Capítulo 5

1507 Words
Día 4 El día anterior curé y llevé a Elián a un parque para sentarlo en los columpios, aún que no podía moverse yo lo ayudé un poco empujándolo lo más suave que pude para no lastimarlo. Verlo sonreír me hizo olvidarme del mal momento que había pasado por culpa de Soberbia, pero la felicidad no duró demasiado ya que a causa del brazalete cayó al suelo mientras se sujetaba el pecho. Ahora no dormí a causa de lo sucedido y lo obligue a dormir, antes de eso buscamos un buen lugar que elegimos entre los dos, bajo un árbol del mismo parque. Mientras lo vigilaba para que descansara, y en esos momentos en los que no dormí me percaté de que poco a poco estaba perdiendo el pecado que tanto odiaba. La gente que caía bajo el control de mí eran los mayores, cuando antes todos caían rendidos sin importar la edad. — Quien lo diría, un arcángel es la cura de un pecado.— hablé en voz baja para mi misma mientras veía a mi alrededor.— ya solo 6 días y te irás... Al verlo cubierto con sus alas como si fuesen sus mantas y esa expresión de tranquilidad con la que dormía, mi corazón saltó y volvió a reaccionar igual que el día pasado. Tanta ternura y belleza depositados en alguien como él, se me hacía imposible pero los humanos tenían razón, los arcángeles son seres de belleza deslumbrante o tal vez divina. Mientras lo admiraba, una de mis manos se movió involuntariamente y acarició el cabello cobrizo de Elián. Que envidia, incluso su cabello era tan perfecto, sedoso, brilloso y largo. — La deidad de la luz se encargó de hacerlos perfectos.— suspiré.— y a nosotros nos hicieron de un aspecto desfavorable... tal vez sea envidia la que siente la deidad oscura y por eso los odia tanto porque su creador los hizo tan bellos mientras que sus creaciones son... horribles, por eso todos nos tienen miedo. Cerré mis ojos con gran disgusto de tan solo pensar en aquello que era verdad, tanto que no me percaté que Elián me estaba observando. Traté de tragarme la amargura que me causaba pensar eso y seguir con la misión de ayudarlo. Decidida abrí mis ojos para después devolver mi mirada hacia el arcángel, pero para mi sorpresa, él me estaba mirando mientras aún seguía cubierto por sus grandes alas. — ¡¿Elián?!. ¡¿Cuánto tiempo llevas despierto?!.— le pregunté un poco nerviosa. — Desde que comenzaste a acariciar mi cabello.— me sonrió.— es lindo despertar y verte a mi lado. Pero... Su expresión tranquila cambió por una llena de preocupación, que me confundió, bueno eso fue hasta que volvió a hablar. — No es lindo escucharte decir que eres horrible.— se descubrió y estiró sus alas mientras se sentaba a mi lado.— Pereza, cualquier creación es bella sin importar de que lado se encuentre. La vida misma es hermosa, es imperfecta pero... eso la hace hermosa sin importar desde que ángulo la mires. — Lo dices porque te doy pena.— desvíe la mirada.— además... ustedes son muy hermosos. — No. No me das pena.Lo digo porque es la verdad, y eso de que somos hermosos y perfectos... no es cierto.— me tomó de la mano.— la belleza es algo que el ser humano impuso, pero... los arcángeles y ángeles no pensamos así... a lo que llamamos hermoso es a la vida misma que se nos concedió. — Elián, me refiero al aspecto.— lo miré a los ojos.— eso es lo que tú no vez. Soy un monstruo que se encarga de hacer sentir mal a las personas. — Claro que veo como eres físicamente, mi vista está perfectamente bien.— me tomó de la mano.— Pereza, yo creo y siempre lo haré... que tú eres... Sus palabras quedaron en una pausa indefinida, y eso me molestó, bueno eso fue hasta que vi hacia donde él estaba viendo. — Elián, ¿quieres ir?.— le pregunté mientras llamaba su atención. Devolvió su mirada hacia mi— Ah, emm.. si quieres acompañarme, no te obligo a ir.— me respondió mientras me miraba. — Iré para asegurarme de que no te vuelvan a atacar.— me levanté del pasto.— así que vamos.— le extendí mi brazo para ayudarlo. — ¡Ah!. ¡si!.— me tomó la mano para después ayudarlo a levantarse.— ya estoy bien, solo me hacia falta descansar. — Pero tus... Me interrumpió.— Ya sé curaron mis heridas, así que mejor vamos a ver que le sucedió. Ambos solo caminamos hacia un carrusel, donde se encontraba el alma de un pequeño infante. El pobre estaba llorando, a lo que Elián solo corrió a él para tomarlo de los hombros mientras que yo solo los observaba. — Pequeño... ¿qué haces aquí?.— le preguntó. — Estaba esperando a que vinieran por mi.— le sonrió.— sabía que vendría, arcángel. — Yo no me llevo las almas, solo estoy aquí para proteger a los humanos.— le sonrió levemente. — ¿Y por qué vienes con la parca?.— le preguntó mientras me apuntaba. No sabía si ofenderme o sentirme halagada por lo dicho, pero aún así no dejé que me afectara y me quedé calla da mientras Elián comenzaba a acariciar el cabello azabache del menor. — Ella no es lo que piensas, ella es un hermoso pecado que me está acompañado porque siempre me meto en problemas.— le sonrió. — ¿Y ella no puede llevarme?.— nos miró con los ojos llorosos.— ya no quiero estar aquí. — Pero, si estás aquí... es porque quieres hacer algo muy importante para ti en este lugar.— se separó del niño.— y se cual es. Elián solo me miró para después apuntar al carrusel, estaba un poco molesta porque me involucraría con su trabajo pero aún así lo acompañé. Ambos tomamos una mano del pequeño para luego ayudarlo a subir al juego mecánico que daba vueltas lentas. — Oye pequeño.... ¿cómo te llamas?.— le pregunté cin una expresión neutra mientras Elián lo subía al caballo del juego. — Eros.— me respondió con una leve sonrisa.— ¿y ustedes? — El arcángel se llama Elián y yo soy Pereza.— le respondí. — Oye pequeño, ¿te gustaría ir más rápido?.— le propuso Elián. — ¡Sí!.— respondió con mucho entusiasmo mientras alzaba sus manos al aire. Sabía que en algún momento, Elián aprovecharía mi pecado para afectar al hombre que se encontraba en el panel de control. Así que sin más solo acepté, al momento que el carrusel dio la vuelta entera pasamos por un lado del hombre al que solo le toqué la cabeza para que cayera dormido, provocando que pulsara un botón que hizo que la máquina fuese más rápido. Eros para no caerse y por miedo de que lo dejáramos solo, nos tomó a mí y a Elián de la mano, tal vez se sentía seguro así que no le di muchas vueltas al asunto. El pequeño reía mientras nos seguía tomando de las manos, cosa que a Elián le alegró demasiado. — ¿Te estás divirtiendo?.— me preguntó. — Claro, mientras tú y Eros sean felices.— le respondí aun manteniendo mi expresión neutra para luego ver al pequeño. Al verlo, noté que poco a poco se estaba desvaneciendo su alma. Dirigí nuevamente mi mirada hacia Elián, pero este solo me sonrió. Por otro lado el pequeño solo nos dijo: — Gracias por cumplir mi último deseo... sentir el amor de una familia... y pasear junto a mi padre y madre en este juego, aún que no lo sean... gracias por ayudarme y tratar de ocupar ese rol.— nos sonrió por última vez. Entre destellos desapareció del lugar, y Elián y yo solo bajamos del carrusel. Estábamos a punto de irnos pero no sin antes ir a despertar al señor, cosa que el arcángel hizo. Esas horas de diversión que pasamos con el pequeño en el carrusel nos hizo perder la noción del tiempo a lo que al bajar nos percatamos de que ya estaba por anochecer. Ambos solo comenzamos a buscar un buen lugar para ver el atardecer y las estrellas pero como los días anteriores, a mi acompañante lo volvió a hacer caer el dolor en el pecho que ahora era más fuerte que el del día anterior. — No me mires así... ya solo te quedan 6 días para soportarme. Ya no te seré una molestia más.— me sonrió con cierta tristeza. Quise responderle pero no me atreví a hacerlo, solo fingí no haberlo escuchado para después solo sentarme en el pasto mientras veía el atardecer. Tal vez me arrepentiría en un futuro de no haberle hecho frente a sus palabras, todo por no querer darle explicaciones y para no verlo llorar nuevamente.
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