Julián.
—¿De qué quieres hablar?. —desde mi silla la veo que está parada en la puerta de mi oficina.
—¿Sientate qué esperas?.
—A que me INVITES a sentar. —corre la silla con fuerza que llega a sonar en el suelo—. ¿Qué pasa?.
—Necesito cambiar los horarios de trabajo.
—¡Ay NOOOO!. —abre grande los ojos—. ¿Me vas a echar?.
—Te dije que quiero cambiar el horario... ¿Escuchas lo que quieres o eres tonta todo el día?. —a penas lo dije me arrepiento porque no debí decir eso más al ver como su cara cambia totalmente.
—Te escucho.
—Necesito que trabajes todo el día... Seria como cama adentro pero sólo cuidar de Sofía.
—No puedo. —levanto una ceja dudando ya que no me da ninguna explicación.
—El sueldo va a ser diferente... Solo tienes que dormir acá nada más.
—Pero no puedo simplemente decirte que si... Tengo que hablarlo.
—¿Con quién?. —de la nada me empiezo a enojar—. ¿Con él que te viene a dejar?.
—¿Cómo sería si acepto?. —no hace ni un gesto al hablar y eso me confunde.
—Tendrías tu propio cuarto... Con el tema de la comida no tienes que preocuparte ni de la limpieza, como dije, solo cuidar de Sofía y el sueldo se te va a aumentar obviamente.
—¿Mis días libres cuales serian?.
—Los domingos.
—Necesito algún sábado al mes también, ¿Puede ser?.
—Si obvio, me dices con tiempo cuando y ya. —quiero seguir hablando pero me interrumpe.
—¡Ay Nooo!. —se tira en el respaldo de la silla mordiéndose los labios—. Me había olvidado.
—¿Qué cosa?.
—Voy al colegio nocturno... Es mi ultimo año y no quiero dejarlo ahora. —me mira con sus ojos lagrimosos—. Si me dejas seguir yendo acepto sin quejas.
—¿Cuáles son los horarios?.
—De la 19:00 a las 22:30.
—¿Vas y vuelves enseguida?
—Obvio. —dice riendo—. Estoy grande ¿no crees?.
—Y se ve de lejos. —cuando me paro ella me imita—. Ven... Te voy a mostrar cuál va a ser tu cuarto.
—¿Cuándo empiezo?.
—Hoy mismo me serviría mucho. —subimos las escaleras mientras hablamos.
—Pensé que iba a dormir abajo.
—Te necesito arriba, abajo no escucharías a la nena.
—Tienes razón. —llego al cuarto y la hago pasar primera—. Wauuu, todo blanco. —susurra pero igual la escucho—. Un amargado quiere todo igual en su entorno.
—No soy amargado, no me conoces como para que digas eso. —salta en el lugar y me mira fijo viendo que me enojó que diga eso de mi.
—Perdón yo... No... Sabes que no me arrepiento. —me sorprende lo que dice, hasta me da risa—. Me haz dicho tonta varias veces, así que estamos a mano.
—¿No te callas nunca?. —aprieta los labios con fuerza donde me debe querer decir algo más pero prefiere quedarse en silencio—. Puedes decorar como quieras, si quieres pintar lo puedes hacer sin problemas solo me avisas si vienen a hacer trabajos.
—Bien.
Nos quedamos mirándonos fijo, la miro detalladamente recorriendo toda su cara, sus ojos grandes y verdes claro que pareciera como si supiera lo que pienso, sus cejas gruesas y depiladas, su nariz un poco mas ancha al final y sus labios, ooh esos labios carnosos que los mordería y chuparía sin parar, no la había mirado en detalle como ahora y siento que es la mujer mas hermosa a la que he visto, es super delicada ahora que me doy cuenta, bajo mirándole el cuello, las clavículas se le marcan y tiene unos pechos que...
—Eemmm. —me voy para atrás al salir de mis pensamientos, menos mal porque ya me estaba poniendo duro y mirándole sus pechos sin descaro—. ¿Puedo ir por mis cosas?.
—Yo te llevo. —¿Qué? ¿Por qué dije eso?.
—No, está bien... Le puedo decir a...
—Yo te llevo y punto... Vamos.
—¿Llevamos a la nena?.
—No... Está frío para sacarla.
—Esta bien. —bajamos en silencio, voy delante o como un pervertido voy a mirarle el culo.
—¡María!.
—¿Qué pasa?.
—Voy a llevar a Lili a su casa para traer sus cosas.
—¡Que bueno Lili!. —la abraza feliz.
—Si. —dice ella sin saber que hacer.
—¿Puedes quedarte un ratito con la nena? No quiero que tome frío.
—Si, vayan tranquilos.
—Gracias. —en el garaje no sé que vehículo usar—. ¿Tienes muchas cosas?.
—¿Eh?. —levanta un ceja—. Disculpa estaba en otra cosa, ¿Qué decías?.
—¿Si tienes muchas cosas que traer?.
—No... Solo ropa.
—Vamos en la camioneta. —voy a mi camioneta que es con la parte de atrás descubierta así se puede llevar cosas.
—¿Y? ¿Nos vamos a ir?.
—¿Pero a dónde es que debemos ir? En tus datos no decía donde vives.
—Tienes razón discúlpame. —me da la dirección y salgo, ya sé más o menos donde queda—. Oshhh... Atiende. —habla enojada mientras tiene el teléfono en la oreja—. Cuando escuches esto llámame urgente.
—¿Con quién hablas?. —me mira sonriendo silenciosamente diciéndome metido—. Disculpa.
—No importa. —llego a la dirección y es una casa de familiar—. Bien, ¿Quieres pasar?.
—Si. —me muero de intriga para ver como vive—. Permiso.
—Entra tranquilo no hay nadie.
—¿Con quién vives?. —esta todo impecable.
—Con un amigo... Sientate, ahí vengo. —la sigo hacia donde va.
—¿Este es tu cuarto?. —la cama está desordenada y hay un bóxer en el piso.
—No... Lo comparto con Gastón mi...
—No me importa... ¿Te falta mucho?.
—Recién entre pero no.
Como carajo puede hablar tan tranquila de que comparte la casa con un amigo y sabrá Dios con quienes comparte la cama, la muy descarada levanta el bóxer riendo y diciendo que tiene que estar levantando esas cochinadas siempre por el tal Gas no sabe que existen los canastos de ropa sucia.
Agarra unas cajas guardando su ropa y todo lo que tiene que llevar, la ayudo a llevarlo a la camioneta para irme a la mierda de acá, no soporto este lugar ni menos imaginarme lo que hará en ella. De vuelta a la casa va tranquila y callada, mientras yo aprieto el volante con ganas de romperlo y no sé porque. Cuando al fin subimos las cajas a su cuarto me voy al trabajo que ya voy tarde donde la llevé a buscar sus cosas.
—Hola Juli. —entra Nadia toda sonriente y sin siquiera tomarse la molestia de tocar la puerta—. ¿Por qué llegaste tan tarde?.
—Problemas.
—¿Con la nena?. —me acaricia el pelo pero la corro diciéndome que esta loca.
—Si... No durmió en toda la noche.
—Aayyy pobrecita. ¿Cuándo la voy a conocer?. —decidí intentar algo con Nadia pero desde que le dije que si ya me arrepentí y sé que por toda la vida va a ser así.
—No sé.
—Pero Juli...
—Que no me digas Juli mierda. —doy un golpe en la mesa asustándola—. Me enferma que me digan así.
—Es con cariño amor.
—¿No tienes trabajo que hacer?.
—Pero quería venir a saludar a mi novio si no él ni la hora me da.
—Discúlpame Nadia. —pero en realidad no es así, no me interesa escribirle menos ir a saludarla—. Solo no estoy de ánimo.
—Si. —me da un beso en la boca que la dejo que me lo dé—. ¿Cualquier cosa que necesites me llamas si?.
—Si.
Paso el día desconcentrado ya que no puedo dejar de pensar en la casa en donde vivía Lili y en lo que vi en su cuarto, no entiendo el porque del enojo al saber que está con un hombre. Cuando llego a la casa me voy a mi oficina a dejar las cosas de trabajo, cuando salgo para ir a mi cuarto la veo pasar con una mochila, voy a la ventana y está el mismo pendejo de siempre esperándola, la abraza con fuerza y se van riendo.
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Pasan los días en donde no me puedo sacar de la cabeza la imagen de ella con ese pendejo de mierda que siempre la viene a buscar, odio actuar así pero me sale natural, son unos celos terribles donde no soy él, y a la vez me siento patético porque soy un tipo grande que no debería comportarse de está forma y si ella me gustara la encararía pero creo que lo que siento es deseo, que si me lo puedo sacar no voy a verla más con los mismo ojos.
—Lili. —gira a mirarme—. Hoy necesito que te quedes en la noche.
—Perdóname pero ya había quedado en hacer algo, si me hubieras avisado con tiempo hubiera sido diferente.
—¿Qué cosa quedaste en hacer?. —la miro furioso.
—Nada... Con unos amigos.
—Te necesito acá... Tengo una cena importante en la que no puedo faltar.
—Pero... —baja la cabeza negando—. Esta bien... Me quedo.
—No esperaba otra cosa. —me giro para irme cuando habla furiosa.
—¿Perdón? Eso me sonó a amenaza.
—¿Qué?. —me rio con ganas.
—Si, ¿Cómo que no esperabas otra cosa? ¿Qué? ¿Si decía que no, me ibas a echar?.
—Tal vez. —digo serio.
—¿Y por qué no lo haces de una vez que estás buscando escusas?.
—No me tientes Lili.
—¿O qué? Por ahí puedes contratar a tu niñera competente y que no sea una arrastrada.
—¿Eh?. —abro los ojos gigantes cuando me acuerdo de que le dije eso a María—. ¿De dónde sacaste eso?.
—Me voy. —va a las escaleras casi corriendo.
—No. —me paro frente a ella impidiéndole que siga—. ¿Estás espiando las conversaciones?.
—No espío nada. —mueve las manos apuntando a cualquier lado—. Lo gritaste y en está casa se escucha todo.
—Y si es la verdad, ¿Te ofende acaso?.
—Permiso. —me empuja con lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Lili no...
—Muevete que quiero pasar. —la agarro de la cintura mirando como sus lágrimas cayendo.
—Por favor Lili perdóname. —saca mis manos de su cuerpo desesperada.
—Ya déjame.
Me paso las manos por el pelo sintiéndome muy mal, ¿Por qué? ¿Por verla llorar? Puta madre Julián, jamás te conmovió ver a una mujer llorar que no sea de tu familia, ¿Por qué ella si? Voy al cuarto de Sofía viendo como cambia a la nena y a la vez se sigue limpiando las lágrimas porque si que la lastimé con la mierda que le dije, enojado por tal sentimiento me voy a preparar para irme ya de acá.
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Lili
Estoy cambiándole el pañal a Sofía mientras mis lágrimas caen sin parar, me dijo que era una arrastrada y que lo admita, ¿Admitir qué? Oshhhh... Apoyo la frente en el cambiador llorando aun más, me duele que digan cosas que nada que ver, me limpio las lágrimas y me digo, que diga lo que quiera yo sé lo que soy y como soy, no me necesito defender de nada.
Antes de entrar a mi cuarto me quedo parada en el pasillo mirando las otras puertas, miro la puerta de enfrente y es la del cuarto de Julián, jamás entré ahí y tampoco lo quiero hacer, pero por lo que me dijo María es la habitación mas grande de la casa, pero lo que no entiendo es porque me pusieron acá, al otro lado del cuarto de Sofía hay mas puertas, ¿Estarán ocupadas? Después se lo voy a preguntar a María.
Acomodo todas mis cosas y miro lo que tengo que comprar para que esta habitación tenga vida y no sea una amargura total, los muebles son muy lindos pero no hay color y si no agrego algo urgente que dé vida, voy a sentir que estoy en un manicomio.
María me llama para que vaya a comer con ella y voy feliz ya que me muero de hambre.
—¿Te falta la pintura?.
—Sip, unos lindos colores pasteles que combinen y quede bien lindo.
—Odias el blanco. —dice riendo.
—Odiar odiar... No... No lo odio simplemente es mucho. —digo exagerada—. ¿No te deprime esta casa?.
—Por ahí si. —lo dice bien bajito como si a parte de camaras hubieran micrófonos.
—Viste... No hay fotos... Ni hay cuadros... Y jodeme que hasta el piso es blanco. ¿Es un trauma de Julián?. —se atraganta de la risa.
—Noooo... Sólo le gusta que este así.
—¿Nunca fue al médico?.
—¡Aayyy Lili!, sólo le gusta el blanco no está enfermo.
—Para mi sueña con estar en un manicomio o algo por el estilo y lo planteó acá para que nosotras nos volvamos locas porque él ya lo está.
—No seas mala.
—Bien que te ríes.
Seguimos hablando de todo, me cuenta como es que llegaron a trabajar para Julián, pero me muero de intriga por saber de la mamá de Sofía, cada vez que saco el tema se enoja o dice que no es de mi incumbencia y tiene toda la razón del mundo, no es de mi incumbencia pero trabajo en esta casa día y noche y creo merecer saber que pasó con la madre de esta criatura.
Estoy lavando los platos cuando tocan el timbre de la casa, nos quedamos mirando ya que si es alguien de afuera los de seguridad tendrían que haber avisado, entonces sólo queda la opción de que sea un vecino viniendo a pedir algún favor que suele pasar mucho.
—Agárrala voy a ver quién es.
—Si. —limpio la mesa con la nena en brazos hasta que escucho gritar.
—Aaaaaaaa. —corro hacia la puerta.
—¿María?. —esta abrazada a dos hombres.
—Lili. —se limpia las lágrimas riendo—. Ellos son mis hombres.
—¿TUS hombres?. —dice el mayor.
—Siiii. —lo abraza y lo besa, ahí los reconozco.
—Hola. —el chico me mira fijo donde no nos conocemos.
—¿Santiago no?. —me sonríe y le estiro la mano.
—Si. ¿Y usted señorita?. —mira mi mano y después a mi—. ¿Para qué me das la mano?.
—Para saludarte. —digo como tonta.
—Que yo sepa se da un beso en el cachete.
—Ah, si. —lo hace sonriendo.
—Lili... Él es mi esposo Cristián.
—Mucho gusto.
—Cristián ella es Lili.
—La tan famosa Lili. —dice riendo mientras abraza a María—. Esta mujer no dejó de hablar de ti.
—¿En serio? ¿Al menos dijo algo lindo?.
—Todo... Jamás me habló mal.
—¡Que bueno!. —todos nos reímos.
—Y él es mi hijo.
Al final los platos que lavé se volvieron a ensuciar porque llegaron muertos de hambre, María no deja de besarlos y abrazarlos con terrible sonrisa en su cara, por lo que sé van a ser tres meses en los que no están, sus problemas familiares no les permitían volver.
Cargan a la nena repitiendo todo el tiempo que esta re grande, sólo la pudieron ver cuando nació ya que al otro día se tuvieron que ir. Al final decido darles privacidad y me voy al living a mirar televisión.
—¿Cuántos años tienes?. —me giro a mirarlo.
—¿Veinte, y tú?.
—Diecisiete. —levanto las cejas dudando—. ¿No me crees?.
—Si... Tu mamá me lo dijo, pero en las fotos si te daba esa edad.
—¿Y ahora?.
—Pareces de mas... Te juro que si tu mamá no me lo hubiera dicho te daba veintidos fácil.
—Buenaaa. ¿Tan viejo me veo?.
—¿Por qué viejo? Veintidós no es viejo, no te pases que me falta poco para llegar ahí.
—Uuu... ¿Nos sentimos vieja?.
—Naaaa. —me cae de maravilla lo poco que lo voy conociendo—. ¿Estudias?.
—Si... Estoy en mi último año del secundario. ¿Tú?.
—También pero en nocturno.
—¿Y cómo es?.
—¿El nocturno?. —asiente con la cabeza—. Un poco mas fácil... No sé ni idea... En el diurno llegué a primero.
—¿Por? Ósea... ¿Por qué no seguiste?.
—Iba a casar moscas... No entendía ni cuando los profesores decían hola.
—¿Para tanto?. —dice riendo.
—Ni te imaginas... Aparte iba con mis amigos... Nos prendíamos en todas los tres y así nos fue también.
—¿Ellos avanzaron?.
—Nop.... Vamos juntos todavía.
—Wauuu que bueno tener amigos así y hacer todo juntos.
—Son los mejores.
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Me visto rápido después de la hermosa ducha que me di, quiero alimentar a Sofía para dejarla durmiendo en su cuna para ir a la escuela tranquila, bajo corriendo porque ya voy tarde pero no salgo de la casa sin antes avisarle a María.
—¿Hola?.
—Estoy afuera.
—Bueno ya voy...
—Espera no me cor... —guardo el celu en la mochila y salgo.
—Te dije que no me cortes y lo hiciste igual. —dice enojado.
—Ya te dije que no me pidas comida porque no voy a sacar nada.
—No te cuesta nada y cambiemos de tema. —habla antes de que pueda responder—. Si el sábado no vienes a mi casa no te lo voy a perdonar nunca.
—Ya te dije que necesitan que me quede el sábado
—Pero podrías haber negociado.
—Si me dijo que me quería esa noche... ¿Qué iba hacer?.
—Decirle que la tenias guardada para mi. —escuchamos risas y nos giramos y son los de seguridad riendo como siempre.
—¿De qué se ríen metidos?. —al final lo abrazo y me aprieta fuerte—. Bueno. —me separo para mirarlo—. Vamos porque la pesada de Cata tarda un montón y no quiero llegar tarde.
—Si vamos.
Camino abrazada del único hombre en la vida que no me da miedo, disfruto al máximo el estar entre sus brazos porque es como que al fin logro respirar después de un momento de estar ahogándome. Pasamos por Cata y caminamos al colegio, cuando nos falta una cuadra para llegar me pego terrible golpe, estoy desparramada en el piso, Cata agarrándose de un árbol ya que se ríe tanto que no puede estar parada y Gas nos mira con burla.
—Parame idiota.
—Son unas taradas. —la gente que pasa nos miran ya que damos terrible espectáculo.
—Ay... Yo... Lili... Aaaaa. —grita Cata agarrándose la panza.
—Dale Gas. —me quiero parar pero no puedo, dónde apoyé las manos al caer se me durmieron.
—Pero necesito algo a cambio.
—Cuando me pare te voy a patear las pelotas. —se para atrás mio poniendo los brazos por debajo de mis pechos.
—Ayúdame también. —me impulso con las manos.
—Te voy a matarrrrrr. —refriega su paquete en mi culo.
—Algo tenia que sacar.
—Por Dios santo. —me para pero no me suelta y me revuelvo gritando—. Aaaa... Gastón la puta madre.
—Ya ya ya. —levanta las manos alejándose—. Está tentadora la cosa... Ahora puedo morir en paz.
—Eres un idiota... Y tú deja de reírte.
—Es que... Es que... No puedo. —se tira aire ya que no puede respirar—. Eres tan torpe.
—Listo. —sacudo mi ropa como si no hubiera pasado nada—. Vamos que es tarde.
........................
Llega el fin de semana en el cual me debo quedar, me aburro mucho cuando me quedo pero lo bueno es que el wifi es un espectáculo y me dieron un televisor de último modelo en mi habitación y puedo ver películas o series, intento no traumarme mucho mirando o después no hago nada mas que estar en la cama mirando tele con la nena que no me molesta para nada pero ella debe respirar buen aire y estar cerca de la luz solar,
Cata—. ¿Qué haces?.
Lili—. Mirando una película.
Cata—. Estoy cuidando a los nenes :-(
Cata—. Estoy aburridisima.
Lili—. Y bueno... No queda otra.
Cata—. ¿Qué comiste?.
Lili—. Qué te importa. :-()
Cata—. Sigueme la charla que estoy aburrida.
Lili—. Mmmm. ¿Dime de qué te hablo entonces?.
Cata—. De la película.
Cata—. ¿Cuál es?.
Lili—. Diario de una pasión.
Cata—. ¿Como puedes ver esa mierda?
Lili—. A mi me gusta ¿Qué te pasa?.
Cata—. ¿Y a quién mas?.
Seguimos peleando sin parar pero es mas para reírnos y distraernos un poco, es sábado y cuidando de unos nenes ajenos, pero aunque no hubiéramos estado acá estaríamos donde Gastón en la misma situación, mirando una película los tres en la cama diciéndonos los patéticos que somos por no salir como cualquier persona en nuestras edades creo yo.
Me despierto por un ruido, dejo a la nena en la cama y me levanto, llego a la escaleras viendo a Julián llegar medio raro, sube un escalón y mira hacia arriba dándose cuenta de mi presencia.
—¿Mi hija?.
—Durmiendo. —cuando empieza a subir me giro para ir al cuarto.
—¿Dónde está?. —miro a un costado y esta en la puerta del cuarto de Sofia—. ¿Dónde está mi hija Lili?.
—Acá en mi cuarto. —se me acerca mucho haciendo que me vaya para atrás.
—¿Y qué carajo hace en tu cuarto?.
—Me quedé dormida mirando una película.
—Te hice una pregunta.
—No sé que quieres que te diga... La llevé conmigo y me dormí.
—Tiene su cuarto y quiero que lo use ¿estamos?.
—Si... No hace falta que me hables así.
—Hablo como quiero.
—Si... Entendí pero no soy estúpida para que me hables como si no entendiera.
La llevo a su cuarto con su mirada pegada en mi, furiosa bajo las escaleras con unas ganas terribles de gritar y romper todo, pero lo único que hago es apretar el respaldo de la silla con fuerza y mordiéndome los labios para no llorar. Salgo de la casa sintiendo el frío de la mañana, camino de un lado a otro intentando calmarme, al final me digo, ¿Por esa pavada lloras? Que débil que saliste Lili; Como si nada hubiera pasado entro para desayunar.
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