Bomba

2387 Words
La noche era tranquila. El reloj marcaba las diez en punto y yo estaba aquí, intentando soportar a este cliente. Pase al bar donde Jared trabaja, regularmente siempre suelo traer a mis clientes a ese lugar porque me resulta tranquilo y con buen ambiente. Además de que la aplicación de escort tiene un convenio con este lugar. ¡Como si fuera un prostíbulo, pero no es un prostíbulo! Solo una posada de paso. — ¿Y solo estás para acompañarme esta noche? —la pregunta del sujeto me puso a pensar. Quizá rondaba entre los treinta y algo, era fornido, vestía elegante y poseía un reloj dorado en la muñeca izquierda. —Pues solo me contrataste para hacerte compañía. ¿Querías algo más? Esa era la pregunta que siempre solían hacer y la respuesta nunca aparecía de forma inocente. ¿Por qué? La calentura del cuerpo humano puede ser tan intensa que de forma discreta sé puede contagiar y demostrar. ¡Siempre terminaban respondiendo con un impulso! Sexo en exceso. —No sé, bueno es que soy nuevo usando esa aplicación. Y la neta si tengo ganas de algo más que simple compañía. ¿Cuánto te tengo que pagar para que tú…? Sus ojos se habían llenado de deseo, el alcohol le estaba haciendo jugar en inestabilidad. ¡Pero no era inestabilidad! Era un deseo, un corazón que estaba sacando lo que de verdad había en él. ¿Gusto por los hombres? ¿Sexo ocasional? ¿Placer fugaz? ¿Curiosidad? Esta noche solo había ganado cuatrocientos pesos por estar con este adinerado, ¿podría aumentar esa cantidad? — ¿Qué es lo que desea exactamente? — ¡Sexo! — ¿Qué clase de sexo? Todo este tiempo me había dado la experiencia necesaria para poder descifrar y ser seguro a la hora de trabajar con mi cuerpo. ¿Tipos de sexo? ¡Pues claro! Aquí es donde la inocencia desaparece de mí y te digo qué hay sexo oral, sexo anal, masturbación y otras cosas que en mi caso, cobro con diferentes precios. ¡El mundo aprendió a comerciar con el placer! —Quiero que me la… Chupar la paleta no era de mis cosas favoritas. ¡Neta que me daba asco! Y en verdad, no entendía cómo es que a muchos hombres les encantaba que les hicieran eso. ¡Yo sentía que me estaba tragando un moco! Porque, como te explico, el sexo oral no era de mis tareas preferidas. —Quinientos pesos extra a la cuota antes establecida. — ¿Y si te…? —Dos mil quinientos por estar adentro de mí. Mis cuotas eran baratas en comparación con lo que estos maduros solían ganar. ¿Me acostaba con millonarios? Si tú supieras cuantos secretos esconden los que millonarios, seguro te espantarías. — ¿Un trio? —No me van los tríos. — ¿No te gustaría? —No. Sus cejas se arquearon, fue un momento de tentación el que este hombre experimentó por mi causa. Bebió más cerveza, sus labios se prendieron de deseo y por debajo de la mesa sentí su zapato rozar mi pierna. ¡Está caliente! Subía y bajaba, lento, se me erizo la piel. ¿Era el momento? ¿La excitación comenzó a despertar el m*****o de mi cliente? — ¿En dónde…? —Arriba hay habitaciones. Y es que este lugar se me hacía práctico porque no había necesidad de salir a buscar. ¡Todo estaba aquí! Solamente se me descontaba una ligera cantidad de mi pago por ocupar la habitación. — ¿Sabes cuánto cobran? —No te preocupes por el precio, ya está incluido en… ¡Bueno sí! Literalmente caí en las garras de la prostitución. Sexo por dinero para poder sacar adelante a mi familia y así poder cumplir mis sueños. Aunque el título escort me hacía creer que esto no era tan grave. ¿Estuvo bien lo que decidí hacer con mi cuerpo? Sé que ahora mismo hay muchas cosas que quizá no puedas entender y lo más probable es que me estés juzgando de ser la persona más miserable y asquerosa de la que probablemente hayas leído en un libro. ¡Lo siento! La verdad es que no siempre le vamos a caer bien a todo el mundo y regularmente las opiniones siempre son variadas hasta que se conoce la realidad de una persona. ¿Cuál era mi realidad? Más que un rato de placer o billetes que servían para alimentar a mi gente; yo creía que la situación en la que me encontraba era solo algo pasajero. ¡Algún día las cosas mejorarán para todos! —Entonces llévame a tu habitación. ¡Tengo ganas de ti! ¿Cómo era esa habitación? Una cama grande, sábanas blancas y espejos en la pared que nos permitían ver aquello tan candente de la noche. Tome su mano y en un movimiento rápido estábamos de pie. Jared me miraba desde la barra, le hice la señal y el asintió. Morderme los labios de forma cautivadora y una botella de alcohol. ¿Dónde había quedado aquel niño tan inocente de la primaria? ¿A dónde se fueron los rastros de aquel pequeño al que solo le importaba sonreír sin miedo a lo que la gente dijera? Que ahora mismo todo eso había cambiado y eran las noches donde yo mismo me obligaba a esconder mi pudor. Sentí una vibración en el bolsillo de mí pantalón. Era una llamada. — ¿Hola? — ¿Estás en tu casa? — ¿Necesitas algo? —Jamie estoy afuera de tu casa. ¿Tienes la música encendida? Esta vez parecía que mis intentos por mantener esto en secreto estaban por fracasar. —No. — ¿No estás en casa? Tragué un poco de saliva. Estábamos caminando por un pasillo que nos conducía a la habitación. —No. Salí a caminar. — ¿A dónde? Es que es muy noche. —Tú tranquilo. ¡Estoy bien! Mañana te veo. Iba a colgar. —No, espera. No me cuelgues. ¡Necesito hablarte de algo importante! — ¿Qué es? — ¿Dónde estás? Mi cliente parecía estar perdido con el alcohol porque le costaba caminar. Sus ojos divagando, el tacto tambaleándose y ¿que se supone que debía hacer en un momento como este? — ¿No puedes esperar a mañana? —En verdad que necesito hablar contigo. ¡Es algo importante! Lo tuve que pensar rápidamente. Mi oportunidad de ganar mil quinientos o pasar la noche con mi crush. ¿Cuál hubieses elegido tú? Bien dicen que el amor nos vuelve torpes. ¿Cuánta torpeza tenía yo en ese momento? —Pasa por mí en el parque, estaré esperándote frente al quiosco. — ¡Vale! Llego en diez minutos. Colgué la llamada. Deje escapar un suspiro. ¡Ahora tenía que deshacerme de este cliente! — ¿Quieres que pida algo para beber? — ¡Más chelas! —Sí, pero esta vez te traerá una que te va a poner bien caliente. Sus labios se curvaron en una sonrisa. —Está bien. ¡Quiero un poco de eso! Mi v***a ya esta dura para ti. Su cuerpo se juntó demasiado al mío, sentí la erección en mis pompas. Me dio una nalgada bien fuerte, me dolió un poco y tuve que aguantarme aquella sensación tan desagradable. —Está es la habitación. Entra. Ahorita vuelvo con la bebida. —Va. Te espero. Mientras me iré quitando la ropa. Corrí a la barra, Jared estaba preparando una bebida para un cliente. — ¿Qué pasa? —Me preguntó con interés—. ¿Todo está bien? —Necesito una bomba. — ¿Normal o cargada? —La quiero bien cargada. ¡No quiero que se acuerde de nada! —Va. Deja te la preparo. ¿Es un tipo malo? —No. Él parece ser agradable, es solo que tengo que irme porque surgió algo. — ¿Y eso por qué? Ya sabes que el transporte no es problema, yo te paso a dejar a tu casa. Jared era muy amable conmigo. La música del bar era intensa. —Si bueno, ese no es el detalle. Surgió algo diferente y pues, me tengo que ir. — ¿Te descubrieron tus padres? —No, nada de eso. — ¿Todo bien? —Te explicó mañana. Asintió. Comenzó a preparar la bomba para el hombre con el que se supone que yo pasaría la noche. El vaso era de cristal, el tono de la bebida era azul y solo Jared sabía que era lo que esa cosa contenía. Literalmente podrías tomar eso y no acordarte de nada durante varios días. —Ten, bebe esto. ¡Se te va a parar más! —le dije al hombre. Su mano sostuvo el vaso y sin dudar se lo empinó todo en la boca. ¿Qué sentiría él en ese instante? Sus ojos se enfocaron en mí, comenzó a tocarme las piernas por arriba de la tela de mi pantalón de mezclilla. Sus pupilas se dilataron y parecía empezar a perder la noción de todo. —Oye. — ¿Si? — ¡Eres un chico muy lindo! Sus labios plantaron un beso suave sobre mis labios y lentamente su cuerpo cedió ante el alcohol. Lo recosté sobre la cama y lo abrigue para que no pasará frío. ¡No quise tomar los dos mil quinientos pesos de este hombre! ¿Por qué? Pues ya sabes la respuesta. ¡Hay voy como bobo! Preferí ir a ver a mi crush. *** Frente al quiosco las luces del parque hacían que uno se sintiera acogido por una sensación bien bonita. Era tranquilidad y paz, algo así como si nada en este mundo existiera. ¡Me gustaba estar sentado allí mismo y ver qué el mundo había encontrado calma durante una noche! Por qué sin querer, fue en esta noche que las cosas cambiaron para mí. ¿De verdad? ¡Pues si! Ya lo sabrás. —Jamie. Lentamente alce la vista en dirección a Gerardo. Venía corriendo y parecía cansado. Cuando se detuvo frente a mí vi que su rostro irradiaba inestabilidad. ¿Por qué? — ¡Hola Gerardo! —Perdona la hora, es solo que… — ¡Tranquilo! Con calma. Siéntate. Su respiración producía un sonido que me hizo pensar en todas esas veces que uno está en el sexo jadeando por más. ¡Corazones en ejercicio físico! Y luego me saque de onda yo mismo con un pensamiento así de estúpido. — ¡Gracias por venir! ¿No podías dormir? —No. La verdad es que a veces suelo escabullirme de mi casa para salir a caminar. Mentí. —Suena bien. Como si se tratará de una terapia. —Si. La verdad es que si ayuda a que uno se sienta bien. ¿Cómo estás? —Pues bien. Yo… —le estaba costando trabajo poder aclarar su respiración. — ¿Que es tan urgente? El parque estaba prácticamente solo. No había ni un alma que fuese de acá para allá. —Encontré algo que me hizo sentir intranquilo. — ¿Qué es? Metió su mano en el bolsillo de su chamarra, buscó y buscó hasta que lo encontró. —Encontré está carta entre mis cosas de la primaria. Me ofreció un trozo de papel doblado perfectamente en un cuadrado plano. ¡Una carta! ¿De quién? — ¿Y quién te la dio? —Ese es el detalle, que no sé quién pudo haberme escrito eso. No tiene firma ni nombre de remitente. — ¿Y es una carta que diga algo malo? —No es que se trate de algo malo. Sencillamente es lo que dice. Si quieres puedes leerla, no me molesta. — ¿Seguro? —Si. Quizá tú logres ayudarme a recordar quien pudo haberme escrito algo así de sincero. Si te pones a pensar y tratas de comparar las cosas, ¿tú hubieses dejado ir dos mil quinientos pesos para ir a ver a tu crush? ¡Te dije que yo estaba loco! —Vale. ¿La leo ahora? Mi intención no era que Gerardo se sintiera incómodo al escucharme leer la carta de alguna de sus admiradoras de la primaria. Luego pensé de repente y dije: ¿Qué tiene de importante una carta que escribió alguna niña que estaba totalmente inocente en sus sentimientos? ¿De verdad voy a leer la confesión de una estudiante con las hormonas alborotadas? ¡No puede ser! Entonces me dio igual todo y por primera vez en la vida quise demostrarle a Gerardo que esa lectura no me haría verlo como crush de toda la vida. ¡Intenté volver en el tiempo! Después lo comprendí. La inocencia es aquello que importaba en esa noche. —La carta dice… Querido: Lo más probable es que en este momento estés de lo más sacado de onda. Ya sé que mi escritura no es la mejor, pero neta que esta carta es toda la sinceridad de mi corazón. Estoy poniendo en práctica todos los consejos que nuestro profesor nos ha enseñado y espero que puedas llegar a sentirte atraído por mí. Y bueno, soy bien cobarde porque no soy capaz de escribir mi nombre como remitente, aun así creo que el que tú puedas leer estas líneas es lo mejor que me puede pasar. ¡Y con eso me basta! Sé que muchas chicas se mueren por ti, mi atención pertenece siempre a cómo es que todas ellas se deshacen por poder estar contigo y aquí es donde yo te confieso que también me derrito por ti cada vez que te pienso. ¡Es que estoy con las hormonas alborotadas! Me resultas un chico de lo más lindo, muy tierno y sobre todo listo. ¡Qué bonito sería si pudiéramos terminar juntos como novios! ¿Serias capaz de aceptarme? … — ¡Orales! Esta carta sí que está bien intensa. ¡Luego se nota que esta chavita estaba bien clavada contigo! —le dije a media lectura. Sus labios se curvaron suavemente en una sonrisa, su mano se apoyó contra mi rodilla y quise pasar por algo aquel tacto.
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