Capítulo 2

1482 Words
Día 1 Al tener mi más preciada posición entre mis manos, solo dirigí mi mirada hacia el para hacerle una pregunta. — Oye, ¿te gustaría tener nombre?.— le pregunté. Aquella simple pregunta le hizo emocionarse, por unos momentos creí que estaba siendo sarcástico, pero al sentir el tacto de sus manos sobre mis hombros me di cuenta que no era así, el realmente estaba feliz por eso. Con cierto brillo en los ojos me pregunto;— ¿Cómo qué nombre crees que sería ideal para mi?. — Hmm, no lo sé. Debería buscar uno que quede con tu personalidad sentimental.— le respondí mientras me sentaba en la acera mojada por la lluvia que aún seguía presente.— o tal vez un nombre que sea de tu agrado. — No, creo que sea buena opción que yo elija mi propio nombre. Tal vez será mejor si buscas algo que quede con mi personalidad. Aún que no soy sentimental.— se cruzó de brazos. — Deberías recordar que lloraste más de una vez en un solo día.— le recordé. — No lloré por la nada, tengo mis motivos.— me miró preocupado. — Lloraste porque se burlaron de ti.— le volví a recordar. — Pero tengo problemas más grandes que eso.— desvió su mirada. — ¿Pisaste una flor?.— me reí.— ¿o viste una pelea entre dos humanos y solo viste sin intervenir con tu divinidad?. Huy, que grandes problemas pequeño arcángel.— le dije con un tono burlón. — ¡No!.— me miró a los ojos.— la verdad es que... les dije a mis compañeros y a la deidad de la luz sobre lo equivocados que estaban al catalogarlos a ustedes como peligrosos.— hizo una pausa para suspirar con pesadez y luego seguir con su explicación.— Además, te seguí hasta el inframundo o como ustedes lo llamen, donde tu deidad me descubrió. Al escucharlo mi corazón se detuvo por unos instantes, sabía que la deidad de la oscuridad era capaz de lastimar a quien no perteneciera al mundo de las tinieblas, y con más razón si osaban a entrar sin permiso. Verlo vivo frente a mi se me hacia imposible, pero aún así solo me quedé callada para seguir escuchando su historia para comprender su extraña situación, tratando de no quedarme dormida en el intento por culpa de mi pecado. — Cuando me descubrió me hizo esto que no se que es... El arcángel solo se levantó la manga de su túnica para mostrarme una quemadura en forma de brazalete, que tenía 10 líneas, a lo que entendí perfectamente su situación asi que traté de explicarle. — Es un.... buaa ahg.— bostezé.— una forma de castigo... es la más conocida por solo darle 10 días a las víctimas, pero en ese lapso de tiempo... buaaa ahg.— volví a ser interrumpida por mi propio bostezo.— quien tenga esa marca... tendrá diferentes grados de dolor... al principio... No logré quedarme despierta por más que quisiera, así que solo me dejé caer sobre la banqueta para dormir plácidamente aún que estuviese acompañada. Perdí la noción del tiempo y me importó poco que ese dolor de cabeza estuviese a mi lado, pero aún así no me impidió tener un reconfortante descanso gracias a que era muy dócil e incapaz de hacerme daño por más vulnerable que me encontrase, si no hubiese sido así ya no estaría desde hace mucho tiempo. Al despertar, lo encontré a mi lado. Me estaba observando y eso me pareció raro, aún que no me molestó en absoluto ya que me había acostumbrado a su mirada después de tanto tiempo de estar en mi área de trabajo. Sin más solo me levanté para sentarme y mostrarle lo que había en mi mano sin recordar lo que habíamos hablado antes de caer dormida. — Este es mi más preciado tesoro. — ¿Por qué me lo muestras?.— habló un poco preocupado. — Porque te prometí mostrárselo si dejabas de llorar, así que... este es mi brazalete de la suerte.— sonreí triunfante mientras le mostraba el objeto. Tal vez era muy simple, solo una cadena de plata con un dije de una flor hecha de rubíes, pero aún así amaba ese objeto. Por unos momentos creí que no me estaba presentado atención como los demás a quienes les mostraba mi brazalete, pero estaba equivocada, él me miraba con una leve sonrisa. Mi mirada se perdió en el brillo de sus ojos, verlo tan atento a cada palabra que salía de mis labios me hacía sentir feliz, algo que era extraño en mi. Al terminar de hablar, recordé la charla que habíamos tenido sobre su marca y retomé la explicación. — Solo tienes 10 días, cada día experimentarás un grado de dolor que poco a poco se intensificará hasta que llegues al décimo día... al anochecer... tu vida se extinguirá. — Ya sabía cuál era la preocupación de mi deidad.— trató de sonreír.— Sabía que iba a morir algún día por mi imprudencia y curiosidad, tal vez solo soy un arcángel defectuoso... por eso no tengo nombre aún.— me habló lleno de tristeza. — Tal vez serás imprudente pero... no eres un objeto para llamarte defectuoso.— lo miré a los ojos.— tu personalidad te hace diferente a los demás arcángeles, y eso es bueno... por que los demás son unos imbeciles. Para mí serás torpe pero no imbecil como tus compañeros y eso es algo bueno. — ¡¿Es un halago?!.— me preguntó lleno de emoción, este chico si que cambiaba rápidamente sus expresiones. — Tómalo como quieras...— le respondí sin tomarle importancia. Su rostro demostró sorpresa pero después de unos segundos comenzó a reír ante mi anterior comentario, me di cuenta de eso por que repetía una y otra vez como disco rayado la palabra "imbeciles". Era extraño, pero aún así tomé una decisión de la cual me arrepentiría. Quizá su actitud me hizo cambiar rápidamente mi forma de pensar hacia él, a lo que solo le sonreí para luego darle un leve empujón. — Oye, ya que no te queda mucho tiempo.— desvíe mi mirada.— ¿te gustaría que te acompañase?. Digo, si quieres. Además de que me gustaría ver con mis propios ojos lo que es capaz de hacer ese brazalete hecho por el anciano. Su risa se detuvo y un sentimiento de temor apareció en mi, no sabía porqué tenía miedo de escuchar su respuesta, pero aún así me quedé ahí hasta que sentí su mano en mi hombro. — ¡Claro!.— me respondió.— mi divinidad me dijo que pasara mis últimos días en la tierra para cumplir mi deber hasta mi último día. — ¿Deber?. ¿te refieres a tu trabajo como arcángel guardián?.— el asintió como respuesta a mi pregunta.— Eso es aburrido.— le respondí.— es mejor ir a divertirte, hacer lo que más quisiste.— sonreí.— vamos, piensa en algo. — Siempre quise estar acompañado por alguien como tú, así que ya cumplí uno de mis deseos.— sonrió. — Ayy, deberías hacer otra cosa.— me crucé de brazos.— suena aburrido y muy cursi, algo digno de alguien como tú.— suspiré.— es mejor ir a nadar... o no se que quieras hacer. — Primero quiero mi nombre.— mencionó mientras me tomaba de los hombros.— hoy es el primer día de mi castigo, así que quiero que me des un nombre. — Bien, bien.— lo miré a los ojos para analizar bien su personalidad, quería resaltar algo de él pero sin ofenderlo así que al tener algo que le vendría bien se lo di a conocer.— te llamarás... Elián. — ¿Elián?.— me preguntó.— ¿qué significa?.— me volvió a preguntar mientras arqueaba una de sus cejas. — No te lo diré.— le respondí mientras le daba la espalda. — Es injusto.— se cruzó de brazos.— te di la oportunidad de darme un nombre y ahora que me lo das no me quieres decir que significa.— hizo puchero.— que mala. — Te pondré a prueba. Si realmente mereces ese nombre... te diré lo que significa en el décimo dia.— me di la vuelta para verlo.— ¿qué te parece? — Bien, pero no quiero que me digas en mi lecho de muerte que es un nombre que me remarque una de mis debilidades. Seria muy cruel de tu parte.— me dijo para luego solo tomarme del hombro.— ¿me lo prometes? — Claro que sí, solo que deberás pasar mi prueba primero.— sonreí triunfante. Al decir eso solo me levanté de mi lugar para comenzar a correr mientras que Elián me seguía.
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