CAPÍTULO CINCO
Ilse Beck abrió la puerta a su clienta con cierto alivio. Por un momento, mientras estaba allí sosteniendo la puerta abierta con una mano, echó un vistazo rápido para examinar a Samantha Wright. La mujer de cabello rubio y postura caída tenía un brazo pegado al costado, con una mano pálida que le sujetaba la muñeca de manera defensiva.
Pero parecía gozar de buena salud. Ilse sonrió afablemente y se apartó.
—Sam, me alegro de verte. Entra.
—Hola, Dra. Beck —dijo su nueva clienta tragando saliva y alzando la vista. Su Jeep estaba aparcado de nuevo en el camino de entrada, detrás del Barco —. Lo siento… siento lo del mensaje de voz —No llegó a establecer contacto visual, un destello de vergüenza y frustración recorrió su rostro, y luego pasó sigilosamente junto a Ilse, entr
