CAPÍTULO CINCO

1882 Words
Qué comience el juego. — ¿Quién empieza? —Pregunta Hanna. — Jordan fue el que dio la estupenda idea, así que Jordan empieza. —Dice Aaron con un tono sarcástico. — Está bien... ¿A quién voy a elegir? —Se pone la mano en la barbilla, pensativo, y luego la señala a Cleo, qué lindo— Cleo, cómo no, ¿Verdad o reto? — Voy a elegir... —Hace un poco de suspenso— Verdad. — Empezaremos suave, —dice— ¿Alguna vez lo hiciste en un lugar público? — ¿Se supone que eso es empezar suave, Jordan? —Le pregunta y él le hace una seña para que conteste— Y sí, sí lo he hecho en un lugar público. —Le respondió rodando los ojos y Aaron la miró confundido— Me toca elegir… —observa a sus amigos— Hanna, ¿Verdad o reto? — Reto. —Responde ella sin pensarlo. — Te reto a que coquetees con Eva como si recién se conocieran, imagínate que la ves en un bar o algo así. — Bueno, esto va a ser divertido. —Se levanta y se dirige a donde está Eva— Hola preciosa. — Hola. —Responde ella aguantando la risa. — ¿Sabes? Te he visto desde allá y me has parecido realmente hermosa, ¿Acaso te hicieron un domingo? — ¿Por qué? —Le pregunta ella. — Porque estás hecha para estar conmigo. —Hanna le guiña el ojo a Eva y todos se empiezan a reír. — No le encuentro sentido a lo que acabas de decir, pero eso estuvo bueno. —Comenta Aaron— Te toca Hanna. — Bueno, ya que estamos y que nadie te ha elegido, Aaron ¿Verdad o reto? — Verdad. — Si tuvieras que besar a alguien de esta ronda ¿A quién sería? — Besaría a Cleo, ya lo he hecho varias veces y una vez más no estaría mal. —Lo dice como si fuese obvio— Bueno, me parece que me toca decirle a alguien verdad o reto. —Piensa un segundo — Jordan, hermanito de mi vida, ¿Verdad o reto? — No confío en tus retos, así que verdad. — ¿Prefieres hacerlo con la luz encendida o apagada? — Prefiero hacerlo con la luz apagada, gracias por preguntar. —Mira a Eva — Eres la última, ¿Verdad o reto? — Reto. — Tienes que elegir a alguno de nosotros para que se saque una prenda, ¿A quién eliges? — Mmm, Cleo no me mates —le susurra en el oído— Elijo a Cleo. — Hija de perra. — Mi madre no es una perra. —Le responde. — Entonces tú eres la perra. —Rueda los ojos. Decide sacarse el suéter que tenía puesto por el frío de la noche, quedándose en una camiseta de tirantes, aunque sea verano estuvo haciendo algo de frío. — No especificaste qué prenda era. —Le dice a Eva y ella asiente— ¿Hacemos otra ronda? Han estado jugando un par de rondas más hasta que se aburrieron, se aburren rápido de todo, Eva propuso que jueguen a las cartas, pero los chicos no estaban de acuerdo, así que terminaron eligiendo el “Yo nunca he”. Este juego se suele jugar con tragos, pero nadie tuvo la idea de traer alcohol. Quedaron jugando solo Jordan, Aaron y Cleopatra, Hanna y Eva se habían puesto a jugar con las cartas hace varios minutos porque el juego ya les había aburrido. A Cleo le quedaban tres dedos, mientras que a ellos dos les queda uno solo. El primero que se quede sin dedos tiene que hacer una prenda, la cual la eligen los otros dos que quedaron. — Tenemos que hacer que Cleo baje más dedos porque sino terminaremos perdiendo, sabes como es ella con las prendas. —Jordan le dice a Aaron. — Te escuché Jordan, no vale que se pongan de acuerdo. — Ya sé que decir. —La mira fijamente con una sonrisa y antes de hablar se aclara la garganta— Yo nunca le he enviado un mensaje caliente a un número equivocado. Ella baja un dedo, Jordan y Aaron comienzan a reírse. — ¿A quién le mandaste el mensaje? —Le pregunta Aaron— Ah cierto, me lo mandaste a mí. —Dice mientras que su risa va disminuyendo— Tienes que admitir que es gracioso. — Esperen un minuto, ¿Cómo fue eso? —pregunta Jordan indagando en el chisme. — En el instituto, para ser más exacta fue un mes después de conocer a Aaron, yo tenía un amigo y estábamos bromeando, así que entre mensaje y mensaje se envió uno por error. — Ya sabes que no te creo, ¿Fue así lo que pasó? —Le pregunta a Aaron. — Sí, algo así. Lo que nunca supe fue si lo hizo sin querer o a propósito. — Fue a propósito, pero fingí que no. —Confiesa y Aaron la miró boquiabierto— Cómo sea, me toca a mí —le sonríe, con esto seguro pierde— Yo nunca he consumido brownies de m*******a. —Bajó un dedo porque ella también lo hizo, pero a Cleo por lo menos le queda un dedito. Ve como Aaron baja el dedo que le queda, toca que Jordan y ella le pongan una prenda. Se alejan un poco con su cómplice para pensar la prenda que le pondrán. — Habla más bajito, Jordan. —Le reprocha. — Y si le decimos que se tiene que lanzar al lago. — Hace frío, me gusta la idea. —Le responde— ¡Y que sea desnudo! —dice y Jordan la mira con aprobación. Vuelven al lugar donde Aaron se encuentra esperando su prenda y habían quedado con Jordan de decirla al mismo tiempo, pero Cleopatra no se aguantó. — Te tienes que lanzar al lago... —Le dice a Aaron— desnudo. — Cleo, ya sabes que si quieres verme sin nada sólo tienes que pedirlo. —Sonríe con ese toque pícaro y le guiña un ojo. Idiota. — No gracias, no me gustan los maníes. —Le responde con una sonrisa victoriosa y la mira ofendido. — Antes te gustaba comer este maní. —Le responde y ella se ríe— Por cierto, veo que te olvidaste lo que dijiste cuando lo viste por primera vez. — ¡Cállate! Se dirigen los tres al lago que estaba cerca de su campamento. Aaron comenzó a desvestirse haciendo un baile, hay que admitir que bastante chistoso, y cantando algo raro. Cleopatra se da la vuelta un segundo y puede observar que Eva, Hanna y Jordan se están riendo. — ¿También vinieron a apreciar el espectáculo? —les pregunta a ellas y asienten con una sonrisa cómplice. Aaron comienza a despojarse de su última prenda, el bóxer, y Cleo, sintiendo un calor repentino en sus mejillas, decide mirar hacia otro lado. — Bonita, puedes mirar, sabes que no es nada que no hayas visto antes —dice él con una voz que parece acariciar el viento. — No gracias, ya métete al agua —responde Cleo, intentando ocultar el temblor en su voz. Escuchó pasos acercándose sigilosamente, pero es demasiado tarde cuando se da cuenta de que era Aaron, y que con una sonrisa traviesa, está a punto de lanzarla al lago con él. Gritó que la soltara, pero él sólo ríe y la arrastra al agua fría sin piedad. — ¡Aaron! —exclama ella, salpicando furiosa— ¡Me la vas a pagar! El agua, helada como el hielo, los envuelve. Él se sumerge y emerge como un delfín, provocando olas que hacen reír a Jordan y a las demás en la orilla. Los tres nadan en el agua gélida del río, riendo y chapoteando, olvidándose del mundo. Jordan, el primero en salir, les dice que va por las toallas y desaparece entre los árboles, dejando a Cleopatra sola con Aaron. El silencio se instala entre ellos, solo roto por el murmullo del río. Aaron se acerca lentamente, sus ojos fijos en los de Cleo, hasta que está justo frente a ella. La toma de las piernas, sumergiéndola más en el agua, y se inclina hacia adelante hasta que sus labios están a un suspiro de distancia. Ella coloca una mano en su cuello y la otra en su pecho, sintiendo el latido acelerado de su corazón. El agua los cubre, a él hasta el pecho, a ella casi por completo. Sus labios se rozan, y justo cuando él va a sellar el beso, ella gira la cabeza, esquivándolo. Aaron la mira, con una ceja enarcada y una sonrisa ladeada mientras pasaba su lengua por su labio superior de manera provocativa, mientras Cleo le ofrece una sonrisa juguetona. — ¿Qué? —pregunta ella, fingiendo inocencia. — ¿Cómo qué? —responde él, su voz baja y ronca— ¿Piensas que puedes esquivar un beso mío? Ella asiente, provocativa, y él la tomó por sorpresa, elevándola hasta que su rostro queda justo sobre el de él. Cleopatra enlaza sus piernas alrededor de las caderas de Aaron y lo abraza, sus labios a punto de encontrarse. — ¿Sabes que estás jugando con fuego, verdad? —susurra él. — Entonces me encantaría quemarme —responde ella con un desafío en su voz. Pero antes de que puedan consumar el beso, una sombra cae sobre ellos. Jordan está de pie en la orilla, el teléfono de Cleo en la mano. — Cleo, te están llamando, es tu madre —dice, interrumpiendo el momento. Frustrados, ambos salen del agua, el calor de su encuentro aún palpable en el aire frío de la noche. — Mierda, gracias por avisarme. Cleopatra se apresuró para llegar al campamento y atender la llamada entrante. — Cleopatra Marino ¿Se puede saber por qué no atiendes el teléfono? ¿Acaso lo tienes de accesorio o qué? — Estaba con mis amigos y me había olvidado el teléfono en la casa de camping, perdón. — ¿Estás segura de que sólo por eso no me estabas atendiendo? —le pregunta desconfiada— ¿No te habrás metido al río no? — Es sólo por eso, y no, no se me ocurriría meterme al río. Además, ya soy mayorcita mami, ¿Hace falta que te tenga que decir que es lo que hago a cada rato? — Claro que hace falta, no te olvides que soy tu madre y tengo que estar informada sobre lo que estés o no haciendo. — Pero. — Sin peros, Cleopatra. — Bueno, ¿Qué necesitabas? — Quería saber si estaba todo bien, si no te había comido un oso o algo así. — No hay osos en donde estamos, estoy bien ¿si?, nos vemos mañana, adiós. Te amo. —Cuelga. Su relación con su madre nunca ha sido del todo buena, siempre tuvieron sus peleas y sus diferencias, pero aún así no puede odiarla. Cuando sale de la casa de camping se encuentra con sus amigos, ellos le preguntan si todo estaba bien y les responde que sí. Se quedaron hablando un rato más hasta que uno por uno comienzan a irse a dormir.
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