Capítulo 4

1805 Words
Día 3 Desperté con un dolor de cabeza, tal vez porque dormí pensando en lo que haría este día junto a Elián, pero aún así no se lo mencioné para no preocuparlo. Nuevamente había dormido a su lado, cosa que ya no era novedad para este arcángel. Él parecía perdido en sus pensamientos hasta que me miró, su expresión seria desapareció para dejar ver esa cálida sonrisa que me dedicaba, provocando que esa sensación de náuseas apareciera junto a ese latido rápido. Sinceramente, lo odiaba por causarme tantas molestias, pero, aún así no lo dejé solo. — Buenos días Pereza.— me habló con una sonrisa que reflejaba calidez.— espero que hayas descansado bien, me sentiría mal si eso no fuese así. — ¿Qué tiene de bueno?, si lo primero que vi al despertar fue a ti, y con respecto a mi descansar.... ¿a ti que te importa?, siendo sincera, eso no debería importarte en absoluto.— le dije mientras me cruzaba de brazos.— además, tengo una pregunta muy seria para ti, así que responde... ¿por qué siempre me estás observando cuando duermo? Sus mejillas se tornaron rojas, pero sin saber porqué, solo le di un codazo para sacarlo del trance en el que había entrado ya que me desesperaba un poco verlo tratar de rodear la pregunta. Bien sabía que no me respondería, así que me resigné y traté de dejar de lado esa pregunta para evitar más incomodidades. Suspiré.— Bueno, no me respondas.— le dije mientras dirigía mi mirada hacia él.— Solo dime lo que quieres hacer hoy. — Yo... emm.. este...— comenzó a jugar con sus manos.— Pereza, yo... — ¿Tienes algo planeado?.— le pregunté mientras arqueaba una ceja.— por que si no... volveremos con Cerbero para despejar tu mente.— le amenazé. Con miedo me gritó.— ¡No, no, otra vez no!.—después de esa respuesta, sus manos comenzaron a temblar, realmente parecía nervioso pero aún así siguió hablando.— Sí, pero... te parecerá ridículo.— desvío su mirada. — ¡¿Ah?!. Pero si eres tú el que tiene que disfrutar sus últimos días, no yo.— suspiré.— solo te estoy acompañando y nada más. No creí que unas simples palabras le hicieran feliz, ya que solo me tomó de las manos. Quise decirle algo por el tacto y recordarle los límites que había puesto, pero la calidez que me trasmitía con una simple mirada me hizo olvidarme de lo incómoda que me sentía en esos momentos, tanto que no pude evitar hablar sin pensar. — Elián... ¿Por qué eres diferente a los demás arcángeles? Sonriendo cálidamente.— Porque yo quiero ser alguien en el que pudieras confiar, quiero ser alguien que puedas ver de una manera diferente a lo que tal vez tu y tus hermanos vean como un inútil arcángel, algo más que solo un simple arcángel ingenuo. Sus palabras me sacaron del trance, y con rapidez me liberé de su agarre para después mirar hacia otro lado para evitar su mirada. Realmente, me sentía extraña, mis piernas comenzaron a temblar y mi corazón comenzó a latir con más fuerza. ¿Qué tenía Elián para que provocara sentimientos extraños en mi?, mejor dicho: ¿por qué reacciono así con él si somos "enemigos"?, ¿será que esto que siento es amistad?. Varias preguntas pasaron por mi cabeza hasta que sentí como liberaba una de mis manos para depositar la suya sobre mi mejilla, provocando que perdiera el hilo de preguntas que me planteaba en esos momentos. — Me gustaría, que confiaras en mi y que no me vieras más como un enemigo.— me sonrió con ternura.— por que yo nunca te vi como mi enemiga... — Elián.... Mi mente quedó en blanco con esa mirada que transmitía tranquilidad, esos orbes plateados me distraían y su voz me tranquilizaba tanto que quería que no se quedara callado. Nuevamente ese sentimiento lleno mi ser, pero como siempre, hay algo que me hacía salir de ese trance, y en ese caso fue más bien una desgracia que haya sucedido. Sentí como si un balde de agua fría cayese sobre mi, trayendome de vuelta a la realidad a la que debía enfrentar por mi naturaleza. — ¿Pereza?.— escuché la voz de uno de mis compañeros. — Que mala suerte tengo.— pensé al verlo frente de nosotros. Sin pensarlo solo empujé a Elián, provocando que cayera al suelo. Me miraba confundido por mi acción pero al ver a mi compañero mas cerca del lugar y de nosotros, me miró con tristeza. Yo por otro lado solo ignoré su expresión para poner atención en Soberbia él pecado de apariencia arrogante que siempre portaba un traje elegante y botas largas negras mientras llevaba su cabello atado en una coleta, aquel tonto al estar cerca de mi pisó la mano del arcángel y con una sonrisa coqueta me miró. — ¿Este infeliz te está molestando?.— me preguntó mientras aplastaba con más fuerza la mano de Elián.— ¡ah claro!, para que pregunto, si de seguro este tarado te está tratando de envolver para luego desaparecerte... maldito ser despreciable... me dan asco los seres como tú.— mencionó con cierto desagrado que reflejaba tanto en su voz como en su semblante cada vez que veía a Elián. — Soberbia, ¿qué haces aquí?.— le pregunté mientras trataba de alejarlo de Elián.— creí que tenías que ir a la ciudad que recientemente te habían otorgado por tu buen desempeño. — Vine a verte a ti hermosa Pereza.— me tomó del mentón para acercarme a él, pero lo aparté.— Pero me encuentro con este pedazo de basura insignificante tratando de tocarte, me da asco.— le escupió al arcángel.— deberían desaparecer de la faz de la tierra y de cualquier mundo espiritual. Le harían un favor a cada ser vivo y no viviente. La ira me invadió al ver su acción, pero aún así no hice nada más que alejarlo de Elián, pero mi compañero me empujó para liberarse de mi agarre. Nunca creí que esa acción la hizo para ir con Elián, quien aún se encontraba en el suelo, para comenzar a agredirlo físicamente. — ¡¡Sobrebia!!.— corrí hacia el para alejarlo.— ¡¡este arcángel no te está haciendo nada, déjalo en paz!!.— grité. Por otro lado, solo recibí la mirada molesta de Soberbia, quien solo me miró con esos orbes azabache que darían miedo a cualquiera, pero aún así no deje de estirarlo. — Pereza, debes de ir a holgazanear. Que yo me encargo de la basura.— me empujó. La fuerza que utilizó para alejarme de él, fue la suficiente para hacerme caer, pero aún así no me quedaría de brazos cruzados viendo como agredían al arcángel más dócil que había conocido, quien solo se quejaba por el impacto de los golpes. Me levanté del suelo para luego solo lanzarme sobre Soberbia para hacerlo caer al suelo junto a mi, pero no me iba a detener ahí, ya que la ira que se acumuló estalló. — ¡Eres un estúpido!. Siempre me has caído mal, siempre te he odiado como a la estúpida de Envida, son los peores pecados.— hablé mientras le proporcionaba varios golpes a puño cerrado en el rostro.— tú simple presencia me da náuseas, incluso la deidad oscura ha pensado en desaparecerte por lo inservible que le eres, solo sirves para fastidiar a los demás.— frunci el ceño.— aún que tal vez te tiene tanta lástima que ni siquiera es capaz de deshacerse de ti, ah si, como desaparecer a algo que ni siquiera vale la pena para que nuestro señor malgaste su divina oscuridad.— me burlé de él mientras seguía desquitando mi enojo. — Pereza... no.— me habló en voz baja Elián, quien extendió su brazo para tratar de alcanzarme aún que sus esfuerzos eran en vano ya que me encontraba a casi medio metro de el. Lo ignoré mientras seguía con lo mío.— ¡¡Sobrebia me importa un comino lo que pienses, así que largo!!. Este es mi territorio, y no quiero que vuelvas o si no te irá peor.—le dije mientras dejaba de golpearlo y me levantaba del suelo. El de cabellos azabache solo se levantó del suelo para mirarme con cierto odio pero sin importarme, le di un mensaje ya que sabía que iría con la deidad oscura a decirle sobre mi comportamiento. — Dile a "Él" que yo soy la encargada de esta área y que por ende puedo ser yo la que se encargue de todo lo que haya aquí... así que no aceptaré ningún castigo por esto.— lo miré a los ojos.— así que lárgate. Sin nada que decirme se fue, mientras que yo solo me acerque a Elián para asegurarme de que se encontrase bien pero con esos golpes no lo creía. — ¿Estás bien?.— le pregunté.— ¿puedes moverte? — N-no mucho... pe.. p-pero gracias.— me sonrió débilmente.— no debiste. — Es mi territorio, no debe meterse con lo que hay en el. Y mucho menos contigo que solo te quedan 7 días. — Vaya.. al parecer hoy no haremos nada por esto.— desvió su mirada que demostraba su tristeza. Era evidente que se sentía mal por lo que había sucedido, tal vez hasta culpable se ha de sentir. Verlo así me hizo sentir extraña, pero escondí ese sentimiento para no hacerlo sentir mal al pobre. Elián se veía muy vulnerable en ese estado así que sin dudarlo dos veces, decidí ayudarlo y llevarlo a un lugar seguro. — Te ayudaré a caminar y curaré tus heridas... luego veremos que hacer.. tal vez una actividad que no involucre mucho esfuerzo.— le dije mientras lo ayudaba a levantarse.— tu túnica está muy sucia. — Eso no importa. ¡Auch!.— se quejó.— lo importante es que ese tipo no te hizo daño.— me sonrió con amabilidad. —No lo hizo porque tengo mucha razón al reaccionar así.— le sonreí levemente.— no debía meterse con lo que hay aquí, y eso te incluye a ti en mi custodia. No entendía por qué en esos momentos la luz del lugar era más brillante, pero al ver a Elián noté que este me miraba con cierta ternura. Realmente parecía feliz por lo que yo había dicho, eso me había sentir incómoda pero... a la vez mi corazón dio un brinco a pesar de que por tan solo unos momentos aprecié el rostro de ese arcángel que ahora se había convertido en parte de mi rutina, aún que durará poco.
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