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644 Words
Estaba a punto de entrar en la ducha cuando su teléfono comenzó a sonar. Al ver el nombre de Alicia como remitente, decidió contestar la llamada. Le parecía extraño que Alicia la estuviera contactando de nuevo. —Hola, Alicia. —Elizabeth, espero que estés bien. Oye, tengo algo que decirte, espero que no te enfades. Es sobre el italiano, sí, me refiero al hombre al que accidentalmente le volcaste el agua encima. —¿Qué? No te estoy entendiendo en absoluto. ¿Acaso ha vuelto al restaurante a reclamar cuando ya ni siquiera trabajo allí? —expresó incrédula ante esa posibilidad. —No, no es eso. Bueno, sí lo es, pero en esta ocasión no ha venido a reclamar nada. Ese día en que accidentalmente le tiraste el agua, quiso hablar conmigo y preguntó por ti. Le dije que ya no trabajas en el restaurante, así que me dejó dinero asegurando que es tu propina y que te lo diera. Solo estoy cumpliendo con decirte lo que él me pidió. —¿Qué? No puedo creer que ese tipo haya ido nuevamente y encima deje una propina. No quiero su dinero. Quédatelo tú —bufó. —La verdad es que esto no son solo unos centavos, son dos mil dólares. Me quedé anonadada cuando vi la cantidad de dinero que me dio. Incluso le dije que era demasiado y él aseguró que no se había equivocado. Elizabeth estaba incrédula ante la cantidad mencionada. Claramente, no se iba a volver millonaria con eso, y era obvio que para ese hombre, dos mil dólares eran solo una propina. —No, no quiero su dinero. Puedes quedártelo. —Ahora mismo estoy trabajando y tú no. No me sentiría bien usando un dinero que te puede servir. No seas así y tómalo. Puedo hacerte un pago y me quedo con el efectivo. No podré ir a encontrarme contigo, estoy muy ocupada. —Entiendo. Mejor quédate con la mitad, ¿de acuerdo? No aceptaré un no por respuesta, Alicia —advirtió, antes de que rechazara el dinero ofrecido. —Bueno, ya que lo dices de esa manera, lo aceptaré. —Vale, muchas gracias por avisar. Después de colgar el teléfono, se quedó pensando un poco. Seguía pensando que ese hombre tenía una actitud bastante extraña con ella. No había ninguna razón para que fuera al restaurante a dejarle una propina y mucho menos tanto dinero, después de haberse enfadado aquel día por lo que sucedió. No entendía por qué ese hombre parecía comportarse de esa manera. Sinceramente, no quería aceptar ese dinero que venía de su parte, pero en este momento, era como si le cayera del cielo una ayuda. Así que se veía obligada a usarlo para cubrir algunos gastos que tenía. Pero pensándolo bien, era lo menos que ese hombre podía hacer por ella luego de hacer que la despidieran del trabajo. Elizabeth miró la hora en la pantalla de su teléfono, se estaba haciendo tarde para la salida, así que se dio prisa y entró al baño para empezar a ducharse y no llegar tan tarde. Mientras estaba debajo de la cascada de agua, empezaron a surgir en su cabeza demasiadas hipótesis y pensamientos sobre aquel italiano. ¿Por qué de repente no podía dejar de pensar en él? No entendía esa necesidad incontrolable de tener su nombre clavado en la cabeza, aunque no quisiera. Elizabeth había grabado su rostro en su mente como si lo hubiera mirado muchas veces, cuando en realidad solo fue en esa ocasión. ¿Tenía algún significado para ella? No solía creer en esas cosas, pero lo que estaba ocurriendo parecía una señal de lo que podría pasar en el futuro, y estaba segura de que algún día se lo iba a encontrar y no sabría cómo reaccionar. Aunque ahora estaba decidida a reclamarle, no sabía qué haría llegado el momento.
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