CAPÍTULO ONCE

1471 Words
Al entrar en la casa, se encuentra con que todos la miraban con rostros severos, casi furiosos. — ¿Qué ocurre? —pregunta, intentando disimular su nerviosismo. — ¿Qué ocurre? ¿En serio nos preguntas eso? —exclama Hanna, levantándose del sofá—. ¡Te hemos estado buscando como locos, te hemos mandado veinte mensajes, te hemos llamado mil veces y no has dado señales de vida! — Lo siento, estaba ocupada… —murmura, sin saber qué decir. — ¿Ocupada haciendo qué? —interroga Jordan, acercándose a ella con el ceño fruncido. — Eso no te importa, Jordan. No tienes por qué meter las narices en mi vida. —replica, desafiante. — ¿Y tampoco tenemos porqué saber que tienes un arma? —suelta Aaron, sorprendiéndola. Cleopatra no le había contado a nadie que había comprado un arma hace unos días. — ¿Cómo… cómo saben eso? —balbucea, sintiendo que se le cierra la garganta. — Emma nos lo dijo. —responde Hanna, con una mirada penetrante—. Y también nos dijo que tienes algo que ver con el asesinato de Leonardo. — Pero yo tenía el arma guardada bajo llave… —Se queda paralizada unos segundos procesando lo que le acaban de decir, miró furiosa a Hanna y a los demás— ¿Qué yo tuve qué? ¿Ustedes se volvieron locos o qué les pasa? ¿Cómo voy a tener que ver con el asesinato del que era la mitad de vida, de mi compañero de toda mi vida. ¡Si tuviera algo que ver no me estaría interesando tanto resolver esto cómo otros que conozco! —Mira a cada uno— ¿Ustedes qué hicieron por Leo? Nada, nada hicieron por él, ni siquiera están siendo de mucha ayuda, ¿Seguro que ustedes no son los que tienen algo que ver con su muerte? —Pregunta y Emma aparece en la sala— ¿Cómo es que lo sabías? — ¿Cómo sabía qué cosa, Cleopatra? — Lo del arma, Emma, no te hagas la estúpida. — Me lo dijiste hoy cuando nos vimos, ¿Acaso te olvidaste? — Yo no le he dicho nada a nadie, no me mientas porque vamos a terminar muy mal. —Levanta el arma que tenía consigo, apuntándole a la cabeza. Todos sueltan un grito ahogado y una exclamación. — ¡Cleopatra, baja el arma! — ¡Dejá de mentir, Emma! ¿Por qué no dices la verdad de una puta vez? —Mantiene el arma apuntando a ella. — No sé de qué hablas, Cleopatra. Yo no tengo nada que ver con el asesinato de Leonardo. —Emma intenta calmarse, pero siente el pánico en su voz. — ¡No me tomes por tonta, Emma! Sé que tú fuiste la que ayudó al asesino con todo. Tú fuiste la que le tendió una trampa. Tú fuiste la que lo hizo. —Cleopatra grita, fuera de sí. — Cleopatra, por favor, escúchame. ¡Ni los conocía cuando pasó lo de Leonardo, créeme! —Pide en una súplica y con los ojos llorosos.— No es lo que piensas. Yo te quiero, yo nunca te haría daño. — ¡No me mientas más, Emma! ¡No me hagas esto más difícil! — Cleopatra, no… —Emma aprovecha el momento y se abalanza sobre ella, tratando de quitarle el arma. Las dos forcejean en el suelo, mientras Hanna, Jordan y los demás observan horrorizados. — ¡Suéltala, Emma! ¡Déjala en paz! —Hanna gritó, corriendo hacia ellas. Aaron aparece mirando confundido la escena al igual que Jordan, cada uno toma a una chica por la espalda y las separa. — ¡Cálmense las dos! —Gritó — Entiendo que sea un momento horrible con mucha ansiedad y estrés por lo que está pasando, pero no es hora de buscar culpables, y mucho menos apuntarse con un arma cargada. ¡Cambien sus actitudes y no se comporten como dos crías! Aaron arrastró a Cleopatra hasta un rincón apartado, mientras Jordan se encargaba con Hanna de Emma. Aaron miró a Cleopatra con preocupación y compasión. Sabía que ella había sufrido mucho por la muerte de su mejor amigo, y que Emma era su principal sospechosa. — Cleo, lo siento mucho —dijo Aaron, abrazándola con fuerza—. Sé que estás pasando por un momento muy duro, pero no puedes dejarte llevar por la ira. No puedes acusar a Emma sin pruebas. — ¿Pruebas? ¿Qué más pruebas necesitas? —replicó Cleopatra, soltándose de su abrazo—. Emma sabe demasiadas cosas que se supone que no tiene que saber, Aaron, ¿Cómo sabía lo del arma? ¿Por qué ella no recibió las mismas amenazas que nosotros? — Pero eso no significa que ella lo haya matado —dijo Aaron, tratando de razonar con ella. — No seas ingenuo, Aaron, y tampoco intentes defenderla —dijo Cleopatra, con desprecio—. Emma no es una víctima, es una asesina. Y yo voy a demostrarlo, cueste lo que cueste. No voy a dejar que se salga con la suya. Mi Leo merece justicia. — Cleo, por favor, escúchame —dijo Aaron, tomándola de las manos—. No puedes hacer esto sola. Necesitas ayuda. Yo también quiero saber la verdad, pero no podemos actuar por nuestra cuenta. Podríamos poner en peligro nuestra seguridad, y la de los demás. — ¿Y qué quieres que haga? ¿Que me quede de brazos cruzados, mientras Emma se burla de mí? ¿Que espere a que se encuentre al verdadero culpable por arte de magia? ¿Que me conforme con las mentiras y los secretos que rodean este caso? No, Aaron, no puedo hacer eso. No puedo vivir con esta incertidumbre, con este dolor, con esta rabia. Tengo que hacer algo, tengo que enfrentar a Emma, tengo que hacerla confesar. — Cleo, no seas terca —dijo Aaron, elevando la voz—. No puedes enfrentar a Emma así, sin más. No sabes de lo que es capaz, no sabes si tiene cómplices, no sabes si tiene un plan. Podrías arrepentirte de lo que hagas, podrías salir lastimada, podrías perderlo todo. — No tengo nada que perder, Aaron —dijo Cleopatra, con determinación—. Lo perdí todo cuando mataron a mi mitad. Lo único que me queda es la esperanza de encontrar al responsable, y hacerle pagar por lo que hizo. Y esa esperanza se llama Emma. Así que no trates de detenerme, porque no vas a lograrlo. — Está bien, pero escúchame atentamente. No sigas con este drama que estás formando, vas a lograr que todos se pongan en tu contra, nosotros investigaremos por nuestra cuenta si estás en lo cierto o no. —Dijo Aaron, logrando calmarla— Ahora sal de aquí, discúlpate y di que fueron los nervios del momento o un ataque de ansiedad por todo lo que está ocurriendo, lo último que vas a querer es poner a todos tus amigos en tu contra. — Creo que esta vez tienes razón. — Créeme nena, siempre la tengo. —Guiña un ojo y la abraza. — Gracias, Aaron. — Todavía no me agradezcas. Cleopatra respiró profundo sabiendo lo que tenía que hacer, se acomodó ligeramente la ropa y abrió la puerta de la habitación donde estaban. Salió a paso lento, intentando no llegar a la sala donde sabía que ellos estarían. Al cruzar la puerta los vio a los tres sentados en el sofá hablando con Emma, ya las aguas se habían calmado. — Ya todo está más calmado, ¿No? —Preguntó Jordan, intercalando su mirada entre Aaron y Cleopatra. Ambos asintieron. — No pediré disculpas, sólo quiero saber una cosa, ¿Cómo supiste lo del arma entonces? —Le preguntó a Emma mirándola fijamente. — ¡Porque te vi! — ¿Dónde? — En la práctica de tiro con ese chico, necesitaba estar segura de que el arma que tenías era tuya, por eso revise la caja fuerte, sé que siempre guardas todo tipo de documentos ahí y encontré la factura del arma. — ¿Por qué me seguiste? — Por tu maldita seguridad, Cleopatra, eres mi mejor amiga y no quiero que nada te pase. ¿Piensas que no me di cuenta de que sospechaban de mí? — ¿Es por eso que estás en todos lados?, ¿Me estás "protegiendo" como tu dices? — Sí, así es. —Responde confiada, pero no se da cuenta de la pequeña acción que la delató, levantó su mano para rascarse la nariz, como hace cuando miente, pero la llevó a su cabello fingiendo acomodarlo. — ¿Por qué no me lo has dicho? — Porque sé que si te lo decía me ibas a hacer a un lado, no quiero que salgas lastimada. —La abraza.
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