capitulo 9

1570 Words
  Mis días fueron muy aburridos, iba a la universidad y luego me pasaba el resto del día en la casa cuidando de mi madre. Aunque las peleas mañaneras de Karen y Maribel eran divertidas, prefería las conversaciones en las madrugadas con el tonto de Arturo. Si, lo extraño. Es algo tonto confesarlo, pero el empezaba a gustarme. No tenia ni una semana conociéndolo y ya siento que el es mi alma gemela. Es muy raro en ciertos sentidos. Deje aquellos pensamientos absurdos y me levante de mi cama, abrí las cortinas haciendo que el sol mañanero me alumbre con su luz. Tome un conjunto de los de mi armario, un vestido blanco y unas zapatillas de tacón bajo. Al entrar en el baño, cepillé mis dientes y me di una ducha caliente. Luego de arreglarme y alistar mis cosas para ir a la universidad, decidí bajar a desayunar. La mansión estaba un poco callada, me asuste un poco, en esta casa nunca había silencio. Decido caminar hacia el comedor al percibir el rico olor a chocolate caliente. Abrí la puerta y como lo sospechaba, justo en frente mío había una taza de chocolate caliente. Mire hacia ambos lados y no había nadie. Me senté en unas de las sillas del comedor. y tomando mi rica taza de chocolate caliente, empecé a revisar mi teléfono. Minutos después escuche pasos cercas, al parecer mi familia decidió despertarse. La puerta se abrió y antes de ver quien había entrado, mi familia gritando y cantando al mismo tiempo se me adelanto. -Feliz cumpleaños-gritaron todos al unisonó. Toda mi familia estaba en frente mío, mis hermanos cantando, mi padre con mi hermanita en brazos y por supuesto, mi madre en una silla de ruedas con un hermoso pastel. -Ven, pide un deseo-me pidió mi madre con una sonrisa en el rostro. Me acerque a ella y me agache un poco. No necesitaba nada en esta vida, una parte de mi me decía que ya lo tenía todo. Los mire a todos y note los ansiosos que estaban porque apagara las velas. - Esta bien, aquí voy-cerré mis ojos y junté mis manos. Pido seguir teniendo momentos como estos con mi familia. Sople las velas y en cuanto vieron que se apagaron empezaron aplaudir todos. -Ahora, mordida al pastel-Mónica sostuvo el pastel entres sus manos y lo acerco a mi cara. Sabia a donde iba esto. De la nada todos empezaron a gritar ¨mordida¨ ¨mordida. -Está bien-abrí mi boca y me acerqué más al pastel. En un momento inesperado sentí varias manos en mi cabeza empujándome hacia adelante. Lo último que sentí fue como mi cara chocaba con el pastel y me llenaba de glaseado. Lleve mis manos a mi cara y quite el pastel de mis ojos, en cuanto me lo quite, enseguida los abrí. - ¿Cómo se atreven? Los golpeare a todos-tome del glaseado del pastel y empecé a ensuciarlos-Se lo merecen-les grite al ver la mueca de asco que ponían. -vas a tener que ducharte antes de ir a la universidad, estas toda llena de azúcar-me reprocho mi madre. -No te preocupes madre, después de todo hoy le tocaba baño-todos se echaron a reír por el tonto chiste de Marcos. -Te pasas-le tire un poco de pastel en la cara. Subí las escaleras y volví a repetir mi rutina. Luego de unos veinte minutos estaba lista. No siempre se cumple veinte dos años, hoy hay que celebrar. Bajé las escaleras, me despedí de mi familia y conduje directo a la universidad donde Karen y Maribel me recibieron con los brazos abiertos. -Feliz cumpleaños-gritaron ambas dejándome casi sorda. -Gracias a las dos-la abrace a ambas. -Te llevaremos a festejar esta noche, pero no preguntes a donde, es una sorpresa- aunque la intriga me mataba, me quede callada. Luego de bromas entre nosotras y de enterarme de la mudanza de Maribel hacia la casa de Karen nos fuimos a nuestra aula. Las clases se volvieron infinitas, el tic tac del reloj me tenia algo cansada, las clases eran muy entretenidas pero demasiadas largas para mi gusto. -Pueden salir-el maestro abrió la puerta dejándonos salir, pero en cuanto iba a huir su voz me detuvo- ¿puedes quédate, Melody? Me gire para verlo y me acerque a él. - ¿Qué necesita maestro? -Feliz cumpleaños-saco una cajita del bolsillo de su camisa-Compre esté presente. Me entrego aquella cajita dorada y luego me abrazo. -Espero que la pases bien-no dije nada, estaba sorprendida. -Gracias-abrí la cajita y noté que había un collar con una rosa blanca. -Escuche por ahí que te gustaban las rosas-la tome entre mis manos y luego lo mire a él. -No lo puedo aceptar, es demasiado-trate de devolverle el regalo, pero se echó para atrás. -Por favor acéptalo-al terminar de decir aquellas palabras salió del aula dejándome sola. Eso si fue extraño, demasiado diría yo. Sali del aula encontrándome con Maribel y Karen viendo ¿Ropa? -Volví chicas-me senté junto a ellas. - ¿Quién te regalo eso? -Karen tomo el regalo entre sus manos y lo abrió. -Fue el maestro de filosofía-le conteste. - ¿El de filosofía? ¿Abraham? -asentí. -Uy, es unos de los maestros más jóvenes de la universidad, tal vez se haya enamorado de ti-ambas me miraron y yo me quede esperando que se rieran, pero no, ambas estaban muy serias. -Imposible. -No lo es, incluso es mas guapo que muchos chicos de la universidad, y tú eres muy guapa, hay una gran posibilidad de que sea cierto. -Dejen de decir tonterías y mejor vamos a preparar lo de esta noche-me levante del asiento emocionada-Mi hermana me trajo la última colección de vestidos de la empresa para la que trabajar. -Esos es grandioso, estábamos buscando vestidos, pero no encontramos, es grandioso tener amigas como tu-ambas se levantaron y me llevaron con ellas. - Se puede decir que después de siete horas jugando en mi cuarto, tirando ropa por todas las esquinas y hacemos mascarillas, logramos terminar. Las tres nos veíamos fenomenal, Karen con su vestido blanco, Maribel con su vestido azul, y yo con un vestido rojo. Nuestros vestidos tenían algo en común, nos llegaban mas arriba de las rodillas y lo que no podía faltar; tacones. - ¿Y ahora como bajamos? Tu padre nos prohibió asistir a fiestas y no quiero que vayan los aburridos de tus hermanos, ningún chico se me acercara. Karen bufo. -Tengo una idea, podemos bajar por la ventana-abrí la ventana de mi habitación y miré hacia abajo. -Mi vida vale mucho-se excusó Maribel. Tiré mis tacones por el ventanal y decidí bajar yo. Simplemente puse mi pie afuera de la ventana y salte. Escuche el grito agudo que pego Maribel, pero se calmo al verme sujeta a una soga. -No es la primera vez que hago esto-les grite para que me escucharan-Es su turno. Maribel y Karen me imitaron tirando los tacones, y bajaron muy despacio por la soga. -Te vi los futuros hijos-Le dijo Karen a Maribel en cuanto ambas estaban en el suelo. -Tus futuros hermanos-le contento ella con sarcasmo. -Dejen de pelear, tenemos que correr antes que el de seguridad nos vea-las tres tomamos nuestros tacones en nuestras manos y salimos corriendo-Corran-abrí la puerta de mi coche y sin esperar ni un segundo empecé a conducir. -No pensé que nuestra Melody fuera tan rebelde-comento Karen mientras se ponía sus tacones. -Soy una chica rebelde, no, somos unas chicas rebeldes-las tres reímos al mismo tiempo. -No se porque aun debemos pedir permiso para salir si ya somos mayores de edad-dijo Maribel luego de especificar a donde íbamos. -Nuestros padres son amigos, saben que no pueden dejarnos solas cuando hay alcohol en nuestro sistema, aun recuerdo el desastre que hicimos en el cumpleaños numero veinte uno de Karen, terminé tirada en la fuente del parqué central-les hice recordar. -Yo gaste casi un millón de dólares en algodón de azúcar-menciono Maribel. -Yo pedí un taxi para ir a mi casa, cuando la fiesta fue en mi propia casa, terminé en casa de mi ex – le siguió Karen. -Pues tendremos nuevas experiencias, llegamos al lugar-les informe bajándome del auto. Era un bar, parecido a un club nocturno. Las tres entramos al lugar, el olor alcohol inundo nuestras fosas nasales. -Que empiece la diversión-fuimos a pedir nuestras bebidas y cuando sentí el alcohol pasar por mi garganta, de repente me emocione. -  Hey, mozo, una fila de shorts de tequila para la cumpleañera-enseguida muchos vasos fueron puestos frente a mis ojos, el encargado empezó a llenarlos de lo que mi parecer era el tequila. - ¿No son demasiados? -pregunte al ver la larga fila. -Son solo veinte dos shorts, nada grave-cuando vi que el mozo había terminado su acto con la bebida empecé a beber uno por uno. La gente empezó a animarme y en menos de lo que esperaba ya me los había tomado todos. -Se siente bien-grite cuando termine de beberme el últimos, la gente a mi alrededor empezó a gritar y a bailar-Vamos chicas, la noche es aún joven-dije subiéndome al escenario y bailando en uno de los tubos. Las chicas se unieron a mi y empezamos bailar entre nosotras, Mientras poker face de Lady Gaga sonaba. Empezamos a tomar como tres locas solteras e independientes, o eso fue lo que dijimos Karen y yo antes de hacer al suelo y por supuesto; desmayarnos.
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