CAPÍTULO SIETE Ilse comprobó dos y tres veces las cerraduras de la puerta principal. Esperó, mientras escuchaba el sonido del Jeep que dejaba atrás el camino de entrada y avanzaba por la polvorienta carretera que atravesaba los senderos del bosque, alejándose de la casa del lago. Mientras permanecía ahí, Ilse respiraba lentamente, inspirando y espirando. En su mente vislumbró recuerdos, sombras, que intentaban abrirse paso y amenazaban con salir a la superficie. —Doss. Once víctimas. Desmayos, depresión. Veneno. Pero ni siquiera el truco de la memoria sirvió para calmar sus nervios. Observó el tatuaje alrededor de su muñeca. «Toma cautivo cada pensamiento». A veces era más fácil decirlo que hacerlo. El sonido del Jeep ya se había desvanecido. Pero el efecto que había dejado atrás aú