Capítulo 9

1701 Words
Día 7 Despertar en la comodidad de mi hogar ya no fue tan reconfortante, sentía un vacío pero lo ignoré para luego solo salir de mis aposentos y dirigirme hacia la salida del inframundo para ir al pueblo donde trabajaba para comenzar mi rutina de todos los días como de costumbre. En la superficie el cielo estaba nublado y esas nubes grisáceas anunciaban a la lluvia que estaba por caer en cualquier momento, por otro lado, las personas que pasaban a mi lado no se veían muy animadas y rápidamente caían bajo mi pecado y eso me confundió un poco por solo unos momentos. Recordaba que en una temporada de mi larga vida mi trabajo era agotador y estresante por el simple hecho de que no le ganaba en cifras a mis compañeros, era molesto por Envidia quien siempre me entregaba el número de sus afectados. Pero eso era bueno a la vez ya que le daba un poco de sabor a mi rutina, me daba más motivación para tratar de seguir y no rendirme con expandir mi pereza a todo lugar. No sabía porqué mi trabajo estaba resultando ser muy fácil, pero ese sentimiento de felicidad no surgía como antes y eso me irritaba a la vez que me demostraba que estaba cambiando. — ¿por qué?.— me pregunté a mi misma mientras veía al cielo grisáceo.— ya no siento la misma satisfacción que antes me daba al menos un poco de felicidad a mi vida. Quizá mi vida se volvió... ¿monótona?.— negué.— no, otra vez no. Hace unos días atrás ya había salido del agujero de la infelicidad.... ¿pero ahora volví a caer? Quise tratar de resolver mi problema pero no encontraba la solución por mas que lo pensara, nada aparecía. Era extraño sentir ese vacío y ese pequeño dolor de pecho seguido de una tristeza que me invadía. Traté de evitar pensarlo y culparlo más para no involucrarlo más en mi vida que ya era suficiente con lo que había sucedido el día anterior, quise que el orgullo me consumiera por completo pero lamentablemente esos sentimientos lo derrotaron, que débil se había vuelto mi orgullo. — Ahg, odio decirlo pero... debo buscarlo.— suspiré.— solo para asegurarme de que esté bien. Me levanté del lugar para comenzar a caminar por las aceras del pueblo, revisando una por una y cada callejón. Revisé todos los contenedores de basura, los parques que había en el lugar e incluso también fui al río al que me había llevado, pero ninguna señal de él. Estaba por rendirme pero al recordar el parque me dirigí a ese lugar sin prisa alguna, llevaba medio día buscándolo así que me hice la idea en la que él estaría ahí esperándome. — Elián.— susurré. Mis pasos tomaron velocidad de tan solo pensar en lo cerca que estaba del lugar, pero al llegar al árbol donde nos quedábamos... no lo encontré. — ¿Se habrá ido a su hogar?.— desvíe la mirada.— tal vez fui demasiado dura con él, solo él...— hice una pausa para pensar en cada palabra de Elián. Al recordar lo que había dicho antes de irme sentí mi corazón saltar, ¿realmente estaba diciendo la verdad?. Bueno, después de todas las veces en las que Lujuria me decía cosas así siempre denotaba cierto tono que demostraba que era falso o incluso que solo era una simple broma, y todo este tiempo junto a los humanos aprendí a diferenciar la verdad de la mentira. Todos mis conocimientos los reuní para comenzar a atar conclusiones, hasta que llegué a una que me dejó sorprendida. — Él.... no mentía.— hablé para mi misma mientras miraba hacía el árbol. Recordar cada palabra y analizarla me hizo percatarme que sus palabras no tenían una pisca de falsedad, y en esos momentos me sentí como una gran tonta al haber creído que me estaba mintiendo. Todas esas señales que me había mandado y yo ni siquiera las había visto hasta ahora, cada rubor y lagrima, su sonrisa, amabilidad, nerviosismo, eran una muestra demasiado evidente de sus sentimientos y yo tan despistada que fui para pedirle algo claro cuando en realidad siempre fue así. — No se que es lo que siento pero... me gustaría averiguarlo.— dirigí mi mirada hacia el bosque.— y se a quien debo preguntarle, pero para eso debo cruzar las tinieblas para llegar a él. Sin temor alguno a ser reprendida comencé a caminar lo más rápido que pude de regreso al inframundo, donde al ingresar me dirigí a mis aposentos. Al entrar a mi habitación solo tomé una bolsita de tela y la llené con alguno que otro de mis recompensas por mi trabajo, como joyas y monedas de oro. — El dios de los muertos me puede ayudar en esto.— miré hacia la puerta de mi habitación.— tiene más corazón que la deidad de la oscuridad. Al salir de mi habitación mientras me cubría con la capucha de mi capa negra, me escabullí entre cada muro de mármol que había en el lugar. Cada paso que daba estaba lleno de preocupación de tan solo pensar en ser descubierta por alguno de mis compañeros o incluso por la mismísima deidad oscura, pero aún estaba decidida a luchar por encontrar una respuesta a mis dudas y confusión. Sin hacer ruido y de puntillas salí de los territorios de los aposentos de los pecados hasta llegar a los límites del templo de la deidad oscura, sabía que cruzando los límites había una gran y espesa niebla que perdería o desaparecería a cualquiera para ya no volver, incluso al más experimentado aventurero no regresaría de ese lugar tan misterioso. — Todo para aclarar y despejar mi mente de la duda.— respiré profundo para tomar un poco de valor.— cruzaré este lugar. Dije para adentrarme al lugar, y era verdad los relatos de alguna que otra alma que no podía llegar al dios por el simple temor de perderse, y todos los pecados éramos consientes de eso ya que alguna que otra alma se quedaba en nuestro territorio nos contaban como sus acompañantes entraban y ya no salían aunque les prometían regresar. Quizás los pecados no éramos tan miedosos, pero aún así nos manteníamos alejados de la niebla por pura seguridad, tal vez Envidia y Soberbia lograban entrar y salir pero los demás no lo intentábamos. Di unos cuantos pasos para adentrarme más al lugar, todo parecía muy tranquilo pero esa tranquilidad desapareció cuando algo me tocó el hombro, a lo que por reacción me detuve para estar atenta a mi alrededor y asegurarme de que no fuese algún alma en pena o guardián de ese lugar. El silencio era lo que mayormente abundaba en el lugar pero después del tacto que sentí en mi hombro logré escuchar una carcajada de un hombre, y eso me molestó. — Soy un pecado, y no tengo miedo en luchar contra ti.— amenacé al dueño de la voz a la vez que estaba atenta a mi alrededor. — jajaja, ¿un pecado?. Por favor, jovencita. Ese pecado del que me hablas está por extinguirse, ¿o me equivoco?.— se aclaró la garganta.— porque si aún fueses la pereza en totalidad... aún no hubieses llegado aquí de pie, tal vez... estarías en el suelo dormida o ni siquiera te esforzarías en venir a este lugar por puro desinterés. Eso es lo que caracteriza a ese pecado. Solo lograba escuchar la voz de un hombre mayor pero no lograba visualizar su cuerpo por ningún lado, y eso me llenaba de desesperación. Aún manteniendome atenta, solo asentí para afirmar que lo que había dicho era la mera verdad, pero aún así debía tratar de hablar con el para sacarle información sobre este lugar. — Ya se que estoy perdiendo mi pecado pero... solo vine a este lugar para atravesarlo y dirigirme al templo que se encuentra al final para hablar con el dios de los muertos.— le mencioné. — Hmm, ¿para qué irías a ese lugar a hablar con ese dios?.— me preguntó. — Para aclarar una duda de la cual tal vez pueda resolver con sus sabias palabras.— le respondí. — Ah, jajaja. ¿es sobre el arcángel que estaba contigo?. Elián, creo que es el nombre que le habías puesto, ¿no es así? Sus preguntas mezcladas con parte de la verdad me sorprendieron, tanto que solo asentí sin importarme con quien estuviese hablando. — Mira jovencita, esa respuesta la tienes solo tu en ese seco y oscuro corazón que se ablanda cada vez que ves a ese ser de luz. Yo solo te diré que es mejor que pases el poco tiempo que les queda ya que solo le quedan tres días... bueno 2 y un cuarto de día. — Pero no se donde está.— desvíe la mirada.— lo busqué en la tierra pero no lo encontré. — Bueno, Pereza. Solo te daré un consejo para que salgas de este lugar lo más rápido que puedas... porque una de las almas que atravesó este lugar me dijo que los pecados habían capturado a un arcángel que se encontraba vagando en el pueblo que protegía. Según dijo que no se resistió, y se lo llevaron. Mi corazón se detuvo, un pecado era una amenaza para alguien tan dócil como él, pero los seis al mismo tiempo eran demasiado. Sin pensarlo comencé a caminar hacia adelante, pero nuevamente la voz me detuvo. — Ahora estás más lejos de la salida. Sabes que tienes que apresurarte por que puede que se lo lleven a la deidad oscura, y esa probabilidad aumenta más ya que ese joven tiene el brazalete. — Ahg. Oye, ¿podrías decirme hacia dónde girar para caminar?.— le pregunté. — No. Solo veré que tan fuerte es tu deseo por salvarlo, te deseo suerte.— me respondió. — Ahg estúpida voz parlanchína.— gruñí mientras comenzaba a caminar en otra dirección. Mis pensamientos no eran mis mejores aliado en esos momentos, no podía confiar en ellos porque me traicionaban con los peores escenarios posibles.
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