Julián.
Hoy es el cumpleaños de Santiago y me invitó a comer en su casa, vinieron unos amigos más sus papás, Lili y una amiga de ella, como no tengo idea de que regalarle me decido por darle plata para que se compre lo que quiera, por ahí la puede aprovechar más que regalarle algo que no le va a gustar.
—¡Feliz cumpleaños!. —lo saludo de un abrazo.
—Gracias. —dice sonriendo.
—Estas hecho un hombre.
—Bue... Yo creo que falta para eso. —uno de los amigos habla divertido.
—¿Qué dices idiota?. —lo empuja enojado y todos nos reímos.
—Vamos Santi... Un hombre es hombre cuando está con una mujer y todavía nada. —me río a carcajadas como se pone rojo.
—¿Y tu qué sabes?. —para calmar las aguas le hablo.
—Acá está mi regalo. —le doy el sobre y lo abre dudando.
—No hacia falta Julián... No puedo aceptarlo. —me lo quiere devolver pero no lo agarro.
—¿Cómo que no? Cómprate lo que quieras, aprovéchalo Santi no lo niegues.
—Paga a una mujer para que... —no termina de hablar por el golpe que le da Santi en la cabeza.
—Este es Agustín... Y este Valentín.
—Hola. —les doy la mano—. Julián.
—Mucho gusto.
—Julián, chicos. ¿Vamos a hacer el asado?.
—Si.
Ayudo a Cristián a preparar el fuego y a condimentar la carne, desde la cocina de María se escuchan las risas de las chicas, pero la que más resalta es la de Lili, la he escuchado reír antes pero no tanto como ahora, Agustín entra y sale sin parar diciendo que va al baño, no me molestaría si lo hace por la amiga de Lili pero estoy en duda.
—¿Quieres algo?. —le dice a Cristián sonriendo con unos sanguches y cervezas.
—Si. —lo prueba enseguida alzando el dedo pulgar—. ¿Quién los hizo?.
—Yo. —pone cara rara—. ¿Están feos no?
—No, para nada... Están muy ricos.
—Gracias. —se acerca a mi y ya no sonríe como lo hacia con Cristian—. ¿Quieres uno?.
—Si. —la miro a los ojos—. Quiero uno.
—Y saca. —saco un sándwich y una lata, enseguida va donde Santiago que le dicen cosas y se ríe como tonta.
—No los mires así. —dice Cristián riendo.
—¿Así cómo?. —no puedo desviar la mirada de ella, porque solo a Lili la miro.
—Son jóvenes obvio que van a mirar... Lili es una chica muy linda. —lo miro levantando una ceja—. Dije linda y a parte "Chica".
—No sé de qué hablas... Que hagan lo que quieran.
—Yo creo que si uno de ellos la vuelve a hacer reír lo vas a estrangular.
—Mmmjjjjj. —al rato viene el meón a mi lado.
—¿Hace mucho que Lili trabaja cuidando de tu hija?.
—Un par de meses ¿Por?. —no puedo controlar la voz—. ¿Te gusta?.
—Si... Es muy linda y simpática.
—Bueno. —dice Cristián riendo—. Vamos que ya está.
Tomo toda la cerveza de un sólo trago sin dejar de mirar al meón, cuando entro a la casa la mesa esta lista, saco a Sofía de los brazos de la amiga de Lili y busco un lugar para sentarme, justo el asiento de al lado de Lili esta vacío así que me apuro antes de que alguno de los pendejos lo agarre.
Ayuda a limpiar la mesa cuando terminamos de comer para cantarle el feliz cumpleaños, por lo que sé la torta se la regaló Lili, está muy buena pero no lo pienso decir, esas cosas me dan rabia donde por orgullo muchas veces me quedo callado, a veces me siento la gran cosa y por eso no doy cumplidos.
—Disculpen, voy a buscar mi bolso vengo enseguida —le doy la nena a María para seguirla.
—Julián no hagas una locura.
—No voy a hacer nada... Cuídala un segundo por favor. —llego a la puerta de su cuarto, pongo una mano a cada lado de la pared dejando la puerta en el medio diciéndome que es lo que hago.
—Pero LA AAAAAA. ¿QUÉ CARAJO?. —se agarra el pecho asustada—. ¿Cómo vas a estar así?.
—¿A dónde vas?. —miro su ropa sin descaro, está con una remera simple, un shorts n***o tiro alto y unas botitas negras.
—Qué te importa.
—¿A dónde vas?. —no me muevo ni un milímetro—. ¿Cuál te gusta?.
—¿Eh?. —me empuja hasta que cierra la puerta pero queda enjaulada en mis brazos y la puerta—. A ver, que me tengo que ir.
—¿Y si ahora no te dejo ir?.
—¿Quién te crees para prohibirme algo?. —mierda que me dolió y es toda la verdad—. Es mi sábado libre y puedo hacer lo que quiera.
—Por un momento pensé que eras diferente.
—¿A sí?. —la aprieto mas cuando quiere pasar de prepo.
—¿Acaso no te importa lo que pienso?.
—Ya lo dejaste claro en la mesa. —si, en toda la comida fui un idiota.
—Eso no.
—Aaashhh habla de una vez entonces.
Antes de poder reaccionar estoy acercando mi cara a la suya, se hace para atrás enseguida, ¿Conmigo se aleja y con los otros no? Le agarro la cara con las manos y la beso, no hace nada y eso me enfurece más, a la fuerza le abro los labios con mi lengua y hago de todo para que me siga el beso pero solo se mantiene quieta, aprieto mi agarre en su cara pero paro cuando me doy cuenta que hay algo húmedo, me separo llevándome la sorpresa de que está llorando.
—Lili no... Perdóname por favor.
—¿Me puedo ir?. —me vuelvo a acercar despacio.
—No... No vayas... —por primera vez en mi vida estoy suplicando—. Lili, no quise que fuera así es que...
—¿Lili?. —mira hacia las escaleras porque se escucha que gritan de abajo pero yo sigo mirándola a ella—. ¿Ya vienes?.
—Si, ya voy. —me empuja con fuerza pero aún así no logra moverme.
—No, espera... —se suelta de mi agarre y baja apurada las escaleras, abajo la agarro del brazo mirando a su amiga—. ¿Nos dejas un momento solos?.
—No... No tenemos que ir.
—¿Listas?. —Santiago viene ya cambiado donde van a salir a bailar—. Ya llegó Gastón.
—¡Que bueno!.
—¿Julián?. —la miro sonriendo.
—Esto no va a quedar así. —susurro en su oído sin dejar de sonreír—. Y no te quiero ver con nadie ¿Estamos?. —cuando me alejo me mira con odio y a la vez miedo—. Que la pasen bien chicos, diviértanse sanamente.
—Gracias. —voy a la ventana a mirarla como se va.
—Si no la quieres para nada serio déjala en paz, no sigas con esto que no va a salir bien. —aprieto mis puños cuando abraza al tal Gas.
—No la quiero para nada Maria.
—La vas a lastimar y es una buena chica.
—Qué parte no entiendes que no la quiero para nada... Es gorda y fea... Jamás me fijaría en ella.
—No lo puedo creer. —se ríe muy divertida mientras me da a Sofia—. Es mejor que la acuestes.
Cuando vuelvo a mirar ya no está, enojado voy a mi cuarto y llevo a Sofía conmigo, casi no puedo dormir pensando en que carajo estará haciendo, ¿se estará encamando con alguno de los pibes? Ay Diosss ayúdame porque no es normal que tenga estos pensamientos, me siento enfermo de a ratos. Voy a la ventana de vez en cuando con la esperanza de verla venir, apoyo la frente en la ventana diciéndome que soy un maldito idiota, miro la hora y ya son la seis de la mañana, ya no va a venir.
Me despierto por mi celular que suena, acomodo bien a Sofía en mi brazo y atiendo donde no dejan de llamar, lo ignore dos veces pero no se dan por vencidos quién sea que llame.
—¿Qué?.
—Hola amor. —miro el identificador viendo que es Nadia.
—¿Pasó algo?.
—No... Solo llamé para ver como estas, te escribí hace dos horas y no respondiste. ¿Esta todo bien?.
—Estaba durmiendo.
—¿A esta hora?. —lo dice como si fuera una tragedia.
—¿Qué hora es?.
—Diez y media. —cierro los ojos con mucho sueño—. Podríamos comer juntos.
—¿Te gustaría venir a conocer a Sofía?.
—¿En serio?. —dice feliz—. Obvio, ¿a qué hora voy?.
—A las doce.
—Ahí voy a estar... Chao.
Corto sin decir nada, me levanto sintiéndome morir donde a penas y habré dormido hora y media y sin decir que con un humor de perros.
Le estoy dando la mamadera a mi hija cuando veo pasar a Santiago hacia su casa con la cara demacrada, ¡mierda! ¿Qué estuvieron haciendo?.
—Santi, espera un poco. —salgo corriendo de la casa.
—¿Qué?. —bosteza con fuerza, los ojos lo tiene casi cerrados—. ¿Pasó algo?.
—¿Y Lili?. —levanta una ceja dudando.
—¿No es su día libre?.
—Pero pensé que se iba a venir juntos.
—No... Se fue con Gastón y Cata.
—Ve a dormir. —le dice María dándole un golpe en el brazo—. Mira como estas nene.
—¿Cómo estoy?. —abre los brazos riendo—. Solo tengo sueño.
—¿No te ibas a quedar donde Agustín?.
—Llegó su hermano con una piba y me vine. —se tapa los oídos mientras camina—. Gritaba como una yegua.
—¡SANTIAGO!. —le dice María.
—Si es verdad mamá... Parecía que tenía un megáfono en la boca.
—Estos pibes no se que les pasa. —me mira abriendo gigante los ojos—. ¿Qué haces con la nena afuera Julián?.
—¡Ay mierda! No me di cuenta. —entro apurado ya que hace frío y Sofia está con ropita ligera.
—Y mírate. —estoy en pantalones cortos y descalzo—. ¿No tenías frío?.
—No... No sentí nada. —se pone a preparar el desayuno enseguida—. No Maria... Es tu día libre yo me encargo.
—Lo hago igual y me voy.
—Esta bien.
Me pide a la nena para cambiarla, mientras sube quedo desayunando imaginando un montón de situaciones con Lili, ya soy un enfermo de los pies a la cabeza, cuando término lavo todo enseguida para que ella no lo haga.
Después de que me traiga a la nena subo para vestirme y llamo a un restaurante para pedir comida a domicilio, con Nadia estamos teniendo algo sin nombre pero no quiere decir que saldría con ella a comer, sinceramente no me veo con ella yendo a ningún lado. Llega a las doce en punto con una sonrisa radiante.
—Hola amor. —me da un beso y la invito a pasar—. ¿Cómo estas?.
—Bien. —la hago pasar a la cocina enseguida—. No sabia que pedir, espero te guste lo que encargué.
—Aaa. —mira todo con asco.
—¿Qué pasa?. —pongo un plato para ella y los cubiertos—. ¿No te gusta?.
—Todo esto engorda Julián. —levanto una ceja dudando y me río cuando entiendo—. Carne como una vez a la semana y las harinas no están en mi dieta.
—¿Y qué comes?.
—¿Tienes para hacer una ensalada?.
—¿Vas a comer ensalada?.
—Si... Como eso casi todos los días.
—Me voy a fijar que hay en la heladera, yo no hago las compras. —miro la heladera y María y hasta Lili la acomodan—. ¿Y qué le pones? Hay pepino... Remolacha... Tomate.
—Menos remolacha lo otro si.
—Bien... Acá está. —le dejo las cosas en la mesada.
—¿Me das un tapersito?.
Sin esperarla me siento a comer, al rato se sienta con su bendita ensalada que tiene un olor asqueroso, en medio de la comida escucho a la nena llorar y la voy a buscar, cuando la acerqué para que la vea lo único que dijo es que era linda, ¿Me jodió tanto para eso?, no esperaba que se ponga feliz o algo de eso pero al menos algo mas de que era linda.
Pasamos la tarde muy agradable, me pone nervioso el cambiarle el pañal ya que no tengo idea de como hacerlo y no quiero molestar a María, ¿Por qué carajo cuando Lili me quiso enseñar le dije que no? La dejo dormida en su cuna y bajo a ver que hace y si ya se va porque me está incomodando, no la encuentro por ningún lado, voy a mi oficina y esta ahí.
—¿Qué haces acá?.
—Te estaba esperando. —esta sentada en el escritorio esperándome—. Por fin solos.
—Nunca voy a estar solo y lo sabes... Si te molesta ahí está la puerta. —me enojo por el comentario que dijo.
—No te enojes... Solo fue un comentario.
—No lo digas mas porque mi hija a mi no me molesta para nada. —del brazo me empuja hacia ella.
—Esta bien... No lo vuelvo a decir. —sonríe mientras sus manos intentan abrirme el pantalón.
—No... No Nadia para...
—¿Qué pasa? Aprovechemos que la nena duerme.
—Puede entrar alguien. —a la única que me imagino entrar es a Lili ya que no golpea.
—Solo algo rápido. —abre las piernas empujándome en medio.
—¡Ay mierda!. —nos giramos enseguida—. Perdón perdón perdón... No quise perdón.
—Con un carajo. —voy a la puerta a buscarla.
—¿Y esa estúpida quién es?.
—Quédate acá ya vuelvo. —salgo furioso y no sé porque, la veo que sube muy tranquila las escaleras—. ¡Cuántas veces te dije que toques la puta puerta!. —a penas le grito se gira.
—Perdón Julián, no lo hice a propósito.
—Eso me pasa por darte la confianza que no mereces... Eres una terrible estúpida.
—Perdóname. —la agarro del brazo haciendo que baje los escalones que subió.
—¿Qué pasa?. —me giro y es María.
—Que está estúpida no tiene respeto en nada y ya me tiene harto.
—¿Pero qué hizo?.
—Entra sin golpear en ningún lado como si fuera su casa.
—Pero habla con ella no le grites.
—Cómo quieres que... —los dos la miramos cuando llora con temblores muy fuertes, la suelto y se agacha escondiendo la cabeza en sus piernas—. ¿Lili?.
—¿Qué pasó?. —escucho a Cristián aparecer.
—No sé, yo... —llora sin parar y todos la miramos—. Párate... —lo digo calmado pero no hace nada, la agarro de los brazos tirando hacia arriba—. Lili párate.
—Noooo... Por favor no... No quiero.
—¿Qué?.
—La estas lastimando suéltala. —Santiago me empuja pero no me muevo.
—Lili.
—Nooo, basta por favor... No quiero no quiero... Me duele mucho basta. —¿Qué carajo?.
—Lili... Nena mírame. —niega enseguida—. Por favor Lili mírame.
—¿Puedo ir a mi cuarto?. —me mira a los ojos pero veo que está en un recuerdo, está aterrada.
—Lili. —acaricio su cara pero se corre.
—¿Me puedo ir al cuarto?.
—Vamos, te acompaño.
—NO... Quiero a María.
—Pero...
—Es mejor así Julian, no la presiones.
Miro como María la ayuda a pararse y van juntas arriba, quedo en el lugar pensando en lo que pasó, me imagino un montón de cosas y ninguna me gusta, ¿y si el novio le pega? Por que apenas la toqué comenzó a llorar, si le llega a pegar lo voy a matar.
Me paro del piso con dolor, es como si me hubieran dando la paliza de mi vida, Voy a la oficina y prácticamente arrastré a Nadia para que se vaya ya que no lo quería hacer, pero quiero estar solo no respondiendo preguntas estúpidas y estar fingiendo, no necesito esa mierda ahora.
Me siento en un sillón mirando las escaleras recordando todo lo que pasó y esperando a que baje, como no lo hace subo a ver a Sofía, abro la puerta con cuidado y está ahí, mirándola en silencio.
—¿Lili?.
—Perdóname, ¿Me vas a despedir?. —tiene los ojos hinchados de tanto llorar—. Lo voy a entender si lo haces.
—No. —doy unos pasos con duda porque puede que crea que la voy a atacar—. ¿Qué pasó? ¿Porqué decías que te dolía? ¿Alguien te hizo algo?.
—Hace un tiempo me robaron. —comienzo a temblar.
—¿Qué te hizo? ¿Te tocó?.
—Me golpeó mucho. —acaricia la mano de Sofía con suavidad—. Y me cortó en la cadera... No fue muy profundo pero si doloroso.
—¿Qué pasó con él?.
—Estuvo preso.
—Dime el nombre. —es lo que mas me desespera en esto momento, saber quien la lastimó y la tiene atemorizada.
—No me acuerdo.
—Lo has escuchado en el juicio... Dímelo Lili.
—No quiero recordar eso Julián... Me voy a dormir.
—Yo jamás te lastimaría. —la agarro del brazo cuando se quiere ir—. Quiero que lo sepas.
*****
Lili.
Unas semanas después.
Por fin Julián aceptó ir comprarle ropa a la nena, me siento totalmente fuera de lugar en todos los aspectos, como siempre voy muy sencilla pero yo lo considero que es para más comodidad donde la nena demanda que la atendamos en cualquier momento y no quiero estar acomodándome la ropa a cada dos minutos, él también está diferente pero sigue igual de fuerte, me pongo roja de solo pensar esas cosas, pero no voy a negar que es un hombre muy apuesto, al menos hasta que abre la boca lo es.
—Mira. —apunto la vidriera hacia una camperita—. Entremos que quiero verla. —a penas ingresamos todas se lo comen con la mirada, un hombre alto y hermoso no se ve mucho.
—No... No no no... Es horrible. —dice por un vestido que tienen exhibiendo dentro del local.
—Ayyy dale... Es hermoso.
—No Lili. —la tiene en brazos a Sofia que mira todo haciendo ruido con el chupete—. No pienso dejar que mi hija use eso.
—Pero quieres todo blanco y ella necesita mas colores en su vida.
—Es un color limpio y me gusta.
—Parece un muñeco no una bebé. —estamos de frente mirándonos mientras discutimos—. Vístete tú de blanco en todo momento a ver que haces, ¿Porqué la torturas de esa forma?.
—Mi hija no parece un muñeco y no la torturo deja de decir eso.
—Este dale. —muevo el vestido frente a su cara—. Es hermoso, se va a ver muy bonita vas a ver.
—Su esposa tiene razón. —nos giramos asustados por lo que dice la vendedora—. Es hermoso el vestido.
—Esta bien amor. —sonríe divertido—. Ganaste, lo llevamos.
—Ayyyy gracias mi vida. —le doy un beso en la mejilla—. Este también llevamos.
Gracias a esa señora metida le pude elegir la ropa a la nena, porque absolutamente todo le molesta pero esta vez gané, no habíamos podido salir así nunca, cuando le compraba ropa la encargaba por mensaje a no tengo idea donde, y cuando yo le elegía cosas se enojaba diciendo que la quería vestir como payasa pero no entiende que es una bebé, no puede estar siempre con colores sobrios.
Salimos de ahí para seguir caminando, mis brazos no dan más y eso que nos turnamos para cargarla donde esta súper regordeta, me dice que compremos un carrito y me emociono donde la voy a poder sacar a dar unas vueltas al menos en el barrio, en el local él va para un lado buscando el indicado y yo por otro buscando uno lindo.
—Disculpe... Su esposo la llama.
—¿Qué esposo?. —me mira raro y me acuerdo que estoy paseando con Julian—. ¿Dónde está?.
—Allá. —voy a su lado enseguida—. ¿Qué pasa esposo?.
—Este me gusta, ¿Qué dices?.
—¿De verdad me estas preguntando?.
—Dale en serio. ¿Te gusta?.
—¡Ssiiiii!. —es un azul oscuro con detalles dorados, ultra moderno pero se ve cómodo—. ¡Es hermoso!. —agarro a Sofía, me agacho y le digo—. Mira Sofí... Tu papi te eligió algo de nena.
—Te estoy escuchando. —dice casi gruñendo
—Si... Ya sé, si era para que escuches.
—Mmmgggg. —me enderezo media desconfiada—. Pero hay una condición para llevarlo.
—¿Cuál?.
—Si no aceptas no lo llevo.
—Dime primero, no puedo aceptar algo sin saber que es.
—Que cenes conmigo. —lo dice de golpe, me esperaba todo menos eso.
—¿Para?.
—¿Cómo para? Para comer juntos.
—Pero tiene que haber un porque.
—¿Simplemente no puedo invitarte a comer?.
—¿Y tu novia va a estar?. —su cara cambia muy rápido.
—No... ¿Sabes? Mejor déjalo, llevamos este y ya. —lo va a pagar y vuelve viendo que ya la acomodé en su nuevo vehículo—. Vamos a comer algo... No te estoy invitando tengo hambre.
—Si... Yo también tengo hambre.
—¿A dónde vamos?. —miro hacia todos lados viendo cual es el local de comida mas cerca.
—No sé... En donde pueda pagar.
—Te estoy invitando jamás te dejaría pagar.
—Pero... —no va a dar su brazo a torcer por nada—. Ese de ahí.
—Vamos. —se ve un lindo el lugar cuando entramos, no sabia ni que existía.
—Busca un lugar donde el carro no moleste... Voy a cambiar a la nena.
—Si. —le cambio el pañal a Sofía y vuelvo de inmediato o es capas de pedir por mi.
—¡Ah! ¿No estás solo?. —dice la chica que le estaba dando la carta de las comidas.
—No... No lo esta ¿Por qué? ¿Sé te ofrece algo?. —me mira con los ojos gigantes—. Deja la carta y cuando estemos listos te llamo.
—Si, discúlpame. —se va mientras acomodo la ropa de Sofia.
—¿Qué fue eso?. —pregunta sonriendo
—¿No que éramos pareja?. —¡ay Lili!, mas estúpida no puedes ser.
—¿No me digas que te la estas creyendo?.
—¿Yo dije eso?.
—No... ¿Pero por qué le hablaste así?.
—Porque se me dio la gana. —miro la carta hasta que me decido, levanto la mano para llamar a la mesera—. Ya estamos... Yo quiero el n° 2 con un jugo de naranja mango.
—¿Y usted?.
—Lo mismo que ella. —la chica se va y no hablamos hasta que vuelve con nuestros pedidos.
—Le traje un jugo para su sobrina. —de inmediato me mira que le estoy sonriendo.
—Mmmm. —pruebo el jugo para ver como sabe así le doy a Sofia pero parece más un té que un jugo—. Este jugo está caliente. ¿Le podré pedir hielo?.
—Ya te pido. —esta del otro lado del mostrador sonriendo, la llama y viene enseguida—. ¿Me podrías traer hielo?.
—¿Esta caliente tu jugo? Perdón no me di cuenta... Te lo cambio enseguida.
—No, el mío esta bien, el de mi hija y mi mujer están caliente. ¿Los podrás cambiar o traer hielo?.
—¿Su... Su... ¿Su mujer?.
—Si... Mi mujer, ¿Puedes traer lo que te pedí?.
—Si, ya le traigo.
—Esa si es una terrible arrastrada. —le deja su número aún cuando le dijo que era su mujer.
—La chica esta siendo simpática.
—Yo también era simpática con Santi y sus amigos y no pensaste lo mismo. —arrugo el papel para después tirarlo al piso lejos de nosotros con toda la intensión de que me vea hacerlo.
—Es diferente.
—¿En qué?.
—En nada... En nada.
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