Inesperado

1048 Words
Estaba por llegar a mi casa cuando vi su auto estacionado frente a la entrada. Mis latidos aumentaron de forma intensa. ¡No lo podía creer! Sentí un latido intenso en mi corazón, eran nervios o tal vez una forma inexplicable de decir que él me ponía nervioso. ¿De verdad estaba aquí? ¿Por qué había venido? ¿Mamá lo habrá recibido? ¿Por qué no me llamo? ¡Lo más probable es que la respuesta fuese NO a mis preguntas! Había muchos autos idénticos, él no era el único con un auto como ese. Pero bueno ¿por qué un auto así se estacionaría justo enfrente de mi casa? ¡Algo no andaba bien! Mi corazón tenía razón en sentirse agitado. Saqué mi móvil del bolsillo de mi pantalón y este estaba muerto, se me acabó la batería. Apreté el paso, decidí que quería averiguar qué es lo que iba a pasar. Un Jetta blanco último modelo estacionado a un lado de la reja de mi casa. Abrí sin dudar la puerta de malla, corrí por el pasillo y me detuve antes de entrar. ¡Por alguna razón inexplicable yo me sentía de la patada! Conté hasta tres y entre. — ¡Ya llegue! —exclamé cerrando la puerta detrás de mí. No hubo respuesta enseguida. Use el sanitizante. Comencé a caminar y el sonido de una conversación capturó mi atención. ¡Estaban en la cocina! Y esa fue una escena que no imaginé ver. — ¿De dónde eres? —le preguntó mi madre. —Soy de Jalisco —respondió el muchacho. Estaba sentado en la silla que regularmente ocupaba mi padre. Se me veía muy despreocupado y su lenguaje corporal irradiaba que se encontraba bastante a gusto. —Dicen que es un lugar bonito —mamá estaba hablando con él. —La verdad que si es un lugar muy atractivo, muchos turistas suelen visitarlo. ¿Ha ido alguna vez? —No. Pero vi unos comerciales en la tele. El sonido de mis pasos hizo que mamá alzara la visita. — ¡Llegaste! El muchacho se giró a mirarme, sus manos sostenían la taza de café. —Si ma, buenas tardes. —Pues que bueno que llegaste. ¡Tienes visitas! Dirigí la mirada a él. — ¡Hola Jamie! — ¡Jair! ¡Qué sorpresa! Toda mi preocupación se congeló al confirmar que todas mis sospechas eran ciertas. ¡Él estaba aquí! —Me dieron el día. Así que pensé en pasar a saludarte. Espero no ser inoportuno. Verlo aquí me hizo temblar un poco. ¿Inoportuno? ¡Que más da! Estaba aquí y ni modo de echarlo a la calle. —Tocó el timbre y preguntó por ti. ¡No sabía que tenías amigos del norte! —dijo mamá. Parecía que ella quería una explicación al respecto. Su sonrisa era amplia y me miraba con curiosidad. —Si, pues ya lo acabas de conocer. Su nombre es Jaír, es de Jalisco y ahora vive en Puebla. No hace… —Conocí a Jamie mientras andaba vendiendo pays. Un día casual me ofreció postes y yo le compré. Platicamos un poco, intercámbianos r************* y resultó que no vivíamos tan lejos el uno del otro. ¡Una mentira más! Solo me limite a escuchar y asentir. ¿Por qué había dicho eso? —Me da gusto que tengas amigos. Verás Jair, mi querido hijo se ha vuelto un poco reservado y casi siempre se la pasa trabajando en varias cosas. Todo paso desde que su padre… — ¿Quieres ir a mi habitación? —interrumpí a mi madre. Los dos se giraron a mirarme rápidamente, yo no quería que mamá diera más explicaciones sobre lo que ella parecía percibir acerca de mis pensamientos y sentimientos. ¡No quería que Jaír supiera más de mí en tan poco tiempo! —Si, está bien. Solo deja me termino este pay. Asentí. Deje mi canasta sobre el mueble de la despensa. — ¿Y no piensas almorzar? —me preguntó mi madre. Regularmente siempre suelo almorzar algo después de regresar de la venta. —No, es que esta vez me compré una quesadilla en el mercado —mentí. Lo único que quería en ese momento era que Jair no escuchará más cosas por parte de mi madre. ¡Se estaba metiendo muy rápido en mi vida! ¿Eso era malo? Era como si en mi interior una señal de precaución se encendiera. ¡Entre más lo dejes entrar, quizá después te pueda lastimar! —Bueno. De todos modos hay vienes a comer cuando sea la hora, que por cierto, ya no falta mucho. —Si, está bien ma. ¡Gracias por recibir a Jaír! Asintió con una sonrisa, se veía bien con su delantal verde que tenía pintado un caracol rosa. —Espero que nos acompañes a comer esta tarde. ¡Estás en tu casa! —le dijo a Jair. — ¡Gracias por la invitación! Con gusto. ¿Quiere que compre la coca? Su oferta me sorprendió, me saco una sonrisa. ¡La hospitalidad de mi madre es inmensa! —Casi no tomamos coca. Es por mi esposo —dijo ella poniéndose el delantal. — ¡Oh! Entiendo. ¿Gusta que traiga algo diferente? ¿Algún refresco de sabor? — ¡No te preocupes! No hace falta. ¡Anda mijo! Ve con Jamie, seguro hablarán de arte. Él me lanzo una mirada curiosa, su ceja se enarcó de forma chistosa, estaba tratando de buscar el significado a las palabras de mi madre. ¿Mijo? ¿Hablar de arte? ¡Tan rápido le había dicho así! Mi madre era toda una confianzuda. — ¡Vamos! Yo vivo en el segundo piso. —Te sigo entonces. ¡Al fin conoceré tu guarida! Me reí. — ¡Ni que yo fuera un superhéroe! — ¡Para mí lo eres! Y fue en ese momento donde me di cuenta de que mi madre estaba todo el tiempo preocupada por mi. Que tenía la confianza plenamente depositada en su hijo mayor. Que aún no conociendo a mis amistades, ella se encargaba de tratarlas con bondad porque se trataba de mí. ¡Mi madre querida! Seguro yo le rompería el corazón si se enteraba de mi trabajo como escort. ¡Que dilema el mío!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD