Mi corazón se paralizó y mi cabeza comenzó a dar vueltas. Nunca creí que unas simples palabras me podrían acorralar, en esos momentos me sentía indefensa ante alguien demasiado dócil, y eso era demasiado extraño.
No sabía cómo reaccionar, un movimiento imprevisto que nadie creería escuchar de un arcángel hacia un ser tan despreciable como yo, fue un golpe directo que me dejó fuera de la realidad. Tardé demasiado en reaccionar hasta que solo comencé a reír de los nervios, aún que eso era lo único que podía hacer en esos momentos mientras me hacía una sola idea en mi mente: "Este tonto está bromeando".
— ¡Jajaja, que gracioso eres Elián!.— le di un empujoncito.— por poco me creía tu broma.
— Emm... Pereza.— comenzó a jugar con sus manos.— estoy hablando enserio.— me miró a los ojos.
— Jaja, pero tontito, estamos saliendo ahora mismo, ¿no?.— le pregunté.— nunca creí que me harías reír.
— Sí estamos saliendo pero solo como amigos, pero yo me refiero a que...— se ruborizó.— olvídalo. Mejor volvamos al parque.— me habló, pero su voz denotaba una pisca de tristeza en su tono.
— Bien, solo que ya no te guardes todo.— le dije mientras salía del agua.— me estás cansando con tu indecisión, si vas a decirme algo... ¡se directo!.— le grité mientras fruncía el ceño.— últimamente siento que me has estado escondiendo muchas cosas.
En esos momentos no lograba comprender porqué quería que terminara cada palabra que saliera de sus labios, me molestaba el simple hecho de que fuese demasiado tímido para hablarme directo.
Nuestro camino fue envuelto en un silencio sepulcral y las calles vacías no ayudaban mucho, ni siquiera las aves cantaban. El atardecer nos acompañaba en el recorrido, pero aún así ni su belleza nos hizo querer romper la tensión.
— Ojalá supiese lo que él piensa. A veces siento que me oculta cosas desde el primer día, jamás creí que una simple broma que traté de hacerle saliera tan mal. Ahora estoy aquí pasando el tiempo con él, que estúpida fui al creer que se negaría y molestaría. Todo por querer ver el poder de un Arcángel terminé así, molesta por algo sin sentido.— pensé.
Traté de mirarlo pero mi orgullo era demasiado grande para hacerlo, si él quería estar en silencio por algo insignificante... así estaríamos.
— A ver quién aguanta más este silencio.— pensé.
Seguí caminando mientras escuchaba sus pisadas que provenían detrás de mi, realmente me estaba cansando por más que intentara mantenerme serena no lo logré, mi molestia superó al orgullo. Mis pies se detuvieron en seco y sin pensarlo me giré para verlo a los ojos, notando su mirada triste.
— Elián.— lo miré con seriedad.
— Pereza.... no te molestes. Solo olvida lo que dije.— me dijo mientras intentaba demostrarme una sonrisa falsa.— es una gran tontería lo que estuve a punto de decir, así que ignora mis palabras.
— ¿Cómo voy a olvidarlo si me dejaste confundida?. ¿Te gusta hacerme sentir así?. ¿crees que es fácil para mí deducir lo que te sucede?.— le comencé a interrogar.—¡¿sabes lo que siento cada vez que te quedas callado?!.— le grité mientras fruncía el ceño.— almenos piensa en este insignificante ser de oscuridad que no entiende, no entiendo lo que pasa por tu mente y ni siquiera puedo descifrar tus sentimientos con facilidad... recuerda que soy diferente a ti.
— Pereza... yo siempre pensé en ti, pero no sabía cómo tratarte. Entiende que no fue mi intención.— desvío la mirada.— yo solo quise mantener la amistad... no quiero que esto termine por un simple sentimiento.
— Pero almenos respóndeme... ¿qué es lo que sientes?.— fruncí el ceño.
— No quiero... todo esto se irá a la basura si te digo.— bajó su mirada.— y no quiero que suceda eso.
— Ahg, ¡¡odio eso de ti!!.— le grité.— ¡¡te odio a tu y a tu silencio!!!
Su expresión de sorpresa me hizo retroceder y querer huir de ahí, tal vez por que algo en mi interior me decía a gritos que esta vez me había pasado, al girarme para correr, su mano sujetó mi brazo para detenerme, pero aún así no lo miré.
— Lo siento, jamás creí que eso te molestara.— suspiró.— pero prefiero callar esto a que me odies.
Aún sin mirarlo le hablé.— ¿Y por qué crees que te voy a odiar?. Ni siquiera te digas a decirme, no se por que más debería odiar de ti más que a tú estúpido silencio.
— Porque esto no es normal.— me respondió.
— ¡Nuestra convivencia pacífica no es normal!.— me giré para mirarlo.— así que lo que sea que me quieras decir... es más normal que esto que se está a punto de desmoronarse por tú desconfianza.
— ¿Desconfianza?, Pereza no es eso, no es que desconfíe, claro que tengo una confianza ciega en ti, solo que esto es algo que no puedo decir a la ligera.— me dijo con preocupación.
— Vamos Elián, escupelo. ¿Qué más podría dañar esta convivencia?. Así que lo que sientes no puede ser nada fuera de lo común.
— Pero yo...— dudó.
— ¿Tú?
— Ahg.— la presión que le había puesto hizo algo que no me esperaba, pero aún así no.me sorprendió tanto su que el ambiente era un poco tenso entre nosotros dos.–¡¡¡¿Si nada es normal, crees que lo que siento lo es?!!!, ¡¡¡este sentimiento supera por encima todo lo que crees!!.— me gritó en respuesta.
Cada palabra me confundía más y más, así que para aclarar todo le hice una pregunta que si bien respondía, aclararía todas mis dudas existentes que poco a poco consumían mi paciencia.
— ¡¿Y qué es lo que sientes y piensas?!.— le pregunté un poco exaltada.
— No puedo decirte, arruinaría todo como siempre lo hago.— me respondió mientras desviaba su mirada.
— ¡¿De nuevo con eso?!
— No es fácil...
— ¡Elián!. Si realmente confías en mí como yo comencé a confiar en ti cada ves que dormía frente a ti sin temor a que me atacaras... ¿por qué no puedes decirme?.— me liberé de su agarre.— si no me respondes me iré.
— Pereza... es que... yo...— suspiró.— se que te vas a molestar.
— Me molesta más escuchar tus escusas.— me crucé de brazos.
—Bien... te diré...
Quise relajarme, pero cuando el sol se ocultó su dolor salió a flote pero esta vez lo hizo caer al suelo y comenzar a retorcerse de dolor mientras se tocaba el pecho con ambas manos. Mi enojo aumentó al verlo en el suelo después de ese dolor, estaba ya estable pero aún así se quedó tirado a lo que yo solo tomé como un reto hacia mis palabras.
— Suerte con tus últimos días, Elián.
Le dije mientras me iba del lugar, cumpliendo la amenaza que le había hecho. Estaba cansada de no escuchar más que solo escusas, necesitaba tener su confianza si estábamos juntos en esa misión de hacerlo pasar sus días en felicidad. Mientras caminaba hacia el parque que se encontraba delante del bosque, escuché a lo lejos la voz de Elián quien solo me gritó algo que fue demasiado claro y me hizo detener.
— ¡¡Pereza, me gustas!!.
— ¡Y yo te odio por mentiroso!.— le grité en respuesta para comenzar a caminar hacia el parque.
Sin mirarlo solo caminé hasta el parque para después solo dirigirme al bosque, donde solo ingresé a la cueva donde se encontraba la entrada al inframundo.
Mi ser comenzó a sentirse lleno de ira, tal vez por mi que no sabia exactamente lo que me sucedía o por él que jugaba hacia de lo que quisiera con mis sentimientos, pero aún así necesitaba despejarme de esa broma de mal gusto.
— ¡Los arcángeles son estupidos!.— grité mientras golpeé la pared de la cueva.— todos son iguales, unos imbeciles, creídos por ser demasiados hermosos. Tal vez entiendo la envidia y coraje que les tiene el anciano.
Después de esa pequeña descarga emocional seguí con mi camino para ir hacia el templo de la deidad, donde afuera se encontraban mis demás compañeros a exepsion de Lujuria, quienes al verme solo comenzaron a reírse, menos Envidia una mujer de cabellos castaños vestida de pantalón n***o y una blusa del mismo color, e Ira un hombre que portaba un pantalón n***o junto a una camisa del mismo color y una corbata de rallas rojas con blancas.
— Pereza, se te ve muy irritada. ¿Acaso no dormiste mucho?.— me preguntó Ira.
— No, ¿algún problema maldito idiota?.— fruncí el ceño.— si no fuese por esa estúpida corbata y tu peinado ridículo pensarían que eres un simple charlatán que un pecado, bueno eso es lo que todos en este lugar pensamos.
— Alguien viene de mal humor.— está vez habló Envidia burlándose.
— Preferiría escuchar las idioteces de Lujuria que escucharte a ti, basura andante.— me acerqué a ella.— si te sigue molestando mi humor... mejor calla antes de que desfigure esa estúpida sonrisa que tienes.
— No peleen que no puedo disfrutar mi comida.— habló Gula, quien estaba comiendo pastelillos.— Ahg, la comida sabe mejor cuando se está en tranquilidad.
— No eres el único que le fastidian esos niños.— habló codicia quien se acercaba a Gula con la intención de arrebatarle uno de sus bocadillos.
— Idiota, soy mujer.— le aclaró Gula.— y aléjate de mi comida.— le dijo Gula, quien rápidamente se percató de las oscuras intenciones de su compañero.
El solo sonrió para después solo alejarse de Gula y comenzar a caminar a la salida, ya que le molestaba escucharnos pelear por una cosa insignificante, según él quien no estaba informado de la situación.
— Ahg, ya me voy, que Pereza y Envidia van a pelear otra vez.— habló Codicia mientras se dirigía a la salida del lugar.
— ¡Oye codicioso, llévate a esta estúpida contigo!
Al gritarle solo se giró y sin pensarlo dos veces tomé a Envidia del cuello de la camisa para luego lanzarla y quitarla de mi camino, provocando que cayera al suelo.
— Y mantengan a esa molestia lejos de mi... porque no querrán que las cosas empeoren.— los amenace mientras apuntaba hacia Envidia que aún se encontraba en el suelo mirándome.
Los 5 solo asintieron para luego permitirme dirigirme a mis aposentos, donde solo me lancé hacia las grandes y suaves almohadas, donde solo me acomodé para tomar una siesta sin interrupciones y sin ese molesto arcángel a mi lado.