Capítulo 3

1449 Words
Día 2 Para no dejar a Elián solo en la tierra, me quedé a su lado. Es un poco extraño, no lo he visto dormir en las horas que he estado a su lado. Tal vez sea porque se duerme al mismo tiempo que yo pero eso sería ilógico ya que debería al menos percatarme de eso. Además de esa observación, noté que es muy diferente a los arcángeles que había visto anteriormente, no me ah intentado atacar mientras duermo como los otros. Bueno, dejando de lado eso, he decidido llevarlo al averno. Se que es una idea muy descabellada, además de que alguien con mi pecado no podrá defenderlo de los peligros, pero aún con mi condición, lo llevé para que experimente algo que los peones de la deidad oscura amamos hacer en nuestro tiempo libre. — Oye, Elián.— lo llamé.— ¿quieres hacer algo divertido?.— le pregunté mientras ocultaba mi felicidad. — Pereza, ¿acaso se te ocurrió algo para ayudarme a disfrutar los días que me quedan?.— se acercó a mi mientras me dedicaba una sonrisa llena de amabilidad. — Quiero mostrarte algo que es divertido para mi y mis compañeros.— lo miré mientras trataba de mirarme y escucharme un poco desinteresada. — ¡Esta bien!.— aceptó gustosamente con una gran sonrisa. No quería reírme por su actitud infantil, así que para no hacerlo llorar me contuve. ¿Quién en su sano juicio aceptaría algo sin saber exactamente lo que es, y aún más proviniendo de un pecado como yo? sí que es extraño. Sin decirle nada más, lo tomé del brazo y caminamos hacia el bosque que se encontraba cerca del pueblo para luego dirigirnos hacia una cueva, que al entrar en ella, el ambiente cambió drásticamente. Elián no se resistió al ver a donde nos dirigíamos, al contrario, se veía emocionado de tan solo ver la neblina y sentir el calor que desprendía el lugar. — Elián, ¿eres un buen corredor?.— le pregunté mientras caminábamos por el lugar. — ¿Por qué lo preguntas?.— me preguntó mientras sonreía. — Bueno es que solo te pregunto por que en cualquier momento puedo dormirme y no seré capaz de ayudarte a librarte de cualquier problema.— le respondí. — ¿Y eso qué tiene que ver?.— comenzó a reírse.— Pereza, soy suficientemente fuerte así que no te preocupes por mi.— escucharlo decir eso me hizo casi soltar una carcajada, pero me aguanté un poco para no hacerlo sentir mal.— además... yo no te dejaré en este lugar, si te quedas dormida te prometo que te llevaré conmigo. Llegamos juntos y nos vamos juntos. — Ahg, como lo odio. Esa estúpida sonrisa, su positividad y confianza me hacen sentir extraña, tanto que me gustaría ver su reacción de horror cuando lleguemos al lugar.— pensé mientras lo veía. Al salir del corredor, entramos a lo que era la entrada del averno, donde la diversión comenzaría, bueno la única que se divertiría sería yo. Aún tomándolo del brazo lo guíe hacia una colina a la que subimos para admirar el paisaje, esperando a que empezara la función. De tan solo imaginar su expresión me hacía sentir emocionada, tanto que quería que comenzara. — Y me dices aburrido.— me dijo mientras miraba a su alrededor.— pero aún así... esto es hermoso. Por culpa de la deidad oscura no lo pude apreciar, gracias por traerme a ver la belleza de tu lugar de origen.— me sonrió.— Siempre supe que había belleza hasta en las sombras. — Elián esto no es lo único que haremos, solo mira...— le mencioné mientras apuntaba hacia la lejanía.— prepárate. Le dije mientras veía cómo en la lejanía venía corriendo hacia nosotros el gran can que le pertenecía al dios de los muertos, tal vez mi deidad era alguien diferente a ese dios pero, el solo era la reencarnación de la oscuridad y el mal, mientras que el dios era solo el señor de los muertos. — ¿Ese no es... Cerbero?.— me preguntó mientras su mirada denotaba preocupación. — Sí.— le respondí con una leve sonrisa.— Cerbero es quien nos divierte a mi y mis compañeros.— le aclaré.— ¡así que corre! Le grité a Elián esperando a que corriera mientras yo lo veía escapar desde la cima de esa misma colina ya que siempre en estos juegos solo era la espectadora. Pero nunca esperé a que hiciera aquella acción, él me tomó de la mano para comenzar a correr hacia la salida. No sabía como reaccionar, bueno ni tiempo me dio para hacer algo respecto a eso. Sentir la calidez de su mano me distrajo, tanto que no vi no que había delante de mi y tropecé. Creí que seguiría corriendo como mis compañeros lo hacían, pero pasó lo contrario a eso, él se detuvo para ayudarme a levantarme y después inesperadamente me cargó en brazos. Traté de liberarme, pero él usó sus alas que nos permitió llegar más rápido a la salida. Al estar afuera de la cueva me sentó en una roca para después comenzar a revisar mi rodilla, pero al sentir su tacto, sentí una corriente que paso por mi cuerpo a lo que por reflejo le di una patada en la barbilla que provocó su caída. — Te lo buscaste.— le dije mientras lo veía de espalda en el pasto, me miraba con cierta confusión a lo que tuve que aclararle un poco lo que había sucedido.— te pasaste del límite, no esperes a que me disculpe. Le aclaré mientras me levantaba de mi asiento para luego tenderle la mano. — Pero eso no sicnifica que no te ayudaré a levantarte.— le sonreí. — Nunca me dijiste que había un límite.— me respondió mientras se acariciaba la barbilla por el golpe. — Claro que sí lo hice, te dije que no fueses demasiado confiado.— le dije mientras veía como aceptó mi ayuda. — ¿Ahora ser amable es malo?.— me preguntó mientras se sentaba en el pasto. — Recuerda que no estoy muy familiarizada con esos términos y tratos.— le solté la mano. — Me acabas de ayudar, así que es un gran paso para ti.— sonrío. — Y tu superaste a Cerbero, y por mucho. Jaja, jamás pensé que me involucrarías.— le di un codazo.— superaste a mis compañeros. Es un gran logro. — Ambos ganamos este día.— me sonrió.— tu estas comenzando a ser amable y yo...— se ruborizó.— recibí dos veces halagos de tu parte.— susurró, cosa que no escuché ni le tomé tanta importancia por el momento. — La próxima... trata de correr solo tu y no involucrarme de nuevo, ¿quieres?.— sonreí levemente. — Solo espero que no haya una próxima, casi muero de miedo al ver a ese gran perro... Ambos solo comenzamos a reír de tan solo recordar lo que había sucedido anteriormente, pero repentinamente su risa dejó de acompañar a la mía. Creí que había visto algo así que no le tomé importancia, pero al escuchar su suave quejido lo miré. — ¿Te sientes bien?.— le pregunté un poco confundida al ver su rostro. — Sí, solo es un leve malestar.— me respondió tratando de mostrarme una sonrisa mientras se llevaba las manos a su pecho. Sabía lo que le estaba ocurriendo, pero aún así decidí ignorarlo. Después de unos minutos su expresión de dolor desapareció, a lo que solo opté por buscar un tema de conversación sin involucrar a la deidad oscura, tema que fue relacionado con los gustos de Elián. — Siempre quise jugar con la nieve.— mencionó. — ¿Y por qué no lo haz hecho?.— le pregunté. — Porque tengo que estar centrado en proteger a los humanos.— me respondió. — Ahg, Elián. Por una vez piensa en ti mismo, solo te quedan 9 días. — Pereza, ¿por qué no vamos en el décimo día a jugar?.— habló con tristeza.— sería un gran recuerdo para mi. — Está bien, solo que... ahora piensa en lo que quieres hacer mañana, ¿o quieres que elija otra vez?.— me reí. — Después de este gran día... no gracias.— me sonrió. No entendía porque pero, a pesar de que solo llevaba dos días con él... me hacia querer ayudarlo a disfrutar sus últimos días de existencia... tal vez él pueda desaparecer este pecado de pereza que cargo, eso sería genial, quizás él pueda ser la cura de mí vida monótona.
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