—¡Esto no puede ser!
—¿Por qué?, ¡Si lo deseas tanto como yo!
—Porque estoy casada, no puedo hacerle esto.
cierro mis manos en forma de puños, ella es mía, mi mujer, ¡maldita sea! ¿Hasta cuando voy a poder aguantar? ¿Cuándo podré decirle que la amo, y que es mi esposa?.
—Está bien, tienes razón, lo siento. —le digo serio, doy media vuelta para salir de ahí, antes de que pierda la paciencia que me queda. Escucho que suspira, y antes de que salga, una de sus manos toma una de las mías.
—Puede que mañana me arrepienta de esto, pero no te vayas, quédate conmigo esta noche.
cierro mis ojos, al escuchar sus palabras.
—No quiere que te arrepientas, quiero que te sientas segura, quiero que seas solo mía.