—¿Qué haces aquí?—le preguntó Alma, aferrando su mano contra la toalla. Phaedra sonrió, casi arrogante. —Jordan ha salido de compras con Tom para la cena de esta noche. Así que he aprovechado a darte una pequeña visita.—le dijo— Mírate, estás tan cambiada. Extraño también tu cabello rubio.—soltó en un suspiro, mirándola de pies a cabeza. —No sé de qué hablas, y por favor vete que necesito cambiarme.—se apresuró a decir Alma, mirando con disimulo su cabello. ¿Por qué lo había dicho? —Oye, no tienes por qué incomodarte. Todas las mujeres tenemos lo mismo. No le gustaba como Phaedra intentaba establecer un vinculo de demasiada confianza. No se fiaba de ella y tampoco le brindaría su confianza a una loca que tenía cara de psicópata. —Vete. —Sólo tenía ganas de hablarte acerca de los N