Sofía esperó a que Gerardo Benites, el abogado de confianza del difunto señor Manuel Clark saliera de la cocina para ella soltar la respiración que había contenido por varios minutos, luego caminó con un poco de inseguridad hasta la señora Olivia.
—Señora Clark —carraspeó su garganta para llamar la atención de la mujer.
—Dime, cariño —respondió cuando se fijó en la joven.
—El señor Benites esta acá —los ojos de la señora Olivia se cerraron con fuerza —, y me ha pedido que los reúna prontamente para la lectura del testamento.
—Viejo testarudo, ni su muerte nos deja tenerla en paz, ¿Por qué fue Manuel quien decidió que lo leyeran el mismo día, verdad?
—Así es —sonrió con un poco de pena.
—Pues que así sea entonces, la haremos en el despacho, trae a mis hijos por favor. —Pidió la mujer levantándose del sofá y organizando su vestimenta de esa forma tan sofisticada que siempre había tenido.
Sofía comenzó a buscar a los hermanos Clark, en medio de su caminata se fijó en que el tal Trevor Harrison estaba hablando con Gerardo, eso le pareció mucho más raro a Sofía, ¿De qué tenían que hablar ellos? ¿Sería posible que le señor Clark hubiera mencionado en su testamento al supuesto hijo Trevor?
—Aidan, te esperan en el despacho —. Lo encontró en el jardín de la casa fumando un cigarro.
—¿Para? —preguntó dándole una ultima calada.
—El abogado esta acá. —No fue sino mencionar esas palabras para que Aidan caminara hacia allí, Sofía continuo buscando a Adele.
Subió al segundo piso a revisar las habitaciones, quizás había entrado a alguna a descansar luego del largo viaje, revisó habitación por habitación, Sofía tenía el permiso para hacerlo. Cuando llegó a la habitación de huéspedes escuchó sonidos parecidos a gemidos.
No podías ser posible que… ¿O sí?
Tocó la puerta varias veces.
—¿Adele? —preguntó acercándose mas a la puerta.
—¿Si? —rodó los ojos cuando escuchó el rechinar de la cama.
La puerta se abrió una Adele despeinada, con una sábana alrededor de su cuerpo miro a Sofía.
—¿Qué necesitas? —preguntó a Sofía. Nunca se habían llevado muy bien, pero al menos se toleraban lo suficiente como para mantener una conversación sencilla.
—El abogado esta en el despacho y te están esperando para la lectura del testamento de tu padre, por favor ve rápido, eres la única que falta.
—Ya mismo voy.
Antes de que la puerta se cerrará, Sofía pudo ver que el rubio estaba totalmente desnudo en la cama con sus brazos bajo su cabeza y una sonrisa de galantería que le dio asco.
Dio media vuelta y se dirigió al despacho para organizar cualquier cosa con tal de olvidar la escena que sus ojos acababan de ver, en la puerta del despacho se encontraba la señora Olivia y Aidan teniendo una discusión un poco acalorada.
—Él también tiene derecho a estar acá. —dijo la señora Olivia.
—¿Derecho a qué, mamá? —preguntó Aidan con furia.
—Es tu hermano, aunque no lo quieras aceptar —él negó con su cabeza y soltó una risa llena de sarcasmo.
—Es un aprovechado que justo viene ahora que papá ya no está, pero cuando vivía jamás tuvo la decencia de visitarlo o llamarlo. Solo busca el dinero de mi padre.
—Tu tampoco estuviste muy pendiente de él y aun así estas acá. —Aidan sintió aquello como una puñalada directo al pecho, ya no supo que mas decir.
—El abogado ya los espera. —Comentó Sofía acabando con el tenso ambiente. —Yo estaré cerca por si me necesitan.
—Espera, Sofía. —la llamó Gerardo —. Tú también debes estar presente.
Ella miró a la señora Clark quien se encogió de hombros y la animó a entrar a la habitación.
Allí adentro se encontraban seis personas, el abogado encabezando la mesa, los dos hijos Clark, Adele y Aidan, la señora Olivia, Sofía y por último, un poco más alejado se encontraba Trevor.
—Me apena mucho tener que hacer esto en un día tan difícil para todos ustedes —comenzó a hablar el abogado.
—No para todos —murmuro Aidan mirando de reojo a Trevor.
—Pero así fue la voluntad del señor Clark, él no quería que ustedes pausaran sus vidas si en algún momento él llegaba a faltar, ahora que lastimosamente ha llegado ese momento, él quería que ustedes supieran lo que él quería que ustedes hicieran. —Prosiguió el abogado.
Sofía miró nuevamente de reojo a Trevor, se notaba que no pintaba para nada dentro de la familia, su aura era mucho más oscura y había algo en él que llamaba su atención, sus ojos se encontraron y ella sintió una corriente pasar por toda su espina dorsal.
—Comenzaré la lectura, Es mi completa voluntad repartir mis bienes de la siguiente manera: El treinta y cinco por ciento se lo dejo a mi mujer, para mis hijos dejo a cada uno el veinte por cierto y el cinco por ciento restante será destinado para donación en cualquier lugar que mi esposa disponga. Los bienes raíces que eran de mi propiedad y cuyos nombres son los siguientes.
·La propiedad en la avenida decima se la dejo a quien ha sido dueña de ella por más de quince años, a mi esposa.
·Los departamentos en los que viven mis hijos, pasan a ser propiedad de ellos, Aidan en Berlín, Adele en Londres.
·Tres departamentos más en la ciudad de Chicago seguirán siendo herencia de los Clark y destinados en un futuro para mis nietos.
·Las casas en la playa y la finca quedan a disposición de todos y si en un momento deben ser vendidas, será Olivia Clark quién repartirá en partes iguales a mis hijos y a ella misma el valor.
·Los autos ya están a nombre de cada uno de mis hijos y pueden hacer con estos lo que dispongan.
·La presidencia queda a cargo de mi hijo mayor, lo he enviado a estudiar en la mejor universidad del extranjero preparándolo para este momento y sé que en sus manos, la empresa tendrá frutos.
Aidan había perdido la sonrisa que había en su rostro, él era el hijo mayor de Olivia y Manuel Clark, como pareja, pero Trevor era varios años mayor.
—¿Qué? —preguntó él sintiendo temor.
—La presidencia queda a cargo de mi hijo mayor, Trevor Clark, Aidan seguirá con su trabajo habitual en el cual es el mejor como supervisor y gerente de todas las sedes de Clark company.
—¿Es una jodida broma? —preguntó Aidan levantándose de la silla.
—Hijo, por favor deja que Gerardo siga leyendo. —Pidió la señora Clark.
—A mi hija Adele, le encargo que esté más presente en la vida de su madre y en la vida de sus hermanos —la mencionada soltó varias lágrimas. —A Sofía, mi mano derecha y la segunda mujer en quién confiaba plenamente, le pido que siga al lado del nuevo presidente de la compañía, ella conoce mejor que nadie la empresa y será la mejor maestra para Trevor, confío en que ustedes dos hagan un buen equipo.
Gerardo Benítez retiró sus lentes y cerró la carpeta.
—Ahora lea el testamento real —pidió Aidan —. Papá nunca dejaría la empresa a cargo de ese bastardo.
—Pues lo hizo —respondió este levantando sus hombros. —De ahora en adelante la empresa estará bajo mi dirección y espero que puedas acoplarte a mi como papá lo deseaba.
—No lo llames papá —Rugió Aidan, la señora Olivia se puso de pie.
—Cálmate hijo, por favor —puso su mano sobre el antebrazo de Aidan, —Trevor, no sé porque Manuel te dejó la dirección de la empresa, pero confiaré en que supo lo que estaba haciendo y confío en que mantengas respeto y amor por lo que tu padre construyó durante años. Aprendan a trabajar como hermanos, socios y familia. Es lo que su papá hubiera querido.
Sofía y Adele estaban en silencio, mientras una lloraba, la otra se encontraba desconcertada por la decisión del señor Clark.
—Sofía, cariño —llamó la señora Olivia —, dejo en tus manos y en las de Trevor la empresa.
Aidan salió furioso del despacho seguido de Adele, la señora Clark fue a hablar con el abogado mientras Trevor se acercaba a una nerviosa Sofía.
—No sé la razón del porqué mi padre confiaba en usted, pero yo no lo hago —comenzó a decir él, Sofía se sorprendió y enojó un poco —, Aidan odia mi presencia y espero que su relación con él no sea una interferencia en la empresa, espero que no se ande de lengua suelta con él de todo lo que yo hable o haga, no la despido porque mi padre por alguna razón la estimaba, pero espero y entienda que no me va a ser ni un poco grato trabajar con usted.
—Disculpe, pero usted no me conoce en lo absoluto.
—Y usted a mi tampoco, así que mantenga su distancia y profesionalismo, no me importa que sea la novia de Aidan, primero es mi asistente.
—Yo no…
Trevor ya se había ido sin escuchar que Sofía no era novia de Aidan, ese hombre era un desgraciado, ¿Cómo podía ser un Clark?