CAPÍTULO DOCE

1583 Words
Dos semanas pasaron, días llenos de terror y pánico, el psicópata había dejado tres notas nuevas, aunque ninguna tan fuerte como las anteriores. Todos se encontraban en estado de shock sin saber qué hacer, no contaban con la ayuda de nadie más. Las prácticas de tiro libre se habían vuelto una rutina para Cleopatra y sus amigos, los cuales se habían incorporado, ya sentían que era necesario. Cinco y media pm, todos caminaban hacia la armería. Ahí ya los esperaba Don Pedro con todos los materiales necesarios para las prácticas. Entre todos se llevaban bien, exceptuando dos personas, Matteo y Aaron. Cleopatra los mira bufando, ya harta de sus comportamientos tan infantiles, ambos no le hacen caso, uno frente a otro esperando que alguno lance el primer golpe. — ¡Basta ya! —gritó Cleopatra, interponiéndose entre ellos—. ¿Qué les pasa? ¿No ven que estamos en una situación crítica? ¿No ven que tenemos que estar unidos y alertas? ¿No ven que el enemigo no es ninguno de nosotros, sino el que nos está amenazando? — ¡Tenemos que practicar! Ya dejen de pelear y de comportarse como unos niños. —Les dice Jordan, ninguno lo mira. Ambos se mantienen a la defensiva, cara a cara. — ¿Qué se supone que pasa aquí? —pregunta Pedro, entrando a paso rápido y mirando a los dos jóvenes. — Aaron no soporta ver como Matteo intenta ligar conmigo, pero ambos se comportan como unos malditos niños de instituto. — ¡Matteo! —Grita Pedro llamando su atención, este lo mira confundido— ¿Qué pasa contigo? ¡Casi veinticinco años tienes y estás peleando con un chico de veinte! — Él es quien empezó todo. — Además le echas la culpa a los demás, ¡basta y madura de una vez!, eres profesor y tienes que dar clases, no importa cómo te caigan tú alumnos. — Tienes razón, lo lamento. — Discúlpate con el chico, ¡Y a trabajar! —Aplaude dos veces captando la atención de todos, luego don Pedro se va dejando a Matteo con la palabra en la boca, él observa de pies a cabeza a Aaron y rueda los ojos mientras se le acerca. Jordan carraspeó, aliviando el ambiente y llamando la atención de todos. Con las protecciones ya puestas, al igual que los tapones y gafas, empezaron a practicar. La que mejor lo llevaba era, obviamente, Cleopatra, tenía más tiempo practicando. — ¿Quieres probar con algún arma más grande? —Preguntó Matteo mirándola, ella lo piensa unos segundos pensando en otra cosa, pero luego asiente. — En este lugar tenemos un fusil semiautomático que es un tipo de arma de fuego que utiliza la energía de los gases del disparo para expulsar el casquillo vacío, este bebé permite disparar de una bala a la vez, pero tiene el espacio suficiente para unos veinte o veinticinco cartuchos. —Lo busca y se lo muestra— ¿Probamos? — No estoy muy convencida, pero probemos. —Se lo pasa y sí, ese rifle sí que pesaba como no tienen idea. La ayuda con la posición, poniendo los pies bien abiertos hasta el ancho de sus hombros, su mano izquierda sosteniendo el guardamano con el codo apuntando hacia abajo mientras que su mano derecha sostenía el mango con el codo apuntando un poco hacia afuera. Sus amigos dejaron de practicar para observar como lo hacía ella. — ¿Lista? Tienes que relajar un poco los hombros, estás muy tensa. —Ella estaba muy tensa, pero él está muy cerca— Primero, asegúrate de que el arma esté descargada y tenga el seguro puesto. —Cleopatra lo comprueba y asiente— Ahora inserta ese cargador lleno en la parte inferior del cajón de mecanismos hasta que escuches el clic. Tira de la manija de carga hacia atrás y suéltala para introducir el cartucho en la recamara. —Ella sigue cada cosa que le dice, una vez que tienen todo el arma preparada, Matteo asiente— Apunta al blanco con la mira trasera y la delantera que son estas —las señala—, quita el seguro y ¡Dispara! Cuando el arma se dispara, choca con el hombro de Cleopatra haciendo que diera unos pasos hacia atrás. Eso hizo que ella chocara con el pecho de Matteo. Él la sostiene y su vista se dirige hacia los muñecos que estaban enfrente suyo para ver si había disparado bien o falló, podría haber estado mejor, pero no estaba nada mal para ser su primera vez con esa clase de arma. — ¿Estás bien? —Le pregunta, un poco preocupado por el golpe del arma. — Sí, estoy bien. Se necesita bastante fuerza y soporte para poder manejar un arma así. —Cuando dice esto él se ríe un poco. No pasan ni dos segundos cuando Cleopatra se da cuenta de que le está doliendo el hombro por el impacto del arma. — ¿Te duele? — Creo que sí, me duele un poco. — De seguro fue por el golpe, ¿Quieres que lo revise? —pregunta, Aaron los estaba mirando muy atentos al igual que los demás. — Bueno. —Le responde ella quitando los sucios pensamientos que habían volado a su cabeza. Volvieron al sitio de protección acompañados de Aaron, claramente no los dejaría a solas viendo cómo era la actitud de Matteo con Cleopatra. Ella comenzó a dejar sus cosas sobre la mesa, como el arma y las gafas de protección. Luego, cuando terminó de debatirse con ella misma sobre lo que haría, decidió mover un poco la camiseta que tenía puesta en lugar de quitársela. — Apúrate. —Le dice Aaron a Matteo cuando comenzó a revisar el hombro de ella.— Estás muy cerca innecesariamente, puedes revisar desde allí, no creo que estés ciego o tengas miopía. — ¡Aaron! —Le reprocha ella y él levanta sus manos en forma de rendición. — ¡Está bien! Sólo decía. — Por suerte no fue nada grave, tal vez te salga un moretón por aquí —repasa la zona con la yema de su dedo—, pero nada peor que eso. Un bullicio resonó desde la zona de tiro, todos se miraron confundidos y salieron rápidamente de allí. Jordan sostenía un pedazo de papel blanco y que parecía haber sido arrancado de algún lado. Sus amigos los vieron con una expresión preocupada en sus rostros, Cleopatra y Aaron tomaron la nota y la leyeron. "Cuanto menos gente se meta en este lío, menos gente morirá, a no ser que disfrutes viendo cómo sufren los inocentes, Cleopatra. Ese chico rubio con el que te revuelcas me cae fatal, mejor dicho, me repugna cualquier chico que se te acerque lo más mínimo. ¿Qué dices tú? ¿Merece la pena arriesgar su vida o prefieres dejarlo y seguir con la tuya? Ya estoy harto del peli-n***o, se nota que te encanta que todos te adulen. Atentamente, L.R" P.D. No te confíes, Cleopatra. Te estoy vigilando. Sé dónde vives, dónde estudias, dónde sales. Sé todo lo que haces, y con quién lo haces. Sé lo que piensas, y lo que sientes. Sé lo que quieres, y lo que temes. Sé lo que eres, y lo que serás. Y pronto, muy pronto, lo sabrás tú también. — ¡Me dijo puta! —Reclama Cleopatra releyendo la nota. — ¿Qué tiene en contra mío? Yo no me estoy revolcando con ella. —preguntó Matteo con los ojos muy abiertos señalando a Cleopatra, ella rodó los ojos, el grupo de amigos se había olvidado completamente que él se encontraba allí.— ¿Qué es esa nota? ¿Quién las escribe? — No lo sabemos todavía, pero lo mejor será no involucrarte en todo este asunto. —Le responden. — ¿Ese era el asunto importante por el cual te has inscrito en las prácticas? — Así es, pero las tendremos que dejar, no quiero que amenacen a nadie más. Cuando Cleopatra abre sus ojos se da cuenta que todavía es de noche, notó que tenía garganta muy seca y quiso bajar por un vaso de agua. Revisó el teléfono para fijarse la hora, eran casi las dos de la madrugada. Al bajar a la cocina se dio cuenta que todo estaba completamente oscuro, hasta las luces del jardín delantero, lo cual no era normal. Mientras ella estaba tomando, sintió algo a sus espaldas y, mirando de reojo, vio a una sombra al lado suyo. En un movimiento rápido le tiró el vaso del cual estaba tomando y comenzó a correr escaleras arriba, pero de nada sirvió. Una mano la había agarrado del tobillo, ella resbala golpeando su cabeza con un escalón y quedando un poco inconsciente. El sujeto aprovecha, la coloca en sus hombros y sale de la casa caminando normal. La cabeza de Cleopatra se balanceaba de un lado a otro haciendo que se mareara aún peor, pestañeaba lentamente intentando procesar lo que estaba ocurriendo, pero no lo conseguía. Golpeó débilmente su espalda en un intento de escapar, también intentó gritar, pero tapó su boca instantáneamente para que nadie la escuchara. — Cierra la maldita boca si no quieres que te mate ahora mismo. —Con sólo escuchar esa maldita voz Cleopatra se dio cuenta de quién se trataba, ladeó un poco la cabeza para observar, pero traía una especie de máscara puesta.— Así está mejor. —Dice satisfecho cuando ella deja de intentar gritar.
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