Ayuda

1345 Words
—Perdona si llegué de sorpresa. Te marqué pero no me contestaste. Cerré la puerta de mi habitación. ¿A donde se supone que debía meter a Jair? No podía echarlo a la calle. —Me quede sin batería. — ¡Ah! Con razón me mandaba a buzón. —Si. —La neta es que vine para preguntarle si querías ir conmigo al auto cinema. Su invitación me hizo lanzarle una mirada curiosa. —Sería bueno ir. Solo que… —Si ya se. Tú mamá ya me invitó a comer. Quizá no nos de tiempo. —Ajá, lo más seguro es que no nos dé tiempo. — ¡Tu mamá es muy agradable! — ¡Sí! La verdad es que siempre ha sido muy hospitalaria con todas las personas que suele venir a visitarnos. Sus labios estaban entreabiertos, podías ver el blanco de sus dientes y me gustaba ver su barba poblada. Desvíe el tema de conversación a mi habitación, comenzó a caminar de acá para allá, observaba con atención cada detalle y aunque esto era algo extraño, no me dio miedo que Jair conociera de forma rápida mi mundo. ¡Yo no solía meter a nadie a mi habitación! O al menos eso era desde que comenzó esta pandemia. Por qué en tan poco tiempo Gerardo y Jair habían entrado a esta parte de mí. — ¿Pintas? —me preguntó señalando hacia el rincón de mis pinturas. —Si. Me gusta pintar. ¿Lo olvidaste? Fue como si la curiosidad controlara su cuerpo. —Mmmmm. Ah, me dijiste algo la primera vez que nos conocimos. ¡Ya lo recuerdo! —Si te conté muy poco esa vez. Sonreí. — ¿Y puedo ver tus obras? Me lanzo una mirada perfectamente tierna. ¿Que significaba aquel gesto? ¿Cómo debía interpretar aquella mirada? —No son la gran cosa, pero bueno. ¡Dame tu opinión más sincera! Sus ojos parecían examinar cada detalle de las pinturas. Primero una, luego otra y al final las había observado todas. ¡Mi habitación no era una galería de arte! Solo era un pedazo de mi alma pintoresca, el resultado de muchas emociones no contadas. —No sabía que a un chico como tú le podría gustar tanto la pintura y el arte. ¿De verdad las hiciste todas? —parecía estar muy sorprendido, sostenía una pintura con sus manos. Era un cuadro que representaba la nostalgia de la vida. Árboles, cielo azul ensombrecido y una pareja de novios tratando de ser felices. —Si. Suelo pintar en mis ratos libres. — ¿Tomaste algún curso? —Aún no. Todo lo he ido aprendiendo y mejorando a través de YouTube. Sus dedos acariciaron el paisaje, su boca entreabierta era el resultado del asombro y esa sensación curiosa que me picaba en el estómago, ¿que era? ¿Cuando imaginé que un hombre como Jair entraría a mi habitación? ¿Que pensará él de estar aquí, conmigo? — ¿Y no haz pensado en estudiar alguna carrera? —Si, te dije que quiero entrar a la escuela. Este año no pude meterme a la universidad, pero bueno, ando buscando. ¿Que deberías sentir cuando todos o la mayoría de la gente que está contigo te pregunta por las cosas a las que deberías dedicarte? De momento sus sentimientos y los míos eran algo parecido. Yo tenía el pensamiento de que cuando alguien esta preguntando por ti es porque de alguna u otra forma le interesas. ¿Jair tenía interés por mí? —Si. ¡Quiero estudiar arte! Es algo con lo que siempre he soñado. —La verdad es que eres muy bueno. Me sorprende mucho tu talento, como es que siento que esto es real. — ¡Pues gracias por decirme esto! Me haces sentir bien, casi nadie ha visto mi trabajo. — ¿Esto lo haces en secreto de tú familia? —No. No me refiero a eso. — ¿Entonces? Sonreí de forma boba. —Mi familia sabe que me gusta pintar, el detalle es que por lo de la pandemia no he podido buscar lugar para poder mostrar mis obras, pedir opiniones ajenas a mí y así. Enarcó sus cejas, parecía pensar en mis palabras. — ¿Y ya encontraste alguna escuela para estudiar la carrera? —La ibero. Según hace algunos meses tenía concedida una beca y ahora ando checando eso. Yo creo que pronto comenzaré a tomar las clases. Sus cejas se enarcaron de forma coqueta. —Es una buena escuela. Un amigo mío estudia allí. —Si. He escuchado que enseñan bien, lo único pues es que es privada. En mi caballete había una pintura a medio terminar. Estaba tratando de pintar en mis ratos libres. —Sí, pero si te dan esa beca seguro puedes estudiar allí sin problema alguno. — ¡Ojalá! Asintió. — ¿Y desde cuándo que no estás tomando clases? —Desde enero. Fue en ese mes que me gradué de la preparatoria. — ¿Una graduación en enero? Asentí. —Pues si. Es que estudie en una prepa abierta. — ¡Ah! Con razón. —Si. Y bueno desde esa fecha que no voy a la escuela. Igual y estas son unas aparentes vacaciones. Asintió. —Bueno, ¿y cuando planeas entrar? Esa fue la pregunta que me hizo dudar de decirle la verdad o que lo mejor sería tratar de ocultarle la verdad. Estábamos en septiembre, las clases habían empezado no hace mucho. Tome un poco de aire, deseé que la música estuviera sonando al menos. ¡Hacía un calor espantoso para estar a inicios de este mes! —Aún no completo la cantidad de dinero para pagar mi colegiatura. Solo debo terminar de ahorrar un poco más y ya. — ¿Te falta mucho? —Un poco. O sea ya tengo la mayoría, solo que… —ahí fue cuando me frené. — ¿Solo que...? Lo pensé por algunos segundos antes de decidirme a decirle la verdad. —Me he tenido que ocupar de algunas cosas aquí en casa y por eso. También me siento dividido. — ¿Tienen problemas familiares? —Algo así. Más que problemas, son cosas que no podemos controlar. Sus ojitos me observaban, que un chico del norte estuviera frente a mí hablando de mi vida, eso me hacía sentir curioso. — ¿Yo puedo ayudarte en algo? No esperaba que un chico como Jair estuviera dispuesto a ofrecerme ayuda. Y es que si te pones a pensar, actualmente nadie (ya sea familiar tuyo o alguien desconocido) está dispuesto a ayudarte. Las personas se han vuelto tan egoístas que es muy extraño cuando alguien tiene buena voluntad de ofrecer una mano para poder ayudar. ¡Que gentil era Jair! — ¡Gracias! Yo creo que… Mi celular empezó a sonar en tono de llamada. Era Gerardo. Así fue que ya no termine de hablar con Jair sobre eso que era importante. ¿Qué importaba? ¡Su ayuda me importaba! — ¡Hola Gerardo! —Jamie. ¿Cómo estás? —Todo genial, bueno algo cansado por la caminata de siempre. ¿Tú cómo estás? —Yo ando comprando para la comida de esta tarde. Tú mamá me invitó a pasar la tarde en su casa. ¡¿Pero qué cosa?! Esto sí que no me lo esperaba. — ¡La neta no sabía! —Pues ahora ya sabes. ¿Qué crees que debería llevar como postre? — ¿Ella te pidió que trajeras postre? —Pues no, pero no pienso llegar con las manos vacías. ¡Ya sabes! Tú mamá es genial y me gustaría corresponder a su hospitalidad. Deje escapar un suspiro, Jair me miraba a los ojos y parecía estar atento a la forma en que yo hablaba por teléfono. ¿De verdad iba a pasar esto? Mi crush de toda la vida y el chico que conocí en una de mis noches como escort, ellos dos estarían en la misma mesa para comer porque mamá los había invitado. ¿Era esto un dilema? ¿Cuál sería la solución?

Read on the App

Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books

Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD