Capítulo 4

1601 Words
—¿Lista? —Preguntó él dejando una tarjeta color n***o de American Express dentro de una carpeta.  —Si señor.  El camarero volvió pronto con la tarjeta, nuevamente Sofía fue la única en agradecerle, pero Trevor hizo algo que dejó impresionado a aquel joven, le dio un billete de cien dólares como propina.  Si bien ese fue un gesto muy bonito, Sofía no pudo evitar pensar que Trevor era un derrochador de dinero, su auto nuevo modelo, su reloj Rolex, esos trajes tan costosos… Iba a dejar en bancarrota a su empresa en menos de un año. Quizás tenía que hablar con la señora Olivia o con Aidan…  «Espero que no se ande de lengua suelta con él de todo lo que yo hable o haga» La amenaza de Trevor llegó a su mente y quedó atrapada entre la espada y la pared. ¿Qué podía hacer?  —¿Vamos? —preguntó Trevor llegando a su lado.  —Ujum —murmuró ella caminando tras él.  El regreso a la empresa fue en un silencio demasiado incomodo, Sofía quería tirarse del auto y eso que solo eran dos cuadras un poco largas, no eran mas de diez minutos, pero fueron los peores minutos de su vida.  Su cabeza daba vueltas con varias posibilidades.  La primera, gritarle lo patán que era, cuanto lo odiaba y confesarle que no le veía futuro en la empresa y que solo esperaba que no la llevara a la quiebra como se veía que iba a pasar y esperar que la despidiera lo más pronto posible.  La segunda opción y la más correcta para Sofía era quedarse callada trabajando para Trevor y evitando desde adentro que la empresa continuara siendo como si Manuel Clark siguiera en ella. Era lo más lógico y lo que Sofía sin duda alguna iba a hacer.  —Gracias por el almuerzo —. Pronunció Sofía cuando llegaron al edificio, abrió la puerta y bajó.  Trevor bajó el vidrio de la ventana del lado del copiloto y la miró.  —Volveré mañana a primera hora y espero encontrar el informe en mi escritorio, mi jornada ha acabado ya. —Sofía abrió la boca para hablar, pero Trevor ya había arrancado el auto.  —¡Pero sus reuniones de hoy! —gritó al auto que ya estaba a unos veinte metros de ella.  Maldijo con fuerza al auto que acababa de huir y mas que todo al hombre que lo manejaba, ¿Quién se creía ese tipo? Se le habían subido mucho los humos al ser el nuevo director de la empresa. O quizás siempre había sido así.  Sofía apenas si lo conocía, no sabía con certeza si ese hombre siempre había sido de esa forma tan petulante o solo ahora por haber recibido una muy buena herencia.  Cuando llegó a la oficina de su difunto jefe y que en paz descanse, quiso sentarse a llorar en el mullido sofá de cuero que había en aquella oficina.  Trevor había quitado los cuadros que enmarcaban todos los diplomas que tenía el señor Clark en la pared, todas las pequeñas decoraciones que para Manuel significaban mucho ahora estaban dentro de una caja metidas de forma descuidada.  Se sentó en el sofá, nunca pero nunca se había atrevido a sentarse allí, pero ahora de ese lugar era lo único que le recordaba a su mentor, el aroma del lugar había cambiado y ahora estaba mezclado con la dureza de la colonia de Trevor. El señor Clark siempre había tenido un olor característico a lo que ella le parecía madera y crema de afeitar. —Esto es una mierda —dijo en voz alta mientras tocaba lentamente el escritorio.  Después de unos cuantos minutos sentada y reflexionando que de ahora en adelante todo iba a ser más diferente, comenzó a meter las pertenencias del señor Manuel en una caja, ahora de manera mas delicada y envolviendo cada pequeña pieza delicada en papel periódico.  Abrió un cajón y encontró un sobre que decía su nombre, frunció el ceño y lo tomó con sus temblorosos dedos.  —¿Y esto? —se preguntó.  Giró el sobre por todos lados, solo tenía su nombre, ni una fecha, ni una firma, nada.  ¿Será que ese sobre lo dejó el señor Clark?  Con su corazón latiendo a mil por segundo, abrió el sobre de la manera mas lenta posible. Sus ojos se llenaron de lagrimas cuando reconoció la letra de su mentor.  «Querida Sofía.  Si estas leyendo esto es porque ya no estoy con ustedes y lamento con todas mis fuerzas haberme ido tan pronto, tenía muchas ganas de vivir durante varios años más, pero así es el ciclo de la vida.  Quizás ya has conocido a mi hijo Trevor, espero que él por fin haya aceptado mi propuesta de ser el director de la empresa… Si así fue, te pido que estes a su lado en todo momento, mi muchacho ha sufrido mucho y ahora es hora de que se relaje un poco.  Enséñale todo lo que sabes y aprende de él, no es una persona fácil de manejar al principio, pero todo eso fue mi culpa, no tuve tiempo de redimir todos mis errores con él.  Sé que podrás con él, es un niño atrapado en un cuerpo de hombre, pero que tiene miedo de la vida, aunque no lo demuestre, esta muy dolido con su vida y me odia al igual que a sus hermanos, pero espero que su relación contigo sea diferente y que no permitas que ninguno de mis otros hijos lo humille.  Te encargo a lo mas preciado que me dio la vida, pero que no lo supe valorar. Contigo compensé un poco ese papá que me hubiera gustado ser con él, te quise como si fueras mi propia hija y espero que mi hijo comprenda que lo que hice fue por su bien.  Cuida de mi muchacho, es un gran hombre, pero aun no lo sabe.  Con mucho amor,  Manuel» Sofía secó las lagrimas que se habían resbalado por sus mejillas, la oficina estaba llena de sollozos. Ahora tras leer esa carta, le quedaba completamente claro a Sofía que la mejor decisión era permanecer trabajando en la empresa junto a Trevor y cumplir la decisión de su jefe.  Si su deseo era que ella permaneciera con Trevor, no podía negarse, ese hombre la había ayudado en los peores momentos de su vida, ahora era momento de que Sofía diera un poco de eso al hijo.  ¿A qué se refería con que había sufrido?  Trevor si era un hombre bastante difícil, serio y un poco antipático… O demasiado, pero se le hacia raro todo lo demás, frustrado con la vida no parecía y menos un niño en el cuerpo de un adulto porque esa aura de s*x-Appeal que desprendía estaba lejos de ser de un pequeño.  Luego de medio aceptar lo que había leído y terminar de recoger lo poco que quedaba de las pertenencias y comenzó a realizar el informe para Trevor.  Sofia tenía la mayor parte de la información en su computadora, así que solo tuvo que agregar cinco páginas más, imprimir todo y dejar la carpeta en el escritorio de Trevor.  Con la caja en una de sus manos y su bolso en la otra, salió del edificio y tomó un taxi en dirección a la casa de la señora Olivia, al llegar tocó tres veces la puerta y esperó a que la muchacha de la casa abriera la puerta.  —Hola, Olguita, ¿Cómo va todo? —preguntó entrando a la casa.  —Muy triste toda esta situación, señorita Sofía.  —Lo sé, esto es horrible —. Suspiró con fuerza y preguntó: —¿La señora Olivia se encuentra?  —En su habitación, hoy no ha tenido muchas fuerzas de levantarse.  —Pobre, iré a verla y le dará las pertenencias del señor Clark.  —Vaya, vaya, verla a usted seguramente le sentará bien —Sofía asintió con una pequeña sonrisa.  —¿Y Aidan y Adele? —preguntó.  —Se fueron.  Sofía negó con su cabeza, un día mas al lado de su madre ayudándola a pasar el duelo no los iba a hacer menos ricos. Se despidió de Olga y fue a ver a la señora Clark.  —Toc, toc —dijo con voz un poco animada.  —Sofía, cariño. Que bueno que viniste. —Comentó la señora Olivia.  —No sabía si era un buen momento o no —dijo entrando a la habitación.  —Siempre es un buen momento para verte —Sofía sonrió con cariño y le enseñó la caja. le mostró la caja que traía entre sus brazos.  —Gracias, no me atrevía a ir por ellas —tomó la caja con sus débiles manos y le agradeció. —Preferí traerlas antes de que el señor Cla… Trevor las dañara —corrigió su nombre, no estaba segura de que la señora Olivia aceptara a Trevor como un Clark.  —Hiciste lo correcto.  Tras unos cuantos minutos más hablando con la señora Clark, recibió un mensaje de su mejor amiga.  Camila: Me acabo de enterar de la muerte del señor Clark…  Lo siento tanto amiga, lamento no haberte escrito antes, estaba en el aire. ¿Salimos esta noche? Un trago te hará bien, sé que estás triste, te conozco mejor que nadie.  Sofía: ¡Por favor! Necesito olvidarme de todo esto por al menos una noche.  Camila: Te veo a las diez entonces.  Sofía: ¿En el mismo lugar de siempre?  Camila: ¡Por supuestooooo! ¿Dónde más sino?  Sofía: Te veo en unas horas. 
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