La primera impresión que Sofía tuvo de Trevor no fue la mejor, la segunda vez que se encontraron en la oficina fue incluso mucho peor.
—Organiza una reunión en media hora con todos los empleados, me presentaré formalmente como el nuevo jefe —le dijo Trevor a Sofía nada más salir del ascensor.
—Buenos días a usted también, jefe —saludó ella con sarcasmo mientras tomaba el teléfono y comenzaba a llamar a cada jefe de planta para organizar la reunión.
Trevor se encerró en su oficina a hacer sabrá Dios que cosas, media hora después, la sala de reuniones estaba completamente llena.
—Buen día —las murmullos se silenciaron cuando Trevor entró por las puertas dobles a la sala de reunión.
Eran tantas las personas que están allí en ese momento que muchos estaban de pie porque las sillas eran bastante escasas.
—Mi nombre es Trevor Clark, soy hijo de Manuel Clark que en paz descanse —un murmullo alto comenzó a escucharse, Trevor levantó sus manos. —Voy a ignorar sus expresiones de sorpresa, ya sé que la mayoría esperaba en este cargo a mi hermano, pero así no lo quería mi padre. Soy otro m*****o Clark y como tal daré lo mejor de mí para seguir manteniendo el legado de mi padre en alto, a la vez necesito de la voluntad de cada uno para hacer de esta empresa la mejor, le pido a los jefes de cada área que se queden unos minutos más para discutir sobre las nuevas tecnologías que implementaremos en Clark company.
La reunión se extendió por bastantes horas de la mañana, Sofía cómo asistente de Trevor, tuvo que estar a su lado en todo momento e iba tomando nota de lo importante que él decía para no olvidarlo luego.
Ahora mismo no podía dar su mejor concentración, el día de ayer habían enterrado al señor Clark y a Sofía aún se le hacia bastante raro ver que ya no era Manuel quién presidía la mesa de juntas sino que ahora lo hace su recién aparecido hijo, Trevor.
A mitad de la tarde, la sala de juntas quedó vacía a excepción de ella y Trevor, Sofía soltó un suspiro y acarició sus sienes, anoche no había dormido nada por estar llorando y el dolor era impresionante, sus ojos ardían y estaba segura de tenerlos rojos.
—Señor Clark, —lo llamó —¿Qué desea que le pida para almorzar?
—Saldré a un restaurante, puede acompañarme para que hablemos un poco de su nuevo trabajo —comentó él mientras se colocaba su traje.
—¿Mi nuevo trabajo? —preguntó con miedo. Claramente el era ahora el nuevo jefe y podía despedirla si así lo deseaba aún cuando eso no fuera lo que hubiera deseado su padre.
—Acompáñeme y hablamos, estoy muerto del hambre —ella asintió y lo siguió en silencio, también moría del hambre.
Bajaron en ascensor hasta el sótano del edificio, lugar en el que se encontraba el parqueadero, Trevor caminaba con mucha seguridad en sí mismo a pasos gigantes, Sofía, siendo bien menuda trataba de seguirle el ritmo prácticamente corriendo.
Llegaron a un auto de color n***o y descapotable en el cual se subieron. Trevor no abrió la puerta para Sofía, simplemente con un gesto de cabeza le indicó que se subiera.
Eso a ella poco le importó, tenía manos y podía abrir la puerta por si sola, no necesitaba que ningún hombre y menos su nuevo jefe, hiciera algo por ella.
—¿Qué restaurante me recomienda? No conozco mucho la ciudad —Comentó Trevor mientras comenzaba a conducir.
—A dos cuadras hay un restaurante buenísimo, el señor Clark amaba ir a ese lugar cada tarde y… —se quedó callada sonriendo con sus ojos cargados de tristeza.
—Vale, entonces allá iremos —confirmó él sin pedirle que continuara hablando y dejó el tema así por el momento.
No tardaron más de cinco minutos en llegar al lugar, el valet parking abrió la puerta para Sofía y recibió las llaves del auto de las manos de Trevor.
—Gracias —, dijo Sofía mientras Trevor no se digno en darle ni una mirada al amable trabajador.
Ella frunció el ceño desaprobando la actitud de él, pero teniendo que cerrar la boca porque no se atrevía a decirle unas cuantas verdades a su jefe, al menos no aun porque no sabía si su trabajo corría peligro o no. Trevor la miraba de reojo y vio la mueca que ella hizo, tuvo que contener una pequeña carcajada.
Aquella mujer era hermosa, de eso estaba completamente seguro, pero tenía que comprobar que era un dulce pastelito como alguna vez le había mencionado su padre y probar que ella no quería quedarse con la herencia de los Clark, impedir el matrimonio de ella con Aidan era algo de lo que tenía que hacer en la empresa.
Se sentaron en la mesa mas apartada de todo el restaurante y pidieron rápidamente la recomendación del chef junto con un vino tinto seco que según el creador del plato: Combinaba a la perfección con todos los sabores.
—¿Hace cuantos años trabajas para la empresa? —preguntó Trevor y luego dio un sorbo de vino, la mirada que él le dio a ella por encima de la copa hizo que su garganta se secara.
—Ya bastantes —se limitó a responder.
No podía hablar más, Trevor era un hombre demasiado intimidante, a Sofía le temblaban las rodillas cada que él la miraba de esa forma tan… ¿Seductora? ¿Atrapante? Aun no podía descifrar la palabra correcta.
—Conoces demasiado bien el funcionamiento de mi empresa —. Sofía quiso tirarle la copa de vino encima y gritarle que no era suya, pero nuevamente solo respiró profundo y respondió con lo mínimo.
—Ese es mi trabajo, señor Clark.
—Por supuesto —concordó este —. Así que necesito que me des un informe completo y muy detallado de cada movimiento de la empresa.
—Si señor, se lo puedo tener listo para dentro de tres días.
—Lo necesito para mañana a primera hora —. Los labios de Sofía se separaron en medio de un jadeo.
—Eso es imposible —Trevor negó con su cabeza.
—Estoy completamente seguro de que lo va a lograr en menos del plazo dado —pronunció su jefe completamente seguro de sus capacidades.
—Señor Clark, me alaga que crea que mis capacidades superan la de muchas personas —se elogió a sí misma —, pero tiene que entender que justo ahora no me siento al cien por ciento, la muerte de su padre es algo que me ha dejado muy afectada.
—No le estoy pidiendo una explicación, le estoy dando una orden —Sofía mordió el interior de su mejilla con bastante fuerza, tanto que pudo saborear su propia sangre.
—Lo entiendo, pero…
—Mañana a primera hora, ¿Entendido? —Asintió con desgana y perdió por completo el apetito.
No tocó mas su plato de pastas y se limitó a ver a su nuevo jefe devorar la comida con rapidez, la tristeza que la invadía era enorme y a Trevor parecía darle completamente igual que la muerte de su padre tan solo hubiera sido ayer.
Ayer, j***r.
Ni siquiera hace un mes o una semana. Tan solo había pasado un jodido día y él estaba como si nada.
Bah, ¿Por qué se sorprendía? Él nunca había ido a visitarlo, jamás.
Era un hijo recién aparecido que se creía el dueño del imperio que había creado su padre, un hombre que hasta el ultimo día fue maravilloso y tan pero tan humilde que a Sofía no le cabía en la cabeza una explicación de como el señor Clark pudo tener un hijo tan egoísta.
—Voy al baño —se levantó del asiento y camino con rapidez al baño.
Allí soltó unas cuantas lágrimas. Al parecer de todos los hijos de Manuel Clark, a la única que él le importaba era a Sofía… Y ni siquiera era su propia hija, fue tan solo una empleada que él acogió enseñó y quiso como suya.
—¿Porqué te fuiste tan pronto? —preguntó al aire en medio del baño.
Secó sus lágrimas, arreglo su maquillaje y volvió a la mesa como si estuviera todo bien. Si Trevor Clark no estaba afectado, ella fingiría que tampoco lo estaba y haría hasta lo imposible por demostrarle a su nuevo jefecito sin sentimientos que su puesto se lo había ganado con mucha honra.