El auditorio de la universidad estaba lleno de vida y emoción, decorado con un estilo elegante y sofisticado, diseñado para resaltar la importancia del evento, las paredes estaban adornadas con cortinas de terciopelo azul marino, que caían en pliegues perfectos y combinaban con los detalles dorados que resaltaban en el mobiliario, en el escenario principal, un enorme arco de globos en tonos dorados y blancos rodeaba el podio donde el rector daría su discurso. Detrás de él, un telón n***o brillante mostraba el logotipo de la universidad, junto con las palabras "Generación de Excelencia" en letras doradas que brillaban bajo los reflectores. Las mesas laterales cubiertas con manteles blancos impecables y adornadas con centros de mesa que consistían en arreglos florales de rosas blancas, lirios y eucalipto, perfumando suavemente el ambiente, candelabros de cristal con velas LED aportaban un toque de glamour sin riesgo.
En las paredes, pancartas con fotografías de las actividades estudiantiles más destacadas de la generación colgaban en secuencia, rodeadas por cadenas de luces cálidas, al fondo del auditorio, una gran pantalla proyectaba imágenes de los estudiantes en sus momentos más memorables, creando una atmósfera nostálgica y llena de orgullo para padres, estudiantes e invitados. Cada detalle, desde las alfombras rojas que cubrían el pasillo central hasta los pequeños broches dorados en los asientos reservados para los graduados, hablaba de dedicación y esfuerzo por hacer de esta una ceremonia inolvidable.
Los graduados, con sus togas y birretes negros perfectamente ajustados, caminaban por los pasillos con sonrisas nerviosas pero radiantes, algunos sostenían sus birretes con cuidado para evitar que se cayeran antes de lanzarlos al aire en el momento culminante. Natasha, entre ellos, lucía impecable con su toga adornada con una banda que indicaba su excelencia académica y es que ella sería quien diera uno de los tres discursos, sería quien abriría la ceremonia, su familia estaba dándole instrucciones al fotógrafo que habían contratado para que captará los mejores ángulos de aquel momento tan importante.
— Me hubiese gustado que buscarán poner fotos mejores que esas. — comentó una voz femenina sacando a Natasha de sus pensamientos.
— Al menos ninguna de las dos aparece con los ojos bizcos o con caras raras como otros pobres desafortunados. — Natasha se rio y vio a su mejor amiga.
— Buen punto... — ladeo la cabeza — Pero sigo sin entender porque hicieron esa presentación en la parte de atrás del auditorio. — se frotó la barbilla con una expresión graciosa.
Mira Alexandrova, era la mejor amiga de Natasha desde que estaban en la secundaria, las dos provenían de familias casi en el mismo nivel económico. Desde que se conocieron el primer día de clases se volvieron inseparables, sus personalidades contrastaban mucho pues Mira era un alma rebelde y revoltosa, pero compartían muchas cosas y entre ellas una complicidad única que solo afianzó mucho más su amistad. Mira era una mujer de una apariencia elegante y llamativa; su cabello oscuro, corto y ondulado con un estilo de corte moderno que enmarcaba su rostro perfectamente, una piel impecable, cejas definidas y perfectamente estilizadas, unos ojos grandes de un tono verde intenso que eran muy expresivos.
— Siento que este momento no es real... — Natasha dejó escapar un suspiro — Ayer estaba escuchando las presentaciones de los decanos y ahora estamos a nada de subir al escenario a recibir el título universitario. — se giró hacia su amiga para arreglarle el cuello de la toga.
— A partir de mañana seremos oficialmente licenciadas en gestión de empresas y tecnologías. — su sonrisa se agrandó.
— Licenciada Mira Alexandrova. — vio como ella se sacudía.
— Que hermoso se escucha eso, vamos, repítelo de nuevo. — cerró los ojos mientras se mordía el labio inferior.
— Licenciada Mira Alexandrova. — Natasha lo repitió antes de reírse al igual que Mira y lo repitió varias veces aumentando las risas.
— No lo digas tanto que me excitas... — se apretó suavemente los lagrimales, casi que lloraba de la risa — ¿Estas emocionada por la fiesta de esta noche? Tus padres siempre tiran la casa por la ventana cuando se trata de celebrar alguno de sus logros. — vio a su amiga hacer una mueca con sus labios.
— Han preparado un banquete como forma de celebración, pero realmente me hubiese gustado hacer algo diferente a la etiqueta de siempre. — dejó caer sus hombros un poco.
— Vamos Nat... — pasó el brazo por sus hombros — Solo esta noche, la próxima semana estarás disfrutando de los mejores cócteles en un yate de lujo rumbo a la isla de Sicilia, sin padres, sin etiquetas, sin buenos modales ni nadie a quien impresionar, solo cinco amigas desacatadas, solteras y en busca de italianos sabrosos. — su comentario hizo que Natasha soltara una carcajada escandalosa.
— Yo quiero un italiano sabroso. — dijo otra voz femenina detrás de ellas.
— Apuesto lo que sea que en la isla habrá muchísimos italianos buenos... — las tres se dieron un fuerte abrazo — Ji-woo ¿Ya tienes la reserva de la casa donde vamos a quedarnos? — Mira la vio asentir.
— Les envié anoche unas fotos al grupo, me confirmaron la reservación y papá se encargó de pagar el mes completo a modo de regalo de graduación. — se movió de un lado a otro mientras mantenía una gran sonrisa en los labios.
— Amo a tu papá por darte ese regalo. — Natasha se rio.
Ji-woo Orlova, la conocieron en su último año de secundaria, llegó como la chica nueva y rápidamente encajo con Mira y Natasha; de padre ruso y madre coreana, se mudó a Moscú después de que su padre obtuviera la oportunidad de ser el director ejecutivo de una empresa farmacéutica mucho más grande que en la que trabajaba en Corea. Ji-woo tenía un aspecto encantador y juvenil; un cabello largo, ondulado y de color marrón oscuro, con un flequillo ligero que enmarca suavemente su rostro de facciones delicadas, sus ojos eran de un color marrón cálido y ligeramente rasgados.
— Natasha... — Ji-woo le tomó el brazo — No mires hacia un lado, pero Máximo viene para acá con una enorme sonrisa y se ve muy guapo con su toga. — susurro con un tono de picardía.
— Sigo pensando que hubiese sido bueno invitarlo, quizás así finalmente te dabas el tiempo de conocerlo. — Mira se cruzó de brazos.
— ¡Es un viaje de amigas! — resoplo Natasha.
— Vamos, Natasha ¿Qué pierdes con darle una oportunidad? — susurró Ji-woo, arqueando una ceja mientras señalaba disimuladamente hacia él.
Máximo parecía relajado, sonriendo mientras hablaba con otros compañeros, iba caminando hacia donde estaban ellas, pero fue abordado por unos chicos, su cabello peinado hacia un lado como siempre y su porte confiado lo hacían destacar entre los demás, era un hombre bastante atractivo y Natasha nunca negó eso, sus lentes de marco oscuro le daban un toque de encanto inocente, pero sus miradas penetrantes y sus ojos marrones podían llegar a poner nervioso a cualquiera.
— Es que no entiendo por qué tanto empeño, él jamás ha expresado abiertamente que esté interesado en mí, ustedes son las que se hacen ideas. — replicó Natasha, girando los ojos, aunque un leve rubor la delataba.
Había escuchado muchas veces los elogios hacia Máximo; que era inteligente, encantador y que parecía interesado en ella, pero Natasha no podía evitar sentir que sus amigas exageraban las cosas, él se comportaba como un amigo más, jamás le había hecho ningún tipo de insinuación a querer algo romántico.
— Porque es perfecto para ti... — añadió Mira, con una sonrisa maliciosa — Además ¿Quién te dice que no? Es ahora o nunca, no desperdicies tu oportunidad de ser feliz. — la empujo suavemente con la cadera.
Natasha suspiró, intentando no prestar atención, pero no pudo evitar echarle una rápida mirada a Máximo, estaba riendo por algo que uno de sus amigos había dicho y su risa era contagiosa, Natasha rápidamente apartó la vista, recordándose que no tenía tiempo para distracciones porque se había prometido concentrarse única y exclusivamente en perseguir su ascenso en el mundo laboral después de sus vacaciones.
El plan estaba hecho y la emoción era palpable, Natasha y sus amigas habían decidido que un viaje a la soleada y encantadora isla de Sicilia sería la manera perfecta de celebrar el fin de sus estudios, el haber alcanzado una meta muy importante en sus vidas. Tres semanas de descanso absoluto, paisajes impresionantes y, por supuesto, la mejor compañía, habían alquilado una villa con vistas al mar Mediterráneo, ubicada en un pintoresco pueblo costero, la casa tenía un estilo rústico siciliano, con paredes de piedra, ventanas con postigos de madera y un patio adornado con buganvillas floreciendo en tonos vibrantes. Un pequeño sendero llevaba directamente a una playa privada, donde ya soñaban con pasar tardes enteras tomando el sol y escuchando el suave oleaje.
El itinerario estaba lleno de actividades que prometían aventura y relajación, planeaban explorar los antiguos templos de Agrigento, recorrer los estrechos callejones de Taormina y disfrutar de la vibrante vida nocturna de Palermo. Pero también se reservaron tiempo para disfrutar de los placeres simples; desayunos con cannoli frescos y cappuccinos, cenas con abundante pasta allá norma y mariscos, largas conversaciones bajo las estrellas. Natasha, aunque emocionada, sentía un leve nerviosismo al pensar en el viaje, serían tres semanas fuera de su zona de confort, pero sus amigas la convencieron de que era justo lo que necesitaban después de años de esfuerzo académico, la idea de dejarse llevar, desconectar y crear recuerdos inolvidables en Sicilia empezaba a parecerle cada vez más atractiva.
— Natasha... — su madre interrumpió suavemente — Necesitamos una foto familiar, disculpen que se las vaya a robar un tiempo. — le tomó el birrete de las manos y se lo puso suavemente.
— No se preocupe señora Olga, nosotras también debemos tomarnos las fotos familiares. — Mira sonrió al tiempo que veía a su hermano acercarse.
— Los esperamos esta noche en casa para la celebración... — diciendo eso se despidió moviendo la mano — Luces preciosa en esa toga, finalmente tu foto estará en el muro de la sala junto a nuestras fotos. — llevo a su hija a donde estaba el resto de la familia.
— ¡Que emoción, mi hermanita finalmente se gradúa! — Anastasia le dio un abrazo fuerte apenas la tuvo cerca.
— ¡Me arrugas la toga! — exclamó entre risas — Gracias por haberte tomado el tiempo de venir. — sabía que su hermana trabajaba mucho.
— No podría perderme este evento nunca, me acabo de enterar de que iniciaras el evento con un discurso, me alegra mucho que hayas logrado algo como eso. — le toco las mejillas suavemente.
— Espero que hayas repasado muchísimo tu discurso, no quiero que tengas ningún error frente a todos estos estudiantes... — Viktor se acercó a su hija y comenzó a arreglarle la ropa — No me dejaste escucharlo ni quisiste que lo repasáramos juntos, sabes que siempre debes mantener la espalda recta y el mentón en alto. — era el más exigente en esas cosas.
— Cuando subas, mantén la espalda recta, los hombros hacia atrás y el abdomen tenso, apoya primero el tacón y después la punta del pie. — Olga le comenzó a arreglar el cabello mientras el fotógrafo esperaba.
— No es la primera vez que camino en tacones, tampoco es la primera vez que me subo a un escenario, dejen de ponerme más nerviosa. — movió los hombros para que se alejaran.
— Bueno, pero no te enojes con nosotros. — Olga se cruzó de brazos.
— ¿Están listos para la foto? — preguntó el fotógrafo ya con la cámara lista.
Antes de que diera inicio la ceremonia de graduación, la familia iba a aprovechar para capturar el momento tan especial de Natasha, el fotógrafo, la guio hacia un rincón del salón que había sido decorado con flores frescas, un arco dorado con la frase de la clase y el año en que se estaban graduando en el centro. Primero, Natasha posó sola, radiante en su toga y birrete, las luces para ese punto especial eran perfectas para que las fotos salieran muy bien sin importar si eran hechas por profesionales o por los mismos padres, el fotógrafo buscó los mejores ángulos para realzar sus facciones y su sonrisa reflejaba una mezcla de orgullo y emoción.
Luego llegó el turno de las fotos familiares, su madre no podía dejar de abrazarla y su padre tenía los ojos llenos de un brillo un poco soberbio porque sabía que su apellido iba a resonar primero en los altavoces, mientras ambos posaban a su lado, Natasha trataba de mantenerse tranquila pues el acto de inicio se estaba acercando cada vez más. Su hermana, aunque más relajada, parecía estar esperando a alguien pues sus ojos se perdían en la entrada, quizás habría invitado a su prometido.
Había pasado un año desde que Anastasia se comprometió con Vladimir, desde que sus madres los convencieron de salir en una cita no se habían separado, eran una muy bonita pareja que sabía comunicarse, Vladimir era un hombre carismático y encantador que siempre parecía captar la atención de todos en cualquier reunión familiar, Natasha estaba casi segura de que Anastasia lo habría invitado a la graduación, especialmente porque siempre aprovechaba cualquier oportunidad para mostrarse orgullosa de él. Mientras caminaba hacia el auditorio, Natasha buscó con la mirada entre los invitados que comenzaban a entrar porque acababan de hacer el primer llamado a tomar asiento, su familia iba a estar en primera fila al igual que ella.
Mientras esperaba de pie frente a su silla, sus ojos se enfocaron en sus otras dos amigas que estaban a unas cuatro filas por detrás, ambas sonrieron al verla y movieron sus manos en saludo a los que ella respondió de la misma forma. Yulia Ivanova era una mujer muy guapa, su cabello era largo, lacio y de un color rubio dorado completamente natural, las facciones de su rostro armónicas y una piel luminosa, sus ojos de un llamativo color azul intenso rodeados de largas pestañas, sus cejas gruesas y bien definidas complementaban su expresión facial. Yulia se unió al trio el primer día de universidad, aunque no estaban estudiando las mismas carreras, si compartían varias clases al igual que con Angelica Taylor, con una presencia vibrante, con el cabello largo, lacio y de color marrón oscuro, una mirada juguetona y unos grandes ojos oscuros muy expresivos, su piel morena y luminosa la convertían en una mujer muy guapa también.
Natasha y sus cuatro amigas habían sido inseparables durante esos años de universidad, sin ellas muy posiblemente no hubiese sido fácil superar el engaño de Alexei, apenas se enteraron de lo que paso, Yulia organizo un día de chicas, spa, compras y una noche de películas en su casa con mucho helado, chocolates y comida muy poco saludable, Angelica escogió la lista de películas, Mira se encargó de la lista de canciones para el karaoke y Ji-woo consiguió pijamas especiales para hacer más divertida la noche. Esos años de universidad sin duda eran los que más iba a recordar por el resto de su vida, Natasha tuvo que sentarse al escuchar el tercer llamado, el acto estaba por comenzar y debía estar atenta para subir al escenario, aunque de concentrarse solo en eso vio por última vez a su familia, Vladimir ya estaba sentado al lado de su hermana y eso hizo que una media sonrisa se dibujara en sus labios, esos dos no podían vivir separados.
La ceremonia finalmente dio inicio con el sonido de un suave preludio interpretado por un cuarteto de cuerdas, los murmullos del público se apagaron mientras el rector daba unas palabras de bienvenida, y luego, con una amplia sonrisa, anunció que Natasha Volkova tendría el honor de inaugurar el evento con un discurso en representación de su generación. Natasha, con el corazón latiendo rápido, pero con paso firme, subió al escenario, su toga ondeó ligeramente mientras se posicionaba frente al podio, con una profunda inhalación, levantó la vista hacia el auditorio lleno de compañeros, profesores y familiares expectantes, sin un solo papel en sus manos, comenzó a hablar con una voz clara y segura que resonaba en cada rincón del salón.
— Hoy celebramos no solo el final de un capítulo, sino el comienzo de un nuevo viaje, cada uno de nosotros llega aquí con historias únicas, desafíos superados y metas alcanzadas gracias al esfuerzo y al apoyo de quienes siempre creyeron en nosotros... — sus manos sobre la madera, su postura firme y su rostro completamente relajado.
El discurso fluía como si lo hubiera ensayado mil veces, pero Natasha lo recitaba de memoria, como si cada palabra saliera directamente de su corazón, incluyó anécdotas emotivas, agradecimientos a los profesores y un mensaje inspirador sobre la importancia de seguir luchando por los sueños, la emoción en el ambiente era palpable. Entre el público, su padre no podía contener su asombro, miraba a Natasha con los ojos bien abiertos, como si fuera la primera vez que veía a su hija, su orgullo era evidente, también le dejó en claro que era mejor que él pues en sus años, jamás se había atrevido a subir a un escenario sin un papel con su discurso, pero su hija lo estaba haciendo a la perfección y de memoria, sin apuntes y con una fluidez espectacular.
— Hoy, más que nunca, estamos listos para enfrentarnos al mundo y construir el futuro que deseamos... — dijo Natasha de forma contundente — ¡Gracias! — el auditorio estalló en aplausos.
Natasha hizo una leve inclinación de cabeza antes de bajar del escenario, sintiendo que ese momento quedaría grabado en su memoria para siempre, su padre, aún con la boca ligeramente abierta, se unió al aplauso, verlo en ese estado la hizo sonreír con cierta burla porque sabía que no se lo esperaba.
La ceremonia avanzaba entre aplausos, risas y algún que otro suspiro nostálgico, llegó finalmente el momento más esperado; la entrega de títulos, uno a uno, los graduados subían al escenario mientras sus nombres resonaban en el auditorio, acompañados por los aplausos de familiares y amigos, cuando anunciaron el nombre de Natasha, el entusiasmo en la sala se elevó notablemente.
— Natasha Yekaterina Viktorovna Volkova... — anunció el maestro de ceremonias — Licenciada en gestión de empresas y tecnologías, con honores. — leyó el papel frente a él.
Natasha caminó hacia el escenario con la cabeza en alto, su toga ondeando ligeramente a cada paso, al llegar al centro, el rector le entregó su título con una cálida sonrisa, pero la ceremonia no terminaba ahí para ella.
— Además, Natasha recibe el reconocimiento por excelencia académica, habiendo obtenido el promedio más alto de su generación... — continuó el maestro de ceremonias, los aplausos se intensificaron y Natasha sintió su corazón acelerarse mientras el rector le colocaba una medalla dorada al cuello — Por su destacada labor social, liderando iniciativas en apoyo a comunidades vulnerables y promoviendo la inclusión educativa... — anunció el siguiente reconocimiento, entregándole una placa conmemorativa — Y, finalmente, por representar a nuestra universidad en competencias laborales internacionales, dejando en alto nuestro nombre y obteniendo resultados sobresalientes. — la última mención arrancó un murmullo admirativo del público, seguido de aplausos.
Natasha recordó las largas horas dedicadas a esos proyectos y la calidez en los aplausos del público hizo que sintiera que todo había valido la pena, también se sintió alagada por las expresiones de admiración que los profesores tenían, Natasha sonrió ampliamente mientras sostenía todos sus reconocimientos, mirando hacia donde estaba su familia, sus padres estaban de pie, aplaudiendo con fervor y su padre no podía ocultar las lágrimas de orgullo que le surcaban las mejillas. Al bajar del escenario, cargada de títulos y medallas, Natasha se sintió abrumada, pero de la mejor manera posible, este día, pensó, no era solo el cierre de un ciclo, era la culminación de años de esfuerzo, dedicación y sueños cumplidos.
Después de bajar del escenario, Natasha regresó a su asiento con el corazón lleno de emociones, mientras colocaba con cuidado los premios y reconocimientos sobre su regazo, recibió cálidos gestos de sus compañeros, apretones de manos, sonrisas y murmullos de felicitación, sus amigas le dedicaron una mirada cómplice, orgullosas de ella y Mira se acercó corriendo a ella.
— Creo que dejaste sin palabras hasta a Máximo, no ha dejado de susurrar a sus amigos que eres grandiosa. — dijo Mira con cierta picardía en su tono.
Natasha soltó una risita, tratando de disimular el rubor que subió a sus mejillas, se acomodó en su silla, dejando que la atmósfera de la ceremonia la envolviera una última vez y vio como su mejor amiga volvía a su asiento. El evento siguió su curso con la entrega de títulos restantes y unas palabras de cierre por parte del rector, quien agradeció a los estudiantes, sus familias y el personal por hacer posible aquel día tan especial, cuando la graduación había llegado a su fin, los graduados lanzaron sus birretes al aire entre gritos de alegría y aplausos, Natasha, alzando su birrete junto a sus amigas, sintió que en ese instante todo el esfuerzo, las noches sin dormir y las dudas habían valido la pena.
— ¿Por qué nunca nos dijiste que estabas en proyectos así de importantes? — preguntó Olga acercándose a ella y tomando la placa.
— Te pedí que no lo lanzaras. — Viktor recogió el birrete y lo sacudió.
— No iba a ser la única que no lo lanzará, además no lo hice tan fuerte... — rodó los ojos — Y si no mencione nada fue porque no quería que interfirieran, eran proyectos completamente míos y quería ser yo quien los cumpliera sin intervenciones. — miró a sus padres con seriedad.
— Yo sería incapaz de interferir en alguno de tus proyectos. — Viktor se hizo el ofendido con las palabras de su hija.
— ¿La vicepresidencia del emprendimiento en primer año? — alzó una ceja.
— Bueno, yo solo hable con tu profesor y le explique todas las habilidades que tu tenías. — se encogió de hombros.
— Claro, estoy segura que tu aporte económico no influyó en nada de eso, sobre todo porque yo no estaba buscando la vicepresidencia. — Natasha se cruzó de brazos.
— Eso ya paso, deja de reclamarle a tu padre que él sabe por qué hace las cosas y siempre va buscando lo que es mejor para ti... — su madre pasó a tomar las medallas para verlas de cerca — Estas las vamos a dejar en la estantería de la sala junto a la placa, que se vea apenas entren. — sonrió ampliamente.
— Vas a tener que comprar otra estantería, una más grande porque ahí ya no hay espacio para más reconocimientos. — dijo Anastasia.
— Ya están instalando la nueva estantería, ninguno de sus reconocimientos se quedará guardado en el ático ni en sus cuartos. — Olga sonrió mientras continuaba observando la placa con orgullo.
— Si es que tú lo has planeado perfectamente... — vio a sus amigas que la estaban llamando para irse a tomar fotos con ellas — Nos vemos de otro rato, quiero fotos con mis amigas para el recuerdo eterno, no todo son ustedes dos. — le dijo con firmeza a su padre cuando lo vio que iba a reclamar.
Natasha y sus cuatro amigas decidieron inmortalizar el momento con una sesión de fotos juntas, Viktor no le reclamo nada, su hija había comenzado a rebelarse a su voluntad desde que fue engañada y aunque no le gustaba, la edad lo había ido aflojando de carácter, encontraron un espacio dentro del lugar, cada una llevaba puesta su toga y birrete, pero dejaron que sus personalidades brillaran en las poses. La primera foto fue formal, todas alineadas, sonriendo hacia la cámara mientras sostenían sus títulos, pero pronto la energía cambió, comenzaron a soltar risas y bromas que se reflejaron en las siguientes tomas.
En una de las fotos, se agruparon en círculo, levantando sus birretes hacia el techo, mientras la cámara capturaba sus rostros llenos de felicidad desde abajo, en otra, se abrazaron de lado, saltando al unísono, con las togas ondeando en el aire y sin importarles mucho los tacones que estaban usando, también hubo un momento espontáneo en el que lanzaron confeti, eso fue un acto completamente ajeno a ellas, llenando la escena de colores vibrantes que contrastaban con la decoración elegante.
Al final, cada amiga sugirió una pose individual con Natasha, Mira, la bromista del grupo, la levantó en un abrazo exagerado, mientras ambas reían a carcajadas, Ji-woo la señaló como si fuera una celebridad, riendo con picardía, Yulia y Angelica optaron por abrazos más emotivos, reflejando la estrecha amistad que compartían. La última foto fue un retrato grupal sin toga ni birrete, con todas luciendo los vestidos que habían elegido para la ceremonia, se sentaron en las sillas de enfrente, mientras sonreían de manera serena, sabiendo que ese momento sería inolvidable. Cuando terminaron, Natasha miró a sus amigas con una mezcla de alegría y gratitud, ellas habían sido su apoyo constante durante todos esos años y esta sesión de fotos era el recordatorio perfecto de que, aunque la universidad terminara, su amistad seguiría intacta.