CAPÍTULO SEIS
El agente Thomas Sawyer caminaba a paso ligero por la carretera de montaña, echando su gorra de béisbol hacia atrás mientras esquivaba los charcos de las zanjas adyacentes al asfalto. Sus largas piernas se extendían sobre el terreno, más rápido que el ritmo que podían seguir sus dos niñeras del departamento de policía de Seattle.
Se rascó la barbilla, notando a lo largo de la línea de la mandíbula una incipiente, y no intencionada, barba de seis días.
—¿Y bien? —llamó una voz detrás de él—. ¿Agente Sawyer? ¿Qué opinas?
Tom se detuvo junto a la cinta de seguridad, observando uno a uno los conos de tráfico de color naranja. Miró por encima del hombro, inexpresivo, mientras contemplaba a la sargento Alice Faber y a su compañero, el detective Robert López.
Iban pulcros, impe
