CAPÍTULO CUATRO

1534 Words
Ya había pasado un largo rato desde que Aaron la encontró llorando sentada en la terraza de la fábrica. En ese momento, ambos se encontraban conversando pacíficamente sobre sus vidas y sobre el destino. — Hay momentos en los que creo que el destino nos juega en nuestra contra. —Le confiesa. — Lo sé, pero eso ya depende de la situación en la que nos encontremos. —Responde.— ¿Te acuerdas cuando éramos una especie de dúo? —El recuerdo viaja a su mente. — Sí, tú tocabas la guitarra y yo cantaba. —Sonrió inconscientemente. — ¿Sigues cantando? —Le pregunta. — Suelo cantar en la ducha ¿Eso cuenta? —Se ríe y Aaron la mira, contagiándose de su risa— ¿Y tú? ¿Sigues tocando la guitarra? — Sí cuenta y no, ya no. Solo me gustaba tocar cuando estaba contigo, ¿Puedes cantar algo? — No, mi voz ya no está afinada como antes, puedo romperte los tímpanos y me imagino que no quieres eso. — Sería un placer que mis tímpanos sean destruidos por tu hermosa voz. —Responde y ella se sonroja. — Está bien, me has convencido, pero tienes que decirme que quieres que cante. — ¿Te acuerdas de la canción que te dediqué? — Sí, me acuerdo, pero después pasó lo que pasó. —Desvió la mirada y él suspira. — Ya sé que fui un estúpido al dejarte. —Acepta mirando para otro lado.— ¿Nunca me lo perdonarás? — Hablemos de otra cosa mejor. ¿Algún buen recuerdo de cuando solíamos juntarnos aquí? — Está bien, hablas como si hubiesen pasado mil años Cleopatra, y tengo muchos buenos recuerdos ¿Te acuerdas del día de lluvia? Nos caímos en el medio de un charco de lodo. —Comienza a reír. — Cómo olvidarme de ese día. —Suspira sonriendo— El día que me propusiste matrimonio fue gracioso. — Dios, ese día había comido brownies mágicos sin saber que contenían m*******a. Estando juntos el tiempo pasaba volando, ya estaba por dar la medianoche cuando se dieron cuenta. Aaron se ofreció a dejarla en su casa, y hablaron hasta ese momento. Al día siguiente, Jordan la tomó de sorpresa para llevarla a un lugar, pero ella no pudo ver a dónde irían. — ¿A dónde vamos? —Le preguntó, con tono ya enfadado, a Jordan. — Ya te he dicho que es una sorpresa. —Le contesta. Frena el coche y le dice que tienen que caminar un poco, mientras iban hablando para que la caminata no se haga tan extensa. Cuando llegan, él le avisa y hace que se detenga, pero que aún no podía ver nada, debido a que tengo una clase de antifaz para dormir. — Bueno, llegamos, ¿No es increíble? —Le dice. — Qué lindo, veo n***o idiota, la venda. — Cierto, y ya te dije que no es una venda, es un antifaz. —Le saca el antifaz y observa el lugar. Se encontraban en un extenso bosque a mitad de la nada, donde por el fondo se podía apreciar un pequeño lago. Lo extraño para Cleopatra fue encontrarse con una casa de camping allí, junto a troncos y ramas formando lo que sería una futura fogata. Notó que no eran los únicos allí, habían bolsos y una nevera. — Me tendrías que haber avisado que íbamos a acampar, no he traído nada. —Lo mira— ¿Hay otra sorpresa más? — Espera un segundo y verás. —Frunció el ceño y notó que, de la nada, salían tres personas de la casa de camping. La primera persona que ve es a una hermosa pelirroja, que se le acerca corriendo y la abraza. — Dios Mío, ¡Hanna! — Hola pequeña. —La saluda respondiendo al abrazo— ¿Cómo has estado? — No te das una idea. Su vista se vuelve a enfocar en una segunda persona, una chica castaña con cabello enrulado que también se le acerca corriendo y por poco no la reconoce. — ¿Eva? —la abraza. — ¡Cleo!, Sí que pasó el tiempo… —Le dice mientras devuelve el abrazo. — No lo puedo creer, tu cabello, ¿Cuándo lo cortaste? —Le preguntó y la volvió a mirar— Estás muy cambiada, no puedo creerlo, ¡Cuánto te he extrañado! La tercera persona que salía de la casa de camping era Aaron, no fue mucha sorpresa, pero igual lo abrazó. Estuvieron hablando durante un largo rato, donde le han contado muchas cosas, ellas siguieron siendo pareja y ya llevaban dos años juntas, también le contaron que ambas están estudiando pastelería y que tienen un trabajo de medio tiempo en un lugar de comida rápida. Cuando se dieron cuenta estaba anocheciendo y ellos todavía no habían prendido la fogata. — ¿Cómo se hace esto? —pregunta Aaron. — Tienes que hacer una montaña con rocas y madera, déjame ayudarte. —Dice Eva. Prender la fogata no fue nada sencillo, pero lo lograron. — ¿Nada es como antes? —pregunta él, quien se encuentra sentado en un tronco al lado de la fogata. — No, está muy claro que nada es como antes. —Cleo y él se miraron, ambos sabían a lo que se referían. — ¿Recuerdan cuándo Jordan activó la alarma de incendios? —pregunta Hanna, ayudando a aliviar el momento incómodo que se había formado entre los dos. — ¿En serio hiciste eso? Increíble. —Comenta Aaron. — Sí, después de eso casi me expulsan, me sancionaron durante tres semanas. —Se rieron, cómo olvidar ese momento— Lástima que tu no estabas con nosotros. — Ese es el problema de haber terminado la escuela antes que ustedes —responde Aaron— ¿Tres semanas sólo por activar una alarma de incendio? — Entre otras cosas que también hice, pero esas no hace falta contarlas… — Bueno, ¿Qué compraron para comer? —Cleo comienza a revisar las bolsas y se encuentra con un paquete de malvaviscos— ¿Trajeron palitos para quemar esto? —levantó el paquete que tenía en sus manos. — Deben estar en alguna de las casas, enseguida vuelvo, voy a buscarlos. —Hanna se levanta de su asiento y se dirige para ir a buscarlos. Cleopatra pensaba que era increíble que estén todos reunidos después de tanto tiempo, muchos buenos recuerdos vagaban por su mente, entre ellos cuando empezó a salir con Aaron. No duraron mucho como pareja, ambos eran distintos, incluyendo sus gustos hasta sus edades, pero también las actitudes jugaban en contra. Su vista se centra en Jordan y recuerda cómo lo conoció, iban a la misma clase, pero no se hablaban, hasta que un día el profesor los puso juntos para hacer un trabajo y fue en ese momento que empezó su amistad, gracias a él conoció a Eva y a Hanna. No eran pareja en ese tiempo, pero se notaba que había una conexión especial entre ellas. Hay que admitir que no siempre se llevó bien con Jordan, se pelean bastante. Recuerda a Leo, no fue muy normal cuando se conocieron, estaban en una fiesta de Halloween y se habían disfrazado, básicamente, de lo mismo. Ambos tenían unos pijamas de dinosaurios. Fue muy gracioso, se habían puesto a conversar de cuál era su dinosaurio favorito o cuál preferían. Después de eso, se hicieron mejores amigos y no se separaban nunca, por nada del mundo, hasta que le presentó a Jordan, a Eva y, por último, a Hanna. Cuando él murió, su mundo se vino abajo, no salía, no comía, no hablaba. No podía superar el hecho de que su mejor amigo ya no estaba, fue después de eso que el grupo se separó y cada uno siguió su propio camino. Cleopatra estaba perdida recordando los viejos momentos cuando alguien apoyó la cabeza en su hombro, era Aaron, él estaba pasándole un palito con un malvavisco quemado en la punta. No se había dado cuenta de que Hanna ya había vuelto. — ¿En qué estabas pensando? — Estaba recordando algunas cosas, el pasado y el cómo conocí a los chicos... — "El Pasado" —repite y la mira— ¿Te acuerdas esa vez que nos escapamos a Venecia?, tu madre casi me mata cuando se enteró que no estabas con Eva y Hanna. — Claro que me acuerdo, fue una semana después de mi cumpleaños número dieciséis. —”Qué buen recuerdo” piensa— Mi madre sólo me dejaba salir si sabía que iba a estar con ellas, no sé cómo fue que se enteró que estaba contigo, pero vaya castigo que me llevé después de eso. —Ríe— Tú y yo solos en otra ciudad, además tú tenías dieciocho años y a ella no le gustaba la idea de estar con alguien que no sea de mi edad. —Una sonrisa boba se forma en su cara, se quedan mirándose unos segundos y ambos sonríen. — Estoy muy aburrida, ¿Tienen algún juego o algo en mente? —pregunta Eva y Cleo enfoca su vista en ella. — Tengo una idea. —Comenta Jordan.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD