de la silla. Lo miraron confundidos, él tapó su boca con la mano mirando a la nada, parecía estar procesando lo que vió. Hanna, que estaba más cerca, fue la segunda en verla, su reacción fue la misma. — ¿Qué es? —Cuestiona Eva, sin intenciones de ver esa foto. Cleopatra se levanta de su asiento y agarra la foto del suelo. Al darle la vuelta su corazón se le paraliza, sus ojos se llenan de lágrimas y repite el gesto de Aaron de taparse la boca con su mano aguantando un sollozo. Era Leonardo, pero no el que ella recordaba, era su amigo tirado en una de las camillas de la morgue, con todo el rostro hinchado y su pecho cosido. En pocas palabras, era una foto de su autopsia. Cleopatra prendió el fuego de la cocina tirando la foto sobre esta, quemándola. — No sé por qué hace esto, no sé qué mierda piense, pero juro que apenas sepa quién sea esta persona la mataré con mis propias manos. —Dice ella en un hilo de voz, con un tono quebrado y herido— Leonardo no merece nada de esto, ¡Ninguno de nosotros merece nada de esto! Con la furia subiendo por su cuerpo tomó la nota y la leyó. “No intenten escapar ni esconderse, ustedes pensarán que eso les servirá de algo, pero la triste realidad no es esa. Tengo personas por todo el país dispuestas a darme una mano, me gusta aterrorizarlos y hacerlos sufrir, sino ya los hubiera matado. Sé cada movimiento que hacen, a dónde van, con quiénes van, sobre su familia, sé hasta la mínima cosa de ustedes. Por ejemplo, Cleopatra, mi bella Cleopatra, sé perfectamente que tienes un lunar en la planta de tu pie derecho con forma de medialuna. Sabes de lo que hablo, y de verdad me gusta escribirles cualquier cosita, pero en este momento no me sobra el tiempo. Goodbye, L.R.” — ¿Cómo es que sabe todo eso? — No lo sé, y tampoco me gustaría averiguarlo. —Dice ella mirando a Aaron de reojo, pensaba que él era el único que sabía sobre ese lunar, pero le faltaba contar con una persona. Ahora, más que nunca, planeaban comprar un arma de emergencia y aprender a usarla, no importaba si eso los metía en problemas, mientras completen su venganza. — Mañana iré con Don Pedro. —Le informa a Aaron mientras acariciaba su cabello.— Es el dueño de la armería que está a dos casas de este departamento. — ¿Comprarás una? — No estoy segura, iré a informarme más que nada. No quiero comprar un arma sin saber nada al respecto.
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