Capítulo II

1052 Words
Me siento intimidada… Estar tan cerca de ese hombre me intimidó e ignoré la pregunta que me estaba haciendo, podía notar que era un poco narcisista pero ¿Quién no lo haría? Siempre había tratado de ser correcta y solo tenía ojos para Sandor. Me parecía la perfección en persona, pues era el primer hombre que había llegado a mi vida. Entonces con voz neutral repliqué: ꟷ ¡Pues creo qué estás bien! Después de todo es importante cuidar el cuerpo por salud. ꟷ Nunca expresaba lo que pienso pero me hubiese gustado decirle: “Tú lo qué estás es bello papacito, yo con una sola de esas piernas me conformo” ¿Qué me estaba sucediendo? Yo iba por otra cosa. No ha buscar marido. Y menos estando en la casa de Dios. Para cambiar el tema hablé un poco angustiada: ꟷ ¿Crees qué podrías ayudarme con un problema? ꟷ Debía retomar la idea que me había hecho acercarme a ese lugar, sentí mi corazón lastimarse cuando mencioné: ꟷ ¡Es mi esposo, me engaña! Dentro de la perfección a la que yo estaba acostumbrada a llevar mi vida, éste percance me marcaba. Porque no me gustaba estar en la boca de las demás personas. En el trabajo nos conocían como una pareja sólida y yo era respetada. Trabajábamos en la misma empresa pero él tenía otros proveedores y nunca coincidíamos en el mismo piso. Los sueños de viajar a Europa, México, Orlando y la magia de Disney… Todo se había esfumado… ꟷ ¿Cómo puedo ayudarte? ꟷ Pregunta un poco distraído mientras acerca su mano a mi frente, limpia una gota de sangre y señala: ꟷ ¡Quiero reponer el daño qué te hice! Eso era la que menos me preocupaba porque esa herida se curaría en días pero lo qué estaba sintiendo en el pecho no iba a sanar de la misma forma. Entonces anuncié de forma apacible: ꟷ ¡Deseo vencer mi dolor! Quiero sanar. Por eso lo más prudente fue buscar ayuda con ustedes. ꟷ Ahogada en llanto terminé la frase, esperaba recibir algunos tips que me hicieran sentir mejor. De lo contrario no podría sobrellevar éste tormento una semana. Me hizo seguirlo por un largo pasillo, entramos a una oficina muy formal. Tenía un escritorio gris, con unos cuantos libros encima. Las paredes estaban pintadas de color y tenían crucifijos dorados. Me pidió que me sentará en el sofá y él se dirigió a su escritorio. Lo primero que empezó preguntándome fue: ꟷ ¿Quién eres? ꟷ No pensé qué fuese importante para él saber quién era pero lo iba a hacer. Y entonces de forma muy modesta informé: ꟷ Soy Stéphane Dupont, tengo veintidós años, soy Ingeniero Industrial … ꟷ Pensaba proseguir explicándole pero puso su mano extendida en señal de qué me detuviera. Con cara de asombro repliqué: ꟷ Me preguntaste y te estoy respondiendo. ¿Por qué me detienes? ꟷ El sonríe y yo deseo quedarme observando el esmaltado perfecto de sus dientes, entonces con mucha calma añade: ꟷ Esa es la parte que todos conocen. No es lo que yo quiero saber. Necesito saber quién eres en esencia para poder empezar una terapia. No soy psicólogo pero si puedo conseguir aliviar tu espíritu si te conozco a fondo. Debes contarme ¿Quién se esconde detrás de esa mujer perfecta? Los sueños, los miedos, las fantasías… A eso me refiero. ꟷ Quedé formateada por completo. Nunca me había preguntado ¿Quién era yo? Entonces intenté pensar un poco para poder responder: ꟷ Soy inteligente, no me gusta hablar de sentimientos o emociones, sé cantar muy feo, suelo ser muy susceptible cuando estoy en mis días, intento complacer a todas las personas, dejó que tomen decisiones por mí, sonrió muy poco, me da miedo experimentar cosas nuevas, le temo a las tormentas eléctricas, odio las mentiras y a la gente mediocre, soy perfeccionista. ꟷ Se me habían acabado las opciones así que detuve mi discurso. Se quedó en silencio e indagó: ꟷ Y ¿Tus fantasías? ꟷ No iba a contestar esa pregunta aunque se me ocurrieran a cada rato como por ejemplo ahorita deseaba que me acostara en ese escritorio y me besara, pero por eso es fantasía, porque no se puede hacer realidad, bueno eso es lo que yo entiendo. Y un poco distante añadí: ꟷ ¡No tengo fantasías! ꟷ Se acercó hasta el sofá y dijo: ꟷ ¡Estas mintiendo! ꟷ ¿Cómo hizo para saber eso? Pero no daría mi brazo a torcer y le discutí: ꟷ ¡No estoy mintiendo! No tengo fantasías, además ahorita en mi situación sería lo más difícil de imaginar. ꟷ Me contuve para mostrar una actitud indiferente. Se sentó cerca de mí, aclaró su garganta y mencionó: ꟷ¡Qué lástima! Yo si tengo fantasías… ꟷ Me sonroje porque no imaginaria que una persona como él se atreviera a hablarme de sus pensamientos más privados pero me sacó de mi película cuando explicó: ꟷ¡Desearía poder comerme un kilo de helado yo solo! Pero mi instructor me lo prohíbe. ꟷAhí estaba yo, de mal pensada, tomando las cosas por otro camino, subí la mirada al techo pidiéndole perdón a Dios por esos malos pensamientos que mi cerebro estaba produciendo. ꟷ Tomó mi mano y dijo: ꟷ Hablaste de todo pero en ningún momento me hablaste de amor propio. Por hoy ha terminado la sesión pero tendrás una penitencia porque pecaste con la mente: De regreso a tu casa le dirás a veinte personas conocidas o desconocidas la siguiente frase: “Me amó y confío en mi poder” ꟷ En definitiva esa penitencia no la iba a cumplir yo me amaba. Me amaba tanto que… Qué dejé que abusaran de mi nobleza… Tenía razón, necesitaba creer en mí de nuevo. Bueno si eso funcionaba lo iba a hacer. Me despedí y en una hoja me dió su número de w******p para que le escribiera si llegaba a sentir algún malestar por el golpe. Salí de allí y empecé a decirle a las personas aquel mensaje, los primeros me vieron con incredulidad, dirían que estaba loca, otros se rieron y a medida que sumaba personas lo decía con mayor seguridad, algo estaba pasando conmigo…
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