Tres días después de aquella pregunta, Trevor parecía escapar de Sofía. Cada vez que ella intentaba hablarle él huía. ¡Literalmente! Aunque Sofía intentara mantener una conversación de trabajo con él, Trevor la ignoraba y se iba de la oficina e incluso del edificio.
Sofía se había sentido humillada, es como si ella tuviera alguna especie de infección mortal de la que él no quería contagiarse, le había ordenado que cualquier cosa que quisiera o tuviera que decirle, se lo comunicara por correo electrónico, como si no estuvieran a tan solo unos metros de distancia. También le prohibió que lo llamara al teléfono.
—Solo palabras escritas —le había dicho dejándola mucho más que confundida.
¿Qué le pasaba a ese hombre?
Además, se iba mucho más temprano de la oficina los días que iba y nunca respondía los mensajes de Sofía ¿Cómo iba a saber ella si los había visto o no? Con un “Ok” de respuesta le bastaba, pero ni siquiera eso hacía. Trabajar con él estaba comenzando a ser un martirio, mucho más que antes, era más difícil cuando él no estaba que tener que aguantar su fastidiosa presencia. Pero es que incluso en su ausencia era difícil.
Trevor estaba siendo alguien muy irracional con ella, pero tenía que reconocer que no había dejado el trabajo botado, era muy responsable y la empresa marchaba incluso mejor que antes y solamente llevaba Trevor cinco días desde que había tomado la presidencia.
—Entrega para el señor Trevor Clark —un mensajero llegó con una caja muy grande que dejó caer sobre el escritorio de Sofía causando un ruido sordo.
Sofía hizo una mueca ante el ruido y miró la caja con interés.
—¿De parte de quién? —preguntó firmando la hoja de entrega.
—Dejó una tarjeta —le pasó un sobre sellado, Sofía la examinó a través de la luz para ver si alcanzaba a distinguir algún nombre.
—Le entregaré la caja cuando el señor Clark venga a la oficina, muchas gracias.
—Con gusto, señorita —. El mensajero se alejó mientras Sofía continuaba intentando leer lo que había en el sobre.
Se rindió minutos después al darse cuenta de que no tenía caso, ese sobre no quería ser leído por ella.
«No es para ti, metiche»
Se recordó mentalmente dejando la tarjeta sobre la caja anotándose mentalmente que tendría que entregarla a Trevor lo más pronto posible y tan posible como fuera ya que no tenía ni idea de donde estaba y se suponía que ella era quien organizaba su agenda, pero Trevor era su propio jefe y hacia lo que se le daba la gana.
Mientras continuaba haciendo su trabajo, miraba de vez en cuando aquella encomienda, ¿Qué había adentro? Tenía bastante curiosidad por ver lo que sea que fuera. Golpeó su labio inferior con el lapicero unas cuantas veces y decidió enviarle un mensaje a su jefe.
Asunto: Entrega de paquete.
Remitente: Sofía, asistente general.
Señor Clark, ha llegado una encomienda a su nombre, tiene un aspecto bastante curioso y dejaron un sobre junto a el paquete que no tiene remitente, ¿Debería abrirlo?
Atte: Sofía.
Esperaba que él no viera aquel mensaje como un atrevimiento sino como algo bueno, es decir, podía ser una bomba y ella estaba dispuesta a sacrificar su vida solo por la curiosidad… Quiere decir, por su jefe adorado.
Asunto: Re: Entrega de paquete.
Remitente: Trevor Clark.
¿El paquete es para mi o para usted?
Atte: Su jefe.
Sofía leyó el mensaje con un morro en sus labios, ¿Qué clase de respuesta era esa? Ahí muy bien dejaba textualmente que era un paquete para él.
Asunto: Re: Re: Entrega de paquete.
Remitente: Sofía, asistente general.
Esta a su nombre señor Clark.
Atte: Sofía, su asistente.
Pocos segundos después de enviar su respuesta, el correo estaba anunciando que tenía un nuevo mensaje por parte de su jefe, lo abrió con una sonrisa emocionada que se fue borrando a la vez que leía la respuesta.
Asunto: Re: Re: Re: Entrega de paquete.
Remitente: Trevor Clark.
ENTONCES NO LO ABRA, NO TOQUE NADA MIO.
Atte: Su muy cabreado jefe.
¡Será imbécil!
Asunto: SEGURIDAD PERSONAL.
Remitente: Sofía, asistente general.
Señor Clark, debo pedirle encarecidamente que, a raíz de su negativa, no me siento segura con esa caja al lado y no puedo entrar a su oficina a dejarla allí, yo no sé si es algo seguro o quizás una bomba que pueda estallar en cualquier momento y aun no quiero perder la vida.
Le ruego que envíe a alguien a recogerlo o que me diga a que ubicación enviarlo.
Atte: Una muy asustada asistente general.
Sofía mordía la uña de su pulgar esperando alguna respuesta de su jefe, esperó dos minutos y nada aun, cinco minutos después seguían sin ninguna respuesta y sus ojos no dejaban de ver aquella caja con nerviosismo.
—¿Una bomba, Sofía? —dio un respingo en la silla despegando los ojos de la caja y posándolos frente a Trevor Clark, él había venido y ahora estaba frente a ella. —¿En serio?
Su ceño fruncido la intimidaba un poco, se removió incomoda en la silla de su escritorio, nunca pensó que Trevor se atrevería a ir personalmente, ¿Acaso se preocupaba por su seguridad?
—¡Señor Clark! —exclamó levantándose de la silla y señalado la caja. —No esperaba que viniera.
—Yo tampoco esperar perder el tiempo viniendo por una estupidez, Sofía —comentó tomando la caja —, pásame un cúter.
Sofía buscó entre sus cosas un cúter que pasó a Trevor, él saco la afilada punta a la vez que Sofía se escondía tras su espalda, él la miro como si ella estuviera loca, pero no pudo evitar formar una sonrisa de medio lado burlona.
—No puedo creer que alguien pueda tenerle miedo a una caja —clavó la hoja del cúter en la cinta de la caja de manera precisa, sus manos no temblaron en ningún momento. Como si fuera un experto en el arte de cortar.
—No le tengo miedo a las cajas sino a lo que contienen.
—Eso es una estupidez —Sofía se asomó por sobre el hombro de su jefe para ver que contenía la caja.
Trevor la miró de reojo, ella tenía el ceño fruncido como si e verdad estuviera esperando que de ahí salieran cosas horribles, pero lo único que salió fue ropa de bebé. La cara de Sofía se tornó roja de la vergüenza cuando se jefe se giró hacia ella enseñándole los pedazos de trapo.
—Pues no ha sido una bomba. ¿Contenta?
Sofía miraba con sus labios abiertos lo que Trevor sostenía entre sus manos, ropa de bebé, era ropa de bebé ¡Un bebé!
—No sabía que usted tuviera un hijo —comentó sin despegar los ojos de las prendas de color azul.
Trevor tiró todo dentro de la caja de nuevo y la cerró con un poco de frustración.
—Y yo no sabía de su temor por las cajas —respondió encogiéndose de hombros —. La próxima vez no me haga perder el tiempo.
—Lo lamento, pero en ningún momento le pedí que viniera —Trevor hizo una mueca que Sofía no notó.
Eso era cierto, ella no le había pedido que fuera a la empresa y abriera una caja que al parecer le daba pánico, pero aun así tenía curiosidad y en el fondo quería ver a Sofía, por lo que tomando eso como excusa se acercó a la oficina.
—Señor Clark, ¿Le puedo hacer una pregunta? —Los ojos de Trevor se enfocaron en los de Sofía, la forma en la que ella se removía con el ceño un poco fruncido y uno de sus labios siendo aplastados por sus dientes le avisó que no se trataría de algo de la empresa.
—¿Es algo del trabajo? —se aseguró antes de hacer nada.
—No…
—Entonces no tengo nada más por decir, voy a seguir trabajando.
—Pero, espere…
—No tengo tiempo, ya luego hablamos.
Escuchó el bufido de Sofía cuando estaba esperando que las puertas del ascensor se abrieran, ¿Porqué siempre que la veía le parecía mucho más bonita?
Sofía era un ángel caído del cielo, su rostro era como el de una princesa pura y delicada, tan hermosa que le daba miedo si quiera acercarse y contagiarla de su asqueroso ser. Además, no quería tener que hablar de lo ocurrido en la discoteca, aquello sería como recordarle lo que había pasado y luego al llegar al departamento de ella y él no quería que su mente reviviera aquel beso.
Se recordaba cada vez que podía que ella era la mujer de su hermano, que era alguien imposible y maravillosa que no podía tocar y prefería mantener las distancias hasta que ella se aburriera de él, de sus tratos y mostrara su carta de renuncia, carta que no iba a rechazar.
Por muchas ganas que tuviera de pecar y morder la tentación, Trevor no se atrevía, realmente él no quería hacer daño a nadie, mucho menos a la familia que tenía, aunque no fuera bien recibido, no quería que Aidan se molestara mas de lo que ya estaba, podía hacer de cuenta que poco le importaba, pero en el fondo no era cierto.
En el fondo, él quería tener un hermano y vivir lo que nunca había podido y aunque todo estaba siendo un poco difícil y Aidan lo trataba de bastardo y lo odiaba, sentía que algún día podía tener una buena relación, pero si se dejaba llevar por las ganas y tocaba a Sofía, sabia que a partir de ese momento podía declarar la guerra de hermanos.