Sofía subió al último piso del edificio, uno de los lujosos penthouse era de Trevor, cuando las puertas del ascensor se abrieron, ella vio como Trevor ya estaba con la puerta abierta esperándola.
Su cabeza estaba recargada sobre el marco de la puerta mientras la observaba con atención, su camisa estaba ligeramente abierta mostrando un pecho salpicado de oscuro bello y muy tonificado. Sofía tuvo que hacer el esfuerzo por separar la mirada de allí y reprender a su mente por querer pasar las manos por aquel cuerpo. Se dio cuenta entonces de qué Trevor estaba descalzo y en una de sus manos sostenía un vaso de algún líquido color ámbar, seguramente algún alcohol, no podía decir un nombre porque poco conocía, pero quizás tequila o vodka.
El cabello de Trevor era oscuro y por lo general siempre lo llevaba peinado hacia atrás, pero ahora que lo veía, este estaba despeinado, con el cabello en varias direcciones dándole un aspecto más juvenil.
—Sofía —su nombre se alargó en la lengua de Trevor. Mordió su labio inferior y soltó una pequeña respiración.
¿Porqué ese hombre pronunciaba su nombre de una manera que podía llegar a ser ilegal? Lo que causaba en ella cada vez que lo escuchaba no era normal.
—Hola…
—¿Y bien? —una de las cejas de Trevor se levantó ante la pregunta —. ¿A qué se debe tu visita?
—Lamento venir a esta hora, pero es que tenemos que hablar.
Trevor no respondió, lo único que hizo fue levantar el vaso y empinarlo a su boca tragando todo el líquido de una sola estocada, lamió sus labios quitando los restos de alcohol e inclinó la cabeza hacia adentro invitándola a entrar.
Él no se quitó de la puerta.
Sofía contuvo la respiración mientras pasaba por su lado rozando ligeramente su cuerpo con el de su jefe, Trevor no pudo evitar inhalar el aroma de Sofía, lo volvía completamente loco. Un toque cítrico y a la vez ligeramente dulce, tal y como él describía la personalidad de ella.
Ella se sorprendió ante lo grande y limpio que era el departamento, muy minimalista y de colores oscuros, no habían muchos lujos, pero se notaba que lo poco que había podía costar una fortuna.
Trevor colocó sus manos sobre los hombros de Sofía en una clara señal de que le pasara el abrigo, la calefacción del departamento no la haría sentir frío allí adentro.
—Gracias.
—¿Deseas tomar algo? —preguntó Trevor luego de colgar el abrigo en un perchero.
—Un vaso de agua estaría bien.
Sofía miró como Trevor caminaba con elegancia y confianza en su departamento, el andar descalzo le daba un aire de hombre relajado. Sus ojos veían con atención como él abría cajones buscando vasos y también una garra de agua fría de la nevera.
—Aquí tienes.
El sonido del vaso puesto sobre la encimera de la cocina le indicó a Sofía que debía comenzar a moverse y no ser una mujer rara que solo se quedaba en mitad de la sala. Caminó hasta la barra y se sentó en una de las altas sillas mientras observaba a Trevor. Él hacía lo mismo con ella.
Mientras Sofía tomaba el vaso de agua bajo la intensa mirada de él, sus brazos se colocaron sobre la encimera sosteniendo parte de su cuerpo.
—¿De qué tenemos que hablar? —comentó Trevor mientras Sofía tragaba lentamente, la escuchó suspirar antes de dejar el vaso vacío en la encimera y agradecer.
—Sé lo que pasó aquella noche.
Los hombros de Trevor se tensaron, Sofía notó aquello y se sintió mucho más incómoda.
—Me siento muy avergonzada, yo no recordaba nada, hasta hoy fue que pude ver a mi compañera de piso y ella me contó todo —. Cubrió con sus manos su rostro, lo sentía cada vez más caliente. —Ahora entiendo porque usted huía cada día de mi, seguramente crea que yo soy una especie de acosadora, pero no es así. De verdad me quiero disculpar, el alcohol y yo no somos buenos amigos y me hace hacer cosas sin sentido.
Trevor la escuchó con atención queriendo reír, ¿Alejarse de ella por pensar que era una acosadora?
Soltó una pequeña carcajada que no pudo contener, Sofía lo miró con confusión. Ay, si supiera que él huía de ella era justamente para lo contrario. No quería acosarla, no quería dejar confundir a su mente y sentir que debía hacer lo que no era correcto.
—¿Qué le hace gracia? —preguntó Sofía con un poco de mal humor, ella tenía el ceño fruncido mientras lo miraba.
—Me hace gracia el hecho de tu creas eso. —Se encogió de hombros —, fue solo una presión de labios, no es nada del otro mundo y eso definitivamente no me afectó en nada.
Mentira, pura mentira.
—Ah —fue solo un susurro por parte de Sofía. ¿Porqué le molestaban aquellas palabras?
—No sabía que pensabas que huía de ti, eso no es lo que hago —sus dedos golpeaban rítmicamente la encimera —. Es solo que nunca he sido un hombre de oficina, ese ritmo no es lo mío, yo prefiero estar en diferentes partes haciéndome cargo de mis responsabilidades y Clark’s no es lo único que yo hago. Tengo muchos negocios aparte, no es como si de la nada hubiera renunciado a mi vida anterior para ser el director de la empresa de mi padre, asumí esa responsabilidad porque él me lo imploró, le dije que no iba a abandonar lo mío y él me prometió que no tenía porque hacerlo, que tú me ibas a ayudar.
Sofía asintió un poco asimilando toda la situación.
—Así que… —Miró los ojos profundos de Trevor —. Mientras usted está encargándose de sus demás negocios, yo debo quedarme a cargo de la empresa de su padre.
Lo último lo dijo casi en un susurro y fue más una pregunta que un comentario, Trevor asintió.
—No tienes los estudios necesarios para hacerte cargo de la empresa, pero sí tienes los capacidades y experiencia que es lo que no se consigue en una universidad, por eso tú y yo estamos a cargo de la compañía.
—¿Y porqué no Aidan? —Trevor rodó los ojos al escuchar el nombre de su hermano.
—Aidan no me llega ni a los talones.
Las cejas de Sofía se elevaron al escuchar tal arrogancia que salió de los labios de su jefe.
—Pero él es…
—Para ti será un hombre increíble porque lo ves de esa forma, pero en los negocios hay que aprender a quitarse el corazón unas cuantas veces para no dejarse influenciar por los sentimientos. La empresa es un negocio, no un libro romántico.
Esta vez fue el turno de Sofía de rodar los ojos, pero que arrogante e imbécil era su jefe. Además ella no veía a Aidan como un hombre increíble, de hecho ahora le tenía un poco de rencor por haber dado tan poco importancia a la muerte de su padre.
—Eso lo sé, a fin de cuentas la empresa está yendo bien porque la está dirigiendo un hombre sin corazón.
—No sé si debería tomarme eso como un insulto o un halago. —Sofía se sonrojó aún más, no esperaba decir eso en voz alta.
—La cosa es que no me refería a eso, quiero decir, usted tiene otras cosas que hacer y casi no pasa tiempo en la oficina, debo reconocer que nos va bien, yo me sé defender sola y usted es muy bueno haciendo negocios con los clientes, pero la empresa necesita de alguien que esté ahí cada día, no solo cuando puede.
—Y esperas que sea Aidan quien se encargue de eso, ¿No? —preguntó sin ocultar la molestia de su voz —. Qué sea él quien se encargue de todo y yo vuelva a Londres dejando la empresa de mi padre en manos de un hombre como él. ¿Acaso no lo conoces bien?
La voz irritada de Trevor cada vez se notaba cuan furioso estaba, él sabía lo que era, pero que justo Sofía pusiera a Aidan por sobre él, lo hacía sentir una ira como nunca antes.
—Por supuesto que lo conozco bien.
—No lo pongo en duda —entrecerró los ojos con recelo.
Es la prometida de Aidan a fin de cuentas.
—Y él…
—Ya me cansé de escucharte hablar de él —le cortó el parloteo bruscamente —. Lo que tú no estás entendiendo es que Manuel Clark te quería a ti como la persona que estuviera cada día en la empresa, siendo la cabeza de esta. No a mi, no a Aidan y mucho menos a Adele, eras tú.
—¿Yo? —La voz de Sofía se entrecortó un poco.
—Si, tú. —Trevor tomó una fuerte respiración y se acercó a ella, posó sus manos en sus hombros y la miró. —Él te quería como a una hija, me costó mucho entenderlo, porque no entendía como él podía querer darle todo a alguien que no era de la familia cuando a mí no me había dado nada.
Sofía mordió su labio inferior con fuerza conteniendo las lágrimas.
—Él fue un buen hombre. —Trevor negó con su cabeza.
—Yo tuve que conocer la versión fea de él, no acepté .