Día 1
Aún no se como terminé quedándome a su lado, esperando a que me contase lo que le había sucedido, pero solo recibí su llanto. Según a la vista de los humanos eso sería muy cruel de mi parte pero... ¿qué podía hacer?, no estoy familiarizada con varios de sentimientos.
Estaba fastidiada de solo escucharlo sollozar, a lo que solo opté por terminar ese martirio al que me estaba sometiendo al no permitirme dormir. Soy un pecado con la mayor necesidad de descansar sin interrupciones, ¿por qué alguien como el tenía que ser el impedimento para ejercer la orden que me dieron desde que nací?.
— Oye, arcángel. Ya dime: ¿qué te sucede?.— me cruzé de brazos.— pero se rápido y directo, que tengo cosas mas importantes que hacer.
El de cabellos cobrizos sólo comenzó a limpiarse las lágrimas, y poco a poco comenzó a tranquilizarse para luego mirarme a los ojos. Se veía muy triste, pero para evitar sentirme incómoda cerré mis ojos para no verle la cara.
— Se que has de pensar... sniff.— desvió la mirada.— que solo soy muy débil y patético... snif... incluso que he caído demasiado bajo para hablar contigo.— suspiró.— vamos dilo y humillarme, ríete de mi, maltratame y hazme sentir insignificante...
— Callate y deja de poner ideas que ni siquiera han pasado por mi mente.— abrí los ojos para verlo.— ¿Crees qué alguien tan perezosa como yo tendría tiempo de pensar todo eso?.— él asintió.— vaya, tengo mejores cosas que hacer como... dormir.— fruncí mi entre ceja.— Además, no tengo la necesidad de hacerte sentir más mal de lo que ya te sientes, no sería satisfactorio por mucho que me gustase la idea... estoy cansada para hacer eso.
— ¿No piensas que soy patético?.— me preguntó.— por que siempre que me veías y te sonreía me respondía con una cara que reflejaba desagrado.
— Ahg, claro que no. Algunas veces pienso que eres un tonto entrometido por no dejarme trabajar, pero nunca se me ha atravesado por la mente llamarte patético.— le respondí mientras miraba con atención cada una de sus reacciones.— y por lo de mi expresión ante su sonrisa... es por que me molesta verte feliz solo por la nada, no tienes una razón concreta para sonreír y aún así lo haces... eso me desagrada mucho.
Sus ojos recuperaron el brillo, y su semblante alegre volvió rápidamente, cosa que me hizo entender que no había escuchado mis últimas palabras a lo que solo una cosa de él se me vino a la mente: "es raro, muy raro y distraído".
Cansada de su buen humor y brillo que irradiaba su aura, solo me levanté de la jardinera para irme del lugar, pero nuevamente me detuvo con una simple oración.
— Eres la única que no piensa que soy patético e inservible, y eso me hace feliz, saber que al menos alguien no piensa así de mí, a pesar de que no te importo.— suspiró.— Los humanos siempre nos culpan de lo que sucede, solo por que somos sus protectores
Al girar a verlo, noté que su sonrisa demostraba una pequeña pisca de tristeza, a lo que solo sentí un poco de compasión por él. A pesar de que se esforzaba por cumplir con su deber, nadie lo reconocía como a nosotros que nos felicitaba la deidad de la oscuridad.
Con la expresión neutra me posé a su altura para luego dedicarle unas palabras antes de irme, por que realmente necesitaba holgazanear, ya que si no lo hacía sentía que en cualquier momento desaparecería por no hacerlo.
— No entiendo como alguien como tú, no tienes reconocimiento alguno por sus hazañas a pesar de que ves por el bienestar de todo ser viviente.— suspiré.— mira, no dejes que lo que piensen los humanos te lastime, deja que hablen y tu duerme. ¿Sabes lo qué vales, o no?. Por que si no... te daría una bofetada para que entres en razón pero... es mucho esfuerzo y energía que malgastaría en alguien como tú.
Sin más solo me levanté para comenzar a caminar por las calles llenas de charcos, el aire jugaba con mi largo vestido n***o sencillo y con mi cabello, mientras que la lluvia me empapaba ligeramente. Me sentía muy bien, hasta que sentí una calidez que me rodeaba. En esos momentos la lluvia dejó de mojarme y mi estómago comenzó a revolverse, y sabía bien por que mi cuerpo reaccionó así, y eso me molestaba.
— ¿Ahora qué quieres?.— le pregunté un poco irritada.
— Solo vine a evitar que te enfermes por la lluvia.— me respondió mientras me cubría con una de sus grandes alas.— sería una lástima que alguien como tú se enferme.— me sonrió con ternura a la vez un leve rubor cubría sus mejillas.
— Mira, no puedo enfermar porqué soy solo una representación de un pecado. No soy una humana que simplemente puede verte.— me separé de él que a su vez su dulce expresión desaparecía de su rostro.— al igual que a ti... nadie puede verme, soy como un fantasma en medio de los humanos.
— Ah, tienes razón.— habló avergonzado.
— Arcángel, ve a cuidar a otros humanos. Que yo iré a contagiarlos de pereza.— sonreí levemente al verlo tratar de esconder su vergüenza por olvidarse de nuestras posiciones en este mundo.— pero te quiero lejos de mi.
Comencé a caminar lo más rápido que pude para alejarme de él, pero cada que me giraba para ver hacia atrás lo veía a casi 3 metros de distancia de mi. Realmente me estaba cansando tenerlo detrás de mi, como si fuese mi sombra.
— ¿Te gusta hacerme la existencia imposible?.— pensé mientras lo veía de reojo.— te dije que no te quería cerca de mi.
Quise ignorar su presencia pero cada que hacía que una persona cayera ante la pereza, rápidamente volvía en si y con mucha más energía de la que demostraba.
— Este día será más largo de lo habitual.— dije para mi misma.
Después de unas horas con la misma situación tanto climática como personal, me levanté del suelo para ir directamente hacia mi rival para confrontarlo, de por si era cansado tenerlo a casi 15 metros lejos, ahora era más al tenerlo a 3 metros.
— ¡No se porqué me estas siguiendo, pero ya basta!. Tu sola presencia me agota.— le grité mientras le mostraba mi puño.
— L-lo siento.— se disculpó.— no creía que te estorbaba.— desvió la mirada.— tú amabilidad me hizo sentirme seguro...por eso te seguí.
— Ay no, no me vengas con eso, esas son mentiras. Sabes bien que no fui amable en ningún momento, solo estás tratando de ver solo lo que quieres.— bajé mi brazo.—Solo dame una razón por la cual me sigues, tal vez así no me enoje más de lo que ya estoy contigo ...
Le dije mientras esperaba una respuesta de su parte. Pero solo recibí su llanto, ¿qué le sucedía a ese tipo para que llorara así?. Nuevamente solo le volví a preguntar sobre lo que le pasaba, a lo que solo me miró por unos momentos para luego hablar.
— La deidad de la luz y mis compañeros se burlaron de mí.
Al escucharlo, de mis labios salió una carcajada que no pude evitar. ¿Así de sentimental era un arcángel?, era lo que me preguntaba en esos momentos, bueno eso fue hasta que nuevamente comenzó a llorar más.
— ¡Ay no!. ¡Que tonta soy!, sabia que debía aguantarme la carcajada si no quiero alargar el tiempo que estoy pasando con él.— pensé al verlo llorar con más sentimiento.
Traté de tranquilizarlo mientras le trataba de mostrar a alguno que otro humano que pasaba por ahí, pero fue inútil, bueno eso fue hasta que se me ocurrió una idea.
— Oye, ¿has escuchado algún rumor de los pecados?.— mientras se limpiaba las lágrimas me miró y negó en silencio.— pues, cada uno tenemos innumerables tesoros en nuestra posesión, son nuestro p**o por el trabajo que hacemos todos los días.— sonreí levemente.— y en ese tesoro, tengo algo especial que te mostraré si dejas de llorar y me cuentas el porqué se burlaron de ti. Pero que sea una explicación rápida porqué tengo que holgazanear tal y como lo dice mi pecado.
Nuevamente se borró cada rastro de lágrimas y se tranquilizó, realmente parecía más un niño que un arcángel.
— Oye, arcángel. Antes de mostrarte mi más grande posesión... ¿tienes un nombre?.— le pregunté mientras me comencé a descubrir la manga del vestido.— es que me incomoda llamarte arcángel.
— ¿Nombre?. No tengo.— desvió la mirada.— soy un Ángel que subió hace poco de rango, aún no tengo nombre asignado. ¿Y tú?
— Solo me llaman pereza.— le respondí sin verlo.
— Al menos tienes un nombre que te diferencia de los demás.— me sonrió con melancolía.
— Oye, ¿te gustaría tener un nombre?.— le pregunte mientras devolvía mi mirada hacia él.