Ludmila
— ¿Te has lastimado? – el grito de mi madre el teléfono - ¿Cómo cuando te caíste del árbol o cuándo decidiste jugar con cuchillo? – me reí – No es gracioso Lu.
— Como cuando me caí del árbol de casa, no el del parque. – aclare.
— Dios, no puede ser que ni de grande pares – arquee una ceja.
— Llamando a los santos madre – hubo un silencio.
— Creo que hacerte la graciosa no funciona, demasiado te dejo libre como para que hagas estas cosas – la voz de mi padre sonó – Se desmayo y cayo, tiene una contusión.
— ¿Sangro? – escucho su pelea por el teléfono. – Mi nena, ¿sangraste? – ruedo los ojos.
— No papi, no paso nada, fue solo un golpe, al estilo patio de casa, nada más – suspiro.
— Viajaremos para allá – el pánico llego.
— No, no lo harán, lo hemos hablado, no pueden venir, no quiero que los vean, no quiero que lo conozcan, estoy bien así, no es necesario, tengo todas las partes de mi cuerpo en su lugar. – resoplo.
— Necesito saber si alguien te toco – estaba conteniendo su enojo.
— No, nadie lo hizo – hable tranquila – Solo cuando me analizaron en el hospital. – gruño bajo.
— Me refiero, a Por qué te desmayaste – ah era eso.
— Sali anoche, me emborraché, dormí poco y fui a trabajar.
La línea quedo en silencio de nuevo, yo no les mentía a mis padres, la verdad es que ninguno de nosotros teníamos secretos, llevábamos las cosas bien, siendo sinceros, aceptábamos cada verdad.
Supongo que todos tenemos un pasado, mis padre lo tienen, yo lo tengo, no era la mejor alumna, no por mis notas, en eso era muy buena, pero tenía un gran problema con mi comportamiento, digamos que me gustaba golpear a mis compañeros, las ordenes no eran lo mío y mis padres terminaban castigando día sí y día también.
— De nuevo el alcohol – mamá suspiro, estaban en altavoz.
— En mi defensa no tomaba hace mucho, pero no es un problema joder, era mi etapa rebelde. – respondí enojada.
— Y cochaste dos coches – abrí la boca.
— El primero no fue mi culpa, el sujeto se pasó el stop, eso no puede ser culpa mía, lo otro, bueno, puede que, si lo sea, pero no vi el semáforo en rojo – de nuevo suspiraron.
— Creo que no veía, diste 1.7 en el control – era verdad, no veía.
— Solo quería informarles – murmure.
— Ludmila, como vuelvas a lo de antes el trato se acaba, todo lo que tenemos se acaba, no hay más libertades – suspire.
— Fue solo un error – hable bajo – Dios, dijeron que me iban a dejar hacer esto, es lo mínimo, me he adaptado a cada cambio, les pedí esto, se los pedí – nuevamente silencio.
— Sabes lo que va a pasar – dijo mi madre.
— Lo sé, no lo hare más, no llamare la atención de nadie. – suspire.
— Te recuerdo que nos tuvimos que mudar dos veces por tu problema, no puedes, no he quiero envuelta en nada o se acabó. – no dije nada, solo corte.
Era verdad, ellos se habían adaptado a mí en muchas oportunidades, quizás yo tuve que ceder más por ellos, pero al final de cuentas ellos tuvieron que cambiar por mí, mis hermanos, todos ellos se adaptaron a cosas porque yo no había podido con mi genio en una época.
Mis padres no tenían que preocuparse por el alcohol, porque la realidad era que no tomaba a menudo, pero había tenido una época porque aquello se había vuelto como mi moneda corriente, tenía un serio problema a la hora de controlarme y eso adormecía todo lo otro, lo que me había enterado.
Tomo aire y me quede mirando el techo, tenía que volver mañana a un control, pero no sabía si quería, mi cuenta del hospital había sido extrañamente pagada, tenía a un sexy paramédico mandándome mensajes, porque era bueno robando números de teléfono o quizás porque mi amiga había decidido romper con todo tipo de código y darle el bendito número.
Pero a mí no me interesaba aquel sujeto, para nada, solo quería saber qué hacía el hombre de la cafetería en el hospital, porque me miraba de aquella forma y cómo era posible que fuera tan guapo, acaso lo habían hecho con polvo mágico.
El golpe de mi puerta me hizo mirar y Danna asomo.
— Me entere que estas embarazada – apretó los labios con fuerza para no reírse.
— Ya ves, nace a finales del año, lo hice anoche mientras bailaba con aquel chico – soltó una carcajada grande mientras se acomodaba a mi lado.
— ¿Cómo le pondremos? – pensé.
— Si es nena Penélope – me miro – Si es nene, Arrimadas – comenzó a reir.
— Eso es un apellido – subí mis hombros.
— Lo usare como nombre, y me cambiare el mío a Susana Braga – moví la mano y carcajeo.
— Eres una tonta, aunque Jenna hablo de un hombre misterioso, un paramédico sexy y tú queriendo matarla – afirme.
— Es un buen resumen, quizás solo tenía que decir que hablo de mí en un caño y aclaro que no era nada s****l – ambas reímos.
— ¿Saldrás? – afirme.
— Esta tarde voy, no es mi primer golpe – sus ojos fueron a los míos
— Nunca me contaste como es que te rompiste uno de tus dedos – mire mi mano.
— Peleando, hacia muchos deportes, de todo tipo, supongo que soy inquieta – me miro.
— Pero cómo – tome aire.
— Bueno, veamos, estaba en clase de karate, todo bien hasta que un chico me molesto, le pegue, él a mí, le quebré el brazo, él el dedo – sintetice.
— ¿Le quebraste el brazo? – afirme
— Era un poco volatín en ese tiempo, papá casi se muere de un infarto, mamá me pregunto por qué, les dije que me toco sin mi consentimiento y papá solo dijo que la próxima era la nariz – ambas carcajeamos.
— Tus padres se ven buenos – asevere.
— Son los mejores.
No mentía, eran los mejores, yo no podía pedir padres mejores que ellos, pero eran estrictos en muchas ocasiones, algo que yo no compartía, sin embargo, no entendíamos, ellos lograban mantenerme en un lugar tranquilo.
Me quede acostaba por más rato del que pretendía hasta que llegó la hora de irme a entrenar, tome mi conjunto y todas negaron, pero ellas sabían que no iban a ganar esta pelea conmigo, era bastante terca.
Salimos del edificio hablando de la presentación que se llevaría a cabo en unos días, las chicas no paraban de hablar de las coreografías y definir algunas cosas, yo por mi parte simplemente me concentraba en mi música, tenía que bailar con otro compañero una canción y hacer un solo, hoy practicaría el primero nuevamente.
— Lo estás haciendo de nuevo – Char me miro.
— ¿Qué cosa? – junte mis cejas.
— Los pasos de baile mientras caminas – comencé a reir.
Me había pasado varias veces el bailar en la calle, mientras esperaba el autobús o en la plaza mientras hacía ejercicio, algunas veces me habían pagado por el pequeño espectáculo que había logrado, me gustaba, pero no era la idea en esta oportunidad.
— Es que estoy corta de efectivo – bromee y entramos en el salón.
— Gracias a todos los astros – Ruth apareció frente a nosotros – Tenemos ensayo general.
— ¿Qué? – consulte algo asombrada.
— El señor que nos contrato quiere ver el show antes, está esperando – aplaudió – Vamos, ahora, ahora.
Nos miramos en silencio y pasamos directo a los camarines, yo llevaba en solo una coreografía la misma ropa que mis compañeras, después estaba bastante floja de ella, pero era parte del espectáculo, lo quería estilo Las Vegas, lo tendría a ese estilo.
— ¿Es necesario el maquillaje? – negó.
— Solo la ropa, el resto sabe que se hará después – afirme y me cambie.
La coreografía de apertura comenzaba con el telón completamente cerrado, la música comenzó y todos nos movimos mientras se abrían la tela roja, las luces del publico estaban completamente apagadas, pero se lograba ver una sombra.
Sonreí como siempre, moviéndome a tiempo, era una de las que estaban en la primera línea, si yo me equivocaba, el resto me seguiría, eso no podía pasar.
Moví mi hombro hacia un lado, luego al otro, mis manos seguían el ritmo, un giro doble y luego al final hasta que la música termino.
Salimos todo de escena, algunas se prepararon para salir, pero yo me fui a cambiar por mi ropa para tela, me cambie veloz, acomode mi cabello y salí para irme al final del teatro, mire varios hombres de saco n***o, junte mis cejas confundida hasta que recordé que el hombre seguramente era rico y eran sus guardaespaldas.
Me pare en la puerta, soné mi cuello y mire el teatro mientras esperaba mi turno, mis ojos se detuvieron en una sombra en la parte de arriba, era una persona, de eso no había duda, pero no se veía, la música termino y la luz alumbro mi entrada “The Time of my Life”
Mis pies se movieron despacio, uno adelante del otro en punta, podía sentir la mirada del ambas personas en mí, mi compañero estaba en el escenario, moviéndose mientras me miraba, llegue hasta el escenario donde se agacho para llevar su rostro al mío y di la vuelta dándole la espalda, sus manos rozaron mis brazos hasta levantarlos.
Me tome de su nuca y me levanto, mi cuerpo giro en el aire, sus manos me soltaron dejando de diera un giro doble para luego terminar mirándolo, se quiso acercar, pero me fui hacia donde la tela se encontraba, mis pies se enredaron en ella, haciendo una subida común hasta estar en mi posición.
Invertí mi cuerpo levantando las piernas y enrollando cada una en las telas, crucé la tela por mi espada y luego solté el agarre de mi pierna para comenzar a girar en mariposa y llegar a bajo para quedando a poco del suelo.
Bill se acomodó a mi lado, girando mi cuerpo junto con la tela, me impulse de nuevo y él se subió en la suya, ambos hacíamos las distintas posiciones, hice el spagat, un triángulo, me juste con él y giramos con su mano en mi rostro hasta que el aro apareció y se pasó a este.
Bill armo algunas figuras y luego estiro la mano hacia mí, la tome sabiendo que ahora vendría lo interesante, el aro cedió haciendo que ambos bajáramos mientras mis piernas se movían, al llegar al suelo baile sola contemporáneo hasta que volvió a tomar en sus brazos y subimos, me senté sobre él y estire mi espalda hacia atrás dejando que sus manos se apoyaran en mi vientre.
Giramos de nuevo para terminar y me lance hacia atrás dejando que mi cuerpo cayera y sosteniéndome de su mano a tres metros del suelo.
La luz se apagó y me baje, todavía quedaba mi presentación del caño. Me cambie de nuevo, coloque la lencería en mi cuerpo y luego el antifaz, ahora llevaba una peluca rubia, no era mi cabello natural, no quería que después supieran quien bailo, no me interesaba ser la chica del caño.
A medida que los números pasaban las cosas se ponían más calientes, hasta el último que era yo, sola, en todo el escenario, bailando Pole Dance. La música comenzó, me encontraba en el suelo, subí primero una de mis piernas hasta quedar arrodillada, camine a paso seguro al caño, mi mano lo tomo y di vueltas a su alrededor hasta terminar con las piernas abierta en el suelo, completamente abiertas.
Mire por encima de mi hombro, para luego doblar una de ellas y volver a gira para que quedar con este entre medio de mis piernas, me levante con una sonrisa ladina, me coloque de espalda y gire para hacer el ángel, luego bajo mi cabeza, trabo unos de mis brazos y hago la posición de hércules con mis piernas bien abierta y cambio a un butterfly para luego dar otra vuelta y terminar girando y dando directo al suelo.
Gateo, muevo mi cabeza dejando que mi cabello gire y miro al techo mientras abro las piernas grande, mis músculos estan empezando a arder, pero ya termino. Me siento de golpe y bajo hacia delante dejando una perfecta vista de mi culo.
De nuevo el arrastre y todas las posiciones para terminar en la posición de Superman, la música termina y bajo mientras las luces se prende y el hombre se levanta. Me salgo del escenario y saco la peluca, cambio mi ropa y todos volvemos para que nos corrigen algo.
— Lu – Ruth camina feliz – Grandiosa como siempre mi niña – beso mis mejillas.
— Gracias – hablo agitada y la figura imponente de un hombre aparece.
— ¿Quién es la chica que bailo al final? – Ruth lo mira.
— Lo siento, no se lo puedo decir, ella prefiere que no se sepa – el hombre paso la vista por el cuerpo de todas.
— Entiendo – sus ojos se posaron en mí – Quiero que haga un espectáculo doble – junte mis cejas, está loco.
— Lo siento, pero no se podrá – miro de nuevo a nuestra entrenadora.
— ¿Por qué? – su voz salió seca – Es por la plata, p**o doble – volvió a mirarme – O un plus a ella – aprete los dientes.
— Baila muchas coreografías, el riesgo de falla es mucho y puede lastimarse – respondió Ruth, pero me miraba.
— ¿Es eso? – sus ojos seguían clavados en mí.
— No sé qué quiere que le responda señor, debería hablar con la bailarina – sonrió de lado.
— Me presento – se acercó y todos se alejaron – Christopher Brock – estiro la mano.
— Ludmila, pero no entiendo porque me habla a mí – sus dientes asomaron de nuevo.
— Eres la única que tiene los ojos celeste – jodido cabrón – Así que, eres tú la que baila.
— Pueden usar lentillas, ¿lo sabía? – volvió a sonreír y se acercó a mi oído.
— Cariño, ninguna de ellas tiene esa cintura y el tatuaje en la espalda.
— ¿Me estaba mirando el culo? – respondí mordaz.
— Puede ser…
— Idiota. – sisee.
— Ludmila – Ruth me regaño.
Se volvió a alejar y me quede mirándolo, este cabrón.