CAPÍTULO 2

1742 Words
Encontrarme con esa mujer me ha devuelto la esperanza que yo ya había perdido desde hace mucho tiempo, desde que desperté sola en la habitación de ese hospital. FLASHBACK Sigo hospitalizada, hace una semana que desperté del coma, pero para mi desgracia no logro acordarme de nada, cuando desperté lo hice asustada y desorientada, traté de recordar qué hacía ahí pero era imposible. Por instinto mis manos se fueron a mi estómago, cuando sentí y vi mi vientre lloré a más no poder, me puse histérica, quería recordar, saber quién era, pero entre más me esforzaba, eran peor los dolores de cabeza, cuando el doctor llegó y me dijo que me calmara, que le hacía malo a mis bebés, ya que se podían venir y todavía les faltaba para que nacieran, yo quedé en shock ¿bebés? ¿Dijo bebés? —¿Ellos?, ¿Serán dos? —pregunto cuando al fin mi cerebro se conecta con la lengua. —Sí señora, cuando llegó de inmediato le hicimos un ultrasonido para saber cómo se encontraba, y nos dimos cuenta que serían mellizos. —¿Cuánto tiempo llevo aquí? —Tres meses señora — abro los ojos como platos. —¡Tres meses! ¡Oh por Dios!. —Pensamos que nunca despertaría, ya que no había avance de nada. —¿Dónde estoy? —En un hospital Saint Thomas, de Londres —No recuerdo nada, ¿Por qué? —Tranquila, le haremos exámenes, todo estará bien. Pero no lo estuvo, el doctor dijo que mi memoria podía volver en cualquier momento, o no podría volver nunca. Desde ese día he llorado constantemente, siento que algo me falta, me siento sola, incompleta. Un día después de despertar un hombre llegó, dijo que éramos novios, y que nos íbamos a casar, que estábamos esperando a nuestros primeros hijos, él se veía contento, pero su mirada no me gustaba. Todas las noches he soñado con un hombre, nunca podía verle su rostro, solo lo escuchaba llamar a una tal Montserrat, y lloraba de una manera que me desgarraba el corazón, me empecé angustiar más, cuando supe que yo era Montserrat, ya que en una rabieta por tratar de recordar quién era, se asustaron tanto que me gritaron mi nombre, mi novio en ese entonces me dijo que me llamaba Montserrat Uribe, y bueno ahora soy la señora Altamirano, ya que un mes después de que desperté me casé por civil.  El día que iban a nacer mis melliz, todavía no tenía nombres, El primero en nacer fue el niño, un niño hermoso de ojos azules y cabello n***o , cuando le vi sus ojos, de mi boca salió el nombre de Gabriel, y a mi esposo casi le da algo, ya que se puso pálido, recuerdo que quería discutir en plena sala de partos, pero no le hice caso, y así le puse a mi hijo Gabriel, 10 minutos después nació mi princesa la llamé Valentina, mi niña hermosa también tenía ese azul tan hermoso en los ojos, solo que era de pelo castaño como yo. Mis dos angelitos llenaron parte de ese vacío que sentía, pero aún no me siento completa, ¿será que lo que necesito son mis recuerdos?. Terminé de estudiar arquitectura, ya que mi “gran esposo” me dijo que eso era lo que estaba estudiando, dos meses después me puse a estudiar diseño. Empecé hacer mucho ejercicio, cambié mi look a petición de mi esposo, no puedo quejarme he vivido muy bien, tengo un esposo que parece amarme incondicionalmente, y es un excelente padre para mis angelitos, que aunque por más que quiera encontrarles algo parecido no lo tienen, aunque puede el color de cabello. A la familia de él no la conozco, dijo que siempre se negaron a lo nuestro y su amor fue tan grande que prefirió dejarlo todo por mí.  Con él he aprendido a sentirme cómoda, lo aprecio, pero no lo amo, por más que quiera no puedo, incluso no he podido tener relaciones s****l es con él, hemos estado a punto, pero al final no puedo, después de esos encuentros donde casi hemos terminado haciendo el amor, termino llorando en el baño y sintiendo que traiciono a alguien, se que es ridículo, porque estoy con el padre de mis hijos y mi esposo. Después de un año y medio de vivir en Londres, le dije que quería volver a mi país, dijo que éramos latinos y que vivíamos en Costa Rica, pero que cuando tuvimos el accidente en carro, fue porque estábamos de vacaciones en Londres, y pues no quiso que volviéramos, pero quise volver, quise regresar y ver si recuperaba mi memoria, y hace dos meses después de tanto discutir volvimos, sentí mucha emoción cuando llegamos, como si aquí fuera encontrar lo que busco, lo que necesito. Por internet encontré un Restaurante a la venta, me encantó y decidí comprarlo, en Londres ejercía mi carrera de arquitecta, y aunque solo fueron 6 meses y proyectos pequeños, estaba adquiriendo muy buena fama. A mi querido esposo no le gusto el lugar, pero yo no me considero una persona sumisa, así que de igual forma lo compré. Él me dijo que administrara el restaurante desde la oficina, y así lo hago aunque a veces salgo a ver como anda todo. Cuando estoy aquí, por Internet busco como hacerme propaganda de Arquitecta. Siempre que salgo es con mi esposo, trata de no dejarme sola por mucho rato, pasa tan pendiente de mí, que ya asfixia, a veces siento que no quiere que recupere la memoria, pero es un pensamiento tonto. ¿Qué esposo no quiere que su esposa se encuentre recuperada? Y si a eso le sumamos que creo que oculta cosas, se que algo no anda bien.  FIN DEL FLASHBACK Quién iba a decir que al estar distraída chocaría con la mesa donde se encontraba esa mujer que dice conocerme, tengo que ir mañana, tengo que buscar o encontrar cualquier cosa que pueda hacer que yo recupere mi memoria. Recuesto mi cabeza en mi silla y cierro los ojos. Escucho la puerta abrirse y de inmediato se quién es. —¡Hola mi amor! ¿Cómo estás hermosa? —respiro profundo y abro los ojos. —¡Hola!, bien, ¿Y tú? —digo tratando de sonreír, no sé si contarle lo de la mujer. —¿Qué tal si vamos por nuestros angelitos? — Al pensar en mis preciosos hijos una enorme sonrisa aparece en mi rostro. —¡Si vamos! —Recojo mi bolso y mis cosas para irnos, pero antes de salir de la oficina me agarra del brazo. —¿Y mi beso? — Yo lo miro a los ojos, quisiera reflejarme en ellos, pero no puedo. Le sonrió y le doy un casto beso. —¿Qué tienes?— pregunta a la defensiva. —Nada, es que me duele la cabeza, eso es todo no te preocupes, ¿Nos vamos? Quiero ver a mis hijos. —Si vamos, ¿pasamos a comprar pastillas?. —No, yo tengo en casa, además acabo de tomarme una justo antes de que tú llegaras. — miento, pero es que esas pastillas me hacen dormir y sentirme débil, no quiero tomarlas. Cuando salimos de la oficina con mi esposo, con la mirada busco a la mujer, pero no logro verla, ni siquiera pregunté su nombre. Antes de salir, una canción inunda el lugar, paró en seco al escucharla. Eres tú quien alimento mi libertad, amarte y no necesitar de nada, tan solo tú mirada en mi. ¿Tu mirada en mi? Cierro los ojos frustrada y dos recuerdos llegan a mi, unos ojos azules como los de mis hijos, y un pastel de frutas. Me mareo y Andrés me agarra de la cintura. —Amor, ¿te encuentras bien? —Si, no es nada. —le respondo, mientras la canción sigue sonando. No fue difícil encontrar la calma, le hablaste a mi alma, dormía la verdad…. —¡Vámonos ya! —digo alterada. Esos ojos, esos malditos ojos. Me han perseguido desde que desperté sola en ese hospital. (...) —Mami— mis bebés corren, o bueno hacen el intento, con 1 año y 3 meses que tienen, llegan hasta mí cuando llegamos a la guardería, yo los recibo con los brazos abiertos, ellos me abrazan y me llenan de besos. —¿Y para papá no hay abrazos y besos? —los niños le sonríen, corren hasta su papá. Después de llegar a casa, jugué con mis angelitos, luego les di de cenar, antes de acostarlos les di un baño y les leí un cuento. Cuando se durmieron decidí darme un baño para relajarme. —¡Eres tan hermosa!— dice Andrés cuando me ve salir del baño con una bata para dormir, se acerca lentamente hasta llegar a mi y me besa con pasión y lujuria, cierro mis ojos tratando de seguir, pero de nuevo esos ojos azules llegan a mi mente. —No, no puedo— digo algo agitada por el beso y separándome de él. —¿Hasta cuando Montserrat?, eres mi mujer, la madre de mis hijos, ¿Porque me haces esto? —No lo sé, por más que quiera corresponderte no puedo. —Déjame hacerte el amor, déjame hacerte mía y verás cómo ese miedo se va, te amo por favor déjame demostrártelo. Sus palabras tan lindas y su voz tan dulce me hacen pensar en lo que dice, cierro mis ojos tratando de concentrarme, pero sus manos se posan en mi cintura y me pega a él. Sus labios recorren mi cuerpo, lo hace tan despacio, como si tuviera miedo a romperme, su boca bajó hasta mis senos, gemí involuntariamente, mis manos las puse en su cabello, poco a poco fue llevándome hasta la cama. ¿Qué estoy haciendo?, no, no puedo, hasta que no recuerde quién soy en realidad no puedo. —¿Qué pasa?— dice al ver que me alejo. —No puedo, voy a dormir en el cuarto de mis bebés.  —¿Montserrat? —No Andrés, no. — digo antes de salir de ahí. Al llegar al cuarto de mis bebés les doy un beso en la cabecita a cada uno y me acuesto en el sofá que instalé en el cuarto de ellos. ¿Por qué tengo que sentirme tan sucia cada vez que Andrés me besa así? ¿Qué me pasa?
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