CAPÍTULO TRECE

632 Words
Temblaba de miedo, sudaba frío y sentía que era la última vez que vería a sus amigos. El supuesto desconocido la apoya unos segundos en el suelo para abrir el maletero del coche, pero no contaba que no era la única persona fuera de casa a esa hora. Matteo observaba la escena, impresionado y atónito, esperaba el momento justo para atacar. La única arma con la que contaba era con la de Cleopatra, la cual se la había olvidado en la armería, pero estaba descargada y no tenía balas de repuesto. Vio cómo el sujeto la arrastraba y trataba como una muñeca de trapo. Ella intentó levantarse y correr, pero con un simple puñetazo la volvió a dejar inconsciente en la acera. — Suéltala o juro que te dispararé. —Dijo él aprovechando el momento, Cleopatra se encontraba un poco alejada de él. Las luces de la casa se prendieron, sus amigos se habían despertado. La persona enmascarada giró, de modo que estaba viéndolo fijamente. Se acercó a Cleopatra casi riendo, se arrodilló a su lado tomándole del pelo y sentándola en el suelo. — ¿O qué? —preguntó con una risita sarcástica, sacó algo de su bolsillo y se lo acercó a la garganta.— Despierta, bella Cleopatra. —Dice mientras la sacude bruscamente. Ella abre un poco los ojos mirando la escena, un filo helado contra su cuello, la expresión desesperada de Matteo y sus amigos asomándose por la puerta de la casa. — Baja el arma o le corto el cuello. —Amenaza el tipo. Matteo la observa, su cuerpo no podía parar de temblar. Lágrimas comenzaron a escurrirse por el rostro de ella, sus amigos salieron sigilosamente. Él levanta la vista para mirar fijamente al sujeto y comienza a bajar el arma hasta dejar el arma en el piso, su mirada se enfoca en algo detrás de ellos y cuando al darse cuenta, el tipo que sostenía la navaja en su cuello cayó al piso inconsciente. Jordan sostenía una piedra en su mano y con la otra tomó la navaja. Cleopatra gritó, un dolor en su cuello la alertó al igual que la sangre que comenzó a bajar muy rápidamente ensuciando su ropa. Sus amigos la miraron desconcertados, tenía una rajadura por culpa de la navaja. Aaron corrió hacia donde estaba ella poniendo presión sobre la herida. Sin decir ni una palabra se desplomó sobre el cuerpo de Aaron, todos corriendo al coche para llevar a urgencias, esperaban que no fuera demasiado tarde. Ella se despierta muy despacio al ver que se encontraba en una sala de hospital, sentía pequeñas punzadas por todo el cuello, al tocarlo se dio cuenta que llevaba una venda. Observó el lugar, estaba conectada a la típica máquina que controla los latidos, tenía una vía puesta en el brazo, y la bata rara que se usan en los hospitales. No le gustaba nada estar allí, quería irse a su casa. Enfermeras entraron a la sala acompañadas de un doctor, iban a revisarle la herida. Cleopatra no cooperaba, quisieron colocarle un tranquilizante, pero ella se movía de una forma que no les permitía ni tomarla de los brazos. — Tranquila, respira, no queremos hacerte daño. —Dice una de ellas. No funcionó, gritó y pataleó. Comenzaba a faltarle la respiración mientras el pánico subía por su cuerpo, Jordan y Aaron entraron enseguida a la sala y observaron la escena. Las enfermeras al verlos intentaron echarlos, pero no lo lograron, se acercaron rápidamente a ella y la abrazaron, sabiendo lo que sufría en los hospitales. En este momento estaba llorando, Jordan le tomó la mano pidiéndole que se tranquilice y que no iba a pasar nada. Los doctores aprovecharon para ponerle el sedante, los ojos de Cleopatra volvieron a cerrarse quedando de nuevo inconsciente.
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