La Costa Azul

1932 Words
Las palabras de Bruna no han dejado mi cabeza desde que me las dijo, y yo parezco vagabundo buscándola por todas partes, con sólo decir que he ido a dos fiestas el mismo fin de semana sólo por encontrarme con ella, pero nada, ni un rastro, como si la tierra se la hubiera tragado, por lo que he llegado a pensar que es sólo parte de mi imaginación y he decidido dejarla de buscar.  Así que ahora voy a las fiestas a distraerme, a pasarla bien.  Desde que se corrió la voz de que un nuevo dueño de las empresas Montemayor ha tomado posesión, mujeres, muchas mujeres han pasado ante mis ojos como una pasarela que sólo está hecha para mi. Rubias, morenas, castañas, curvadas, altas, bajas, más de las que he podido imaginar en mi vida, han querido colarse entre mis sábanas y hacerme pasar noches "maravillosas" en las que aún no he caído, no sé porqué. Tal vez porque estoy consciente que buscan algo más allá y en este momento no es lo que deseo, por lo que llamé al único número que sé me puede ayudar…a Rodrigo Moore, el “Party Boy” y “Womanizer” por experiencia.    ―Mira amigo ― me dice Rodrigo mientras comemos el famoso "Brunch" en uno de sus restaurantes ― lo que necesitas es salir de aquí ¿qué te parece si vamos a la Costa Azul  este fin de semana?.― ―¿La Costa Azul ? ¿A qué? ― pregunto inocentemente y él se ríe. ―A que disfrutes más de lo que ya lo haces. Venga, es hora de que Sebastián Sanz salga y sepa lo que es la buena vida.― Al principio dije que no, pero después de reflexionarlo bastante pensé ¿Por qué no? Soy joven, apuesto, la ropa que ahora me pongo me ha dado un poco más de personalidad y lo mejor de todo, puedo hacerlo, tengo hasta avión privado y todo.   Así que hice una pequeña maleta, dejé encargado a Rex con Saúl y ese mismo fin viajé a la Costa Azul , conocida por su animada vida nocturna, con importantes clubes nocturnos y sobre todo las playas, me encanta la playa. Las villas tranquilas, los lugares de retiro y las tiendas, todo rodeado de una hermosa costa que también invita al romance.  Confieso que sólo la había visto por fotos, pero ahora que estoy recorriendo sus calles en compañía de Rodrigo y sus otros amigos que creo al final serán los míos, no me la puedo creer. Es extraño como un poco de dinero te da todo y la gente te observa y te trata diferente, eso es algo que aún no puedo entender.   ―¿Qué te parece Sebas? ¿eh? ― me dice Rodrigo mientras nos preparamos para salir de fiesta ― ¿Estás listo para demostrar lo galán que puedes ser? ― me anima. ―Bueno, en verdad no sé si soy tan galán como pienso que soy ― y es verdad, la única relación estable que tuve fue con Amy, la mesera del bar que después de dejó por el de la guitarra de la banda de rock. ―Pues hoy es la noche, así que arréglate y prepárate para ser el millonario, apuesto y educado que sé muy dentro de ti tienes. Después de unas cuantas copas en un bar del malecón, caminamos hacia uno de los night clubs más exclusivos de Costa Azul  donde Rodrigo es dueño y podemos pasar sin problema. La música está a todo volumen y el club a reventar. Desde que entro me llama la atención la cantidad de chicas guapas que bailan en el lugar, y parece que yo tampoco no les soy indiferente porque cuando pasé al lado de una me tomó del brazo haciendo que me parara por un segundo para hacerle caso ― ¿Vienes solo? ― me dijo sin ningún reparo y se mordió el labio provocativamente. ― Viene conmigo ― dijo otra chica que se pegó a mí. ―Lo siento chicas ― escucho a Rodrigo quien me toma del brazo ― Pero por el momento viene a divertirse y me jala para que sigamos caminando. ―Pero si me estoy divirtiendo ― digo sonriente e impactado por el efecto que causo  mientras camino junto a él. ―No, no, no, hazme caso, todavía no es para ti.  La mesa V.I.P de Rodrigo está cerca de la pista pero algo escondida del resto de las personas. Una botella de champaña nos yace en el centro y unas copas que sólo están esperando a ser servidas. Cada quien toma una y Rodrigo hace un brindis para obligarnos a todos a tomar ― Esta noche, es para darle la bienvenida a Sebastián al mundo del Jet Set, para darle agregarlo al grupo y principalmente para que aproveche lo que su abuelo, Dios lo tenga en su gloria, le regaló. La música cambia y se escucha un grito de júbilo de todos los que están en la pista y comienzan a bailar incluyendo a Rodrigo que se mueve con el ritmo de la música hacia una chica que baila sola para después moverse divertidos al ritmo de la tonada. Mientras tomo otro sorbo de champaña bailo ligera y discretamente sin causar tanto alboroto, por en realidad no sé si soy bueno para bailar o no, hasta que la música cambia de nuevo. Ahora la música es más latina y con éste un cambio de luces que me deja ver un poco más a la gente que bailar en el centro de la pista. Rodrigo se acerca a mí moviéndose al ritmo de la música y me dice al oído ―¿Ya viste a la rubia de la pista? ― ―¿La rubia? ― le pregunto Me señala con la mano y en medio de la pista hay una chica rubia increíblemente guapa bailando sola, y como si fuera magia la pista se abre dejándome pasar entre la gente. Mientras camino hacia ella puedo verla moverse como nadie al ritmo de la música, disfrutando cada movimiento de su cuerpo. Su vestido de lentejuelas doradas la hace brillar en medio de todo, llamando la atención de todos los hombres que están en la pista, supongo porque las lentejuelas no dejan nada a la imaginación. El cambio de luces da el ambiente perfecto a la música que invade el lugar y sus lentejuelas me llaman como una abeja a la miel. Me acerco a ella, ya que encuentro una oportunidad para hacerlo, y cuando ella se da la vuelta no puedo creer lo que mis ojos ven ― ¿Bruna? ― le digo, pero la música está tan alta que sé que no me escucha. Ella me toma de las manos y jala pegándome a su hermoso cuerpo y comienza a mover las caderas con el resto de su cuerpo acompañándola momentos después. Me siento como un idiota porque entre el shock de verle ahí, de rubia, y el no saber bailar tan bien como ella, creo que no me puedo mover como deseo. Se acerca a mi oído y escucho su sensual voz ― Déjate llevar, no tengas miedo― me dice y luego me da una sonrisa coqueta que me pone en el ambiente. Ella se voltea y ahora me da la espalda, se pega contra mi cuerpo y sigue moviéndose, esta vez mis manos bajan a su cintura y después un poco más abajo hasta llegar a su descubierto muslo que me trae increíbles recuerdos. Bruna se mueve, me prende, y me lleva lejos, tan lejos como mi imaginación pueda dar, no me importa si las luces del lugar nos cubren completamente a nosotros, o si hay miles de miradas sobre nosotros, estoy bailando con ella y eso me mantiene completamente hipnotizado. Puedo sentir la tersa piel de sus muslos sobre mis manos y mientras subo las manos subiendo al mismo tiempo su vestido, ella roza más su trasero contra mi hombría. Sus manos suben sensualmente por su cuerpo hasta llegar a mi rostro que está pegado a su cuello, donde puedo respirar su delicioso aroma, después sube las manos al aire y comienza a moverlas mientras sigue llevando el ritmo con sus caderas, mientras yo estoy aferrado a ella y disfruto cada movimiento que frota contra mi cuerpo, además de tener la fortuna de poder acariciar el suyo sin limitaciones. Bruna se aleja de mi y se voltea para quedar frente a mí, la música cambia y ella lo hace con el ritmo, moviéndose un poco más rápido pero igual de sensual. Toma a una chica que está al lado de ella y la pega a ella, todo esto viéndome directamente a los ojos, seduciéndome, atrayendo mi atención que es obvio que la tiene por completo desde hace momentos atrás. La pelirroja trae una paleta de dulce en los labios y mientras baila la chupa de una manera tan provocativa que ahora no sé a quién mirar más. Comienza a bailar con la chica pegada completamente a ella, rozando sus cuerpos de una manera peligrosa y erótica, la cabellera pelirroja de la otra chica se enreda en sus dedos. Vuelve a alejarse y se acomoda el cabello rubio, comienza a bailar y antes de irse me da un ligero beso en los labios después se aleja de la pista perdiéndose entre la gente que está alrededor de nosotros. Reaccionó rápido y la sigo hasta la barra donde se sienta y en barman le da una bebida que se termina de un sorbo. ― ¿Bruna? ― vuelvo a repetir, pero ella me ignora por completo ― Sé que me conoces ― repito. Ella me ve a los ojos y sonríe ― Guapo, lo siento pero estoy casada ― dice y me enseña una sortija en su mano ― suerte para la próxima. ―¿Casada? ― digo en voz baja inaudible para el ambiente del club. Ella se pone de pie y un hombre de unos cuarenta años más o menos se acerca a ella y le da una pequeña bolsa ― ¿Nos vamos bella? ― le dice en una voz que me permite escuchar todo. ― Vamos, muero por llegar al jacuzzi contigo ― le dice y luego camina pasando a mi lado ― Bye guapo, gracias por el baile ― y me guiñe el ojo. ¿Bruna? ¿Casada? Espera ¿qué? Mientras ella sale del club con el hombre este que ahora está la sigo y mientras él se distrae con otra persona la tomo del brazo y la alejo de él ― ¿Bruna qué te pasa? ― le pregunto confundido. ―Oye, mañana hablamos ¿O.K? ― me comenta. El hombre la toma de la cintura y ambos salen del club sin mirar atrás. Veo como se suben en una camioneta GMC y el chofer les cierra la puerta para así dejarme en la puerta del club confundido. ―¿Vas a salir? ― me dice uno de los guardaespaldas de la entrada. ―No, claro que no ― contesto confundido y un poco molesto no sé por qué. Entro de nuevo, con un tipo de euforia que no conocía en mi, el baile con Bruna me ha prendido y despertado algo que, en combinación del alcohol, me lleva a caer en el ambiente de la fiesta. Regreso a mi mesa para tomar no una sino tres copas más de champaña que sé son el principio de lo que será una terrible resaca al siguiente día.
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