¿Ahora cómo me excuso? Caminaba conmigo del brazo y sentía que su orgullo sobrepasaba su ego. Miraba el porte de ese hombre y me preguntaba ¿Qué lo habría llevado a meterse en ese mundo peligroso? De no ser por ese diente raro y las lentillas diabólicas que usa diría que era atractivo, claro está; jamás como mi Edrien. —Intenta sonreír ¿Quieres? Trata de relajar tu cuerpo porque estás tensa y nadie debe sospechar que estás aquí por la fuerza. —mencionó dibujando una sonrisa. Sentí que el pecho se me comprimió y quise patearlo en sus partes o ahogarlo con mis propias manos. Restregaba las manos con furia, pero debía controlarme. Ahora no podía explotar, tendría que morderme la lengua y contener el enojo que se precipitaba a salirme por los poros. —Maldita sea, que sonrías. —ordenó. Pe