Capitulo 7

1348 Words
—Tienes casi dieciocho años, así que supongo que no puedo detenerte—. Dice Dominic mientras me entrega la tarjeta con la información de Micah. Era el día siguiente y acababa de salir de mi habitación después de un sueño muy necesario de catorce horas. Sucumbí al cansancio a mitad de la comida y dejé a Dominic con toda mi ruidosa, autoritaria pero bien intencionada familia y la suya mientras mi abuela me acariciaba el pelo. Lo miro y luego bajo la tarjeta que alguna vez estuvo prístina y que ahora estaba doblada por la mitad y olía como si hubiera estado empapada en ginebra. —No sé... realmente lo que quiero—. —No tienes que tomar ninguna decisión ahora mismo—. Noto que no está vestido para el día, usa pantalones deportivos y una camiseta que se estira apretadamente sobre sus músculos y torso y dejo que mis ojos se deleiten con lo visual por no más de un segundo antes de desviar la mirada. —¿Quieres café?— Asiento, sabiendo que esa pequeña fuente de consuelo al menos me sacará de la sensación de aturdimiento. Me siento en una de las sillas y apoyo la cabeza en la mesa de la cocina mientras lo oigo colocar una taza en el Keurig. —¿Todavía estás cansado?— él pide. —¿Quieres ir a descansar? Puedo llevarte el café. Mi cabeza se levanta ante su amable oferta. No estoy acostumbrado a este lado de Dominic. Amable. Cariñoso. Protector. Bueno, él siempre ha sido así a su manera, pero normalmente lo hace de manera muy diferente. —¿Podemos hablar del elefante en la habitación?— Se gira desde donde está preparando mi café y me mira fijamente. Sus ojos azules son curiosos y ladea la cabeza como si dijera bueno, adelante. —¿Me puedo quedar? Quiero decir, mis abuelos viven un poco lejos, y aunque sé que no me echarías, tengo un mes antes de que termine mi último año y luego me iré al final del verano. —No me di cuenta de que te había dado ninguna indicación de que quería que te fueras—. Cruza los brazos sobre el pecho y la forma en que se flexionan me llama la atención. —Por supuesto que puedes quedarte, Luisa. No estaba seguro de si querías irte y quedarte con tus abuelos. En cuanto a eso…— él asiente hacia la tarjeta en mi mano, —Preferiría que no te reunieras con él a solas las primeras veces… al menos no hasta que haya sido absuelto por completo—. —¿No confías en él?— —Todavia no estoy seguro. Él es tu padre, Luisa, así que no voy a decir que no puedas verlo. Sólo estoy... aprensivo. Me gustaría saber más antes de enviarte a algo que podría ser peligroso. Tu madre nunca me perdonaría—. Toma mi café y un poco de crema del refrigerador antes de cruzar la cocina hacia mí. Coloca mi taza favorita de AMIGOS frente a mí y la crema de avellanas al lado antes de sentarse en la silla adyacente a la mesa. —Me mataría perderte también, Luisa... tú eres... eres todo lo que me queda—. —¿A mí?— Chillo. —Tienes a tus padres y a tus hermanos, yo no soy todo …— —Eres todo lo que me queda de ella—, corrige. Trago y asiento lentamente mientras asimilo sus palabras. —Yo también soy escéptico acerca de Micah, Dominic. No voy a escabullirme y encontrarme con un extraño al azar—. —Pensé que querías conocer a tu padre—. Me encojo de hombros antes de tomar un pequeño sorbo de mi café. —Es diferente ahora que está justo frente a mí. Ahora que la oportunidad está ahí. Era fácil fantasear cuando no lo conocía. Cuando él no estaba frente a mí lleno de potencial mentiras y disculpas a medias—. Tal vez no estaba completamente lleno de mierda, pero tal vez mi madre me mantuvo alejada de él a medida que crecía para protegerme de la decepción y el rechazo que inevitablemente surgen cuando trato con un padre Fairweather. Esconder algunas tarjetas de cumpleaños perdidas que envió a lo largo de los años no convierte a mi madre en la villana de esta historia. Me muerdo el labio inferior y lo miro. —El único padre que he conocido nunca me ha mentido. Al menos que yo sepa—. —Nunca.— Él asiente y la sinceridad irradia desde sus orbes azules. Le hago pasar un mal rato a Dominic, pero sé que amaba a mi madre. Esto es tan duro para él como para mí. Miro alrededor de la cocina. Ella había convertido esta casa en un hogar y se siente insondable que tenga que quedarme aquí sin ella. Como si de algún modo esto ya no fuera un hogar. —No puedo creer que se haya ido—. Se me quiebra la voz y tomo otro sorbo de café para intentar aclarar la emoción de mi garganta. Como si pudiera oír mis pensamientos, Dominic habla. —¿Te gustaría quedarte en otro lugar esta noche? ¿Quizás el de Kate? ¿O puedo conseguirte una habitación de hotel si quieres? ¿Si es muy difícil estar aquí ahora mismo? —No... yo... no quiero dejarte aquí—. —Estaré bien, Luisa—. Escucho sus palabras, pero su comportamiento dice algo completamente distinto. Algo me llama y, aunque en primer lugar no tenía intenciones de irme, sacudo la cabeza. —No, estamos juntos en esto, Dominic—. Los días se convierten en semanas y ninguno de nosotros ha regresado a la escuela. Como estoy en el último año, mi año termina a mediados de mayo, lo que significa que básicamente me perdí lo último de mi carrera en la escuela secundaria. El baile de graduación, el picnic de la clase, las fotos del anuario, aceptar mi reclamo como 'Mejor Clase de Sonrisa de 2019', me lo he perdido todo. Dominic está de licencia por el resto del año y, aunque no estoy obligado a regresar, es mi última semana de clases y, después de haber estado ausente durante casi un mes, creo que ver a mis amigos me hará bien. Todavía estoy planeando cruzar el escenario y necesito mi toga y birrete, aunque Kate me dijo más de una vez que los recogería por mí. Pero necesito algún tipo de normalidad. Pero, ¿cómo volverán las cosas a la normalidad sin mi madre? A los niños se les enseña, a menos que primero sucumban trágicamente, que perderán a sus padres en algún momento de la vida. Nunca es fácil e incluso los adultos mayores luchan por afrontarlo; ¿Por qué tuve que hacer esto a los dieciocho años? ¿Antes de haber vivido? Hay tantas cosas que todavía necesito que ella me enseñe. Nunca antes me había enamorado. No he perdido mi virginidad. Nunca he vivido solo. O era dueño de un auto. No sé nada sobre un 401k o tasas de interés o el mejor momento para comprar una casa. Ni siquiera sé cocinar nada más que tostadas y huevos revueltos. ¿Quién me enseñará todo eso? El rostro de Dominic pasa brevemente por mi mente con respecto a las cosas más prácticas. Me ha enseñado a andar en bicicleta y a conducir, pero todavía la necesito . Bajo las escaleras, mis chanclas golpean la madera con cada salto hasta que llego al final. Llevo un vestido n***o que resalta mi cintura y llega justo por encima de mis rodillas debajo de una camisa de cambray que me enrollé hasta los antebrazos con el cabello recogido en una elegante cola de caballo que roza la parte superior de mis hombros. Es la primera vez que me esfuerzo en mi apariencia en semanas y se siente bien. Por primera vez en un mes, vislumbro mi antiguo yo.
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