[OLIVIER]
Al día siguiente: 3 de julio
Mi cabeza no ha dejado de darle vueltas a las palabras que me dijo Cairo anoche, no he podido dejar de formarme teorías acerca de lo que le pudo haber sucedido e incluso me tome el trabajo de revisar sus r************* para ver si había algún indicio de lo que le pudo haber ocurrido en su pasado que la hacen ser esta mujer tan dura que es hoy, pero solo me he encontrado con fotos suyas en su vacaciones y con algunas amigas que aparentemente tiene en diferentes partes del mundo; y a la única conclusión que he llegado, es que se ve increíblemente bien en traje de baño.
Me miro al espejo mientras termino de abrochar las mangas de mi camisa, y observo minuciosamente los detalles de mi traje gris dado que ahora tengo una inspectora de trajes que no me dejara pasar algo que este mal —¿Por qué estas usando ese traje?— Escucho la voz de Nicole y al voltear para ver hacia la puerta, allí la veo con sus libros en la mano.
—¿Me queda mal?— Indago y niega.
—No, todo lo contrario, sé que es uno de tus favoritos y que lo usas solo cuando quieres impresionar a alguien ¿a quien intentas impresionar?— Averigua entrando a mi habitación y deja los libros sobre uno de los muebles.
—¿No se te hace tarde para ir a la universidad? Es tu primer semestre, creo que es mejor que llegues a tiempo— Sugiero tratando de cambiar de tema, pero no lo consigo porque ella solo se para enfrente de mi y me ayuda con la corbata.
—No intentes distraerme y dime el nombre— Presiona.
—Nicky… si todo sale bien, me casare con Cairo Becker— Le cuento finalmente y tal, y como me lo esperaba, ella se me queda mirando como si le hubiese dicho una locura.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Tú y ella?— Trata de preguntar, pero niego de inmediato.
—Es un negocio, sabes que nuestra situación es bastante complicada y yo tengo algo que ella necesita y ella tiene algo que yo necesito…— Intento resumir.
—Sé lo que tienen que necesita el otro, pero no me hagas ser vulgar— Murmura haciéndome reír.
—¡No! ¡No es eso! Es decir, entre nosotros no hay nada… es un negocio, no hay sexo, no hay amor… es solo una muy buena transacción— Le resumo y por alguna razón, ella me mira como si no me creyera.
—Aha… como digas— Murmura y sonríe —Debo irme a la universidad ¿sí? Pero luego me cuentas mejor— Continua.
—Esta bien, que te vaya bien y disfruta de tus clases de verano— Bromeo sabiendo que es mi mejor manera de molestarla y con su mirada me lo dice todo.
—Y tú, tu cita no romántica con Cairo Becker… no sé si lo sabías, pero todos los mis compañeros de clase, es decir los hijos de los ricos, se babean por ella… asique imagínate los que tiene su misma edad ¿no te parece raro que no tenga pareja y que de repente tú te vayas a casar con ella por un acuerdo?— Comenta mientras que se marcha, pero es tarde para hacerle preguntas porque rápidamente baja las escaleras para después salir de la casa.
[…]
Sé que Nicole tiene razón, que todo esto es muy extraño, pero sinceramente esta mujer es mi única salvación para salvar el patrimonio que me queda y cuanto menos preguntas haga, más posibilidades hay de que las cosas salgas bien; además, un trato es un trato ¿no?
—Señor Gagnier, la señorita Becker ya esta lista para recibirlo— Me anuncia la joven y pelirroja secretaria de Cairo, y de inmediato yo me pongo de pie.
—Gracias— Digo y acomodo mi saco y corbata mientras que ella me hace seguirla hasta la oficina de su jefa en este moderno y lujoso edificio. Una vez que ella abre la puerta y me anuncia con Cairo, yo entro, y allí la veo de pie frente a su escritorio vistiendo un entallado vestido color champagne corto hasta la rodilla con mangas cortas y un cinturón dorado que le queda increíblemente bien junto a sus zapatos de tacón que hacen juego con el vestido.
—Bienvenido a mi oficina Olivier— Me saluda sonriente y sonrió también al escucharla tutearme.
—Muchas gracias, Cairo— Respondo.
—¿Quieres un café, agua o algo?— Me ofrece.
—No gracias—
—Ya has escuchado Carina. Por favor que nadie nos moleste ¿sí?— Le pide a su secretaria mirándola fijamente.
—Por supuesto señorita— Contesta ella y se retira cerrando la puerta detrás suyo y por mi parte me quedo observando la amplia oficina con paredes de vidrio que dejan ver la hermoso ciudad de fondo.
—Muy bonita oficina— Comento.
—Gracias ¿quiere sentarse?— Me ofrece mientras que apoya sus caderas en el borde de su escritorio y yo me quedo observándola.
—Claro— Murmuro algo nervioso y escojo sentarme en la silla que esta justo frente a ella —Como verás, estoy aceptando tu trato— Digo y sonríe.
—Eres un hombre inteligente— Habla sin dejar de mirarme a los ojos y sonrió.
—Puede ser, solo que antes de seguir adelante con todo esto, necesito que me aclares una duda— Le pido y por primera vez me mira confundida.
—Te escucho—
—He visto que vas siempre de viaje con tus amigas, mi hermana dice que todos sus compañeros de la universidad están locos por ti, asique si eso es con unos niñitos de la universidad, no me quiero imaginar lo que debe ser con los hombres de nuestra edad… Cairo, vamos a ser claros, eres extremadamente hermosa, pero me dices que no crees en el amor—
—Has tu pregunta— Me interrumpe.
—¿Te gustan los hombres? ¿o acaso…? Es decir, no discrimino ni nada de todo eso, pero necesito saber— Explico enredándome en mis propias palabras.
Ella sin decir una sola palabra, se acerca a mi, me toma del cuello de la camisa y se inclina hacia mi mirándome fijamente —Olivier, no me gustan las mujeres… me gustan mucho los hombres, demasiado diría yo, pero no me enamoro ¿entiendes? Nosotros dos vamos a tener un trato que nos dará millones de dólares a los dos, y no incluirá a una tercera, al menos no de mi parte ¿me explico?—
—Perfectamente— Respondo y llevo mis manos a sus caderas —¿Y tú y yo que?—
—¿Qué de que?— Inquiere y sonrió.
Sin que se lo espere, me pongo de pie y con mis manos en su cintura, hago que sus caderas queden una vez más contra su escritorio —Digo… a mi me gusta tu perfume, a ti te gustan mis trajes… no sé, podemos hacer de todo esto algo un poco más entretenido ¿no lo crees?— Le pregunto y sus ojos se fijan en los míos para después sonreírme.
—Te dije que no creo en el amor—
—¿Y quien te hablo de amor?—
—¿Qué tal si lo negociamos en nuestra fingida luna de miel la próxima semana?— Sugiere y esto si que no lo esperaba.
—¿Qué?—
—Nos casamos el próximo sábado, creo que necesitas el dinero con urgencia ¿no?— Me dice y rio.
—Eres…—
—Practica—
—¿Lo planeas todo o me tengo que encargar de algo?—
—Te hare llegar todo, solo dile a tu hermana que no puede divulgar que esto es un trato, tenemos una reputación que cuidar… ah… y un detalle, mi padre tampoco lo puede saber— Expresa y se separa de mi.
—¿Qué?—
—Lo que escuchas, y ya te dije, podemos negociar algunas cosas en nuestra luna de miel… creo que podemos pasarla bien— Habla y me guiña un ojo para luego agarrar un folder como si nada hubiera pasado aquí.
—¿Me voy?— Inquiero confundido.
—Si quieres— Murmura y de verdad que no entiendo nada, pero supongo que las cosas con Cairo son exactamente así.