Siempre hay una salida. Nadie respondía a mis llamados de auxilio así que mi bienestar solo dependería de la forma como pudiera lidiar de forma inteligente con esa situación. Sentí un empujón que me chocó contra la pared del baño y enseguida me tiraron del cabello, en ese instante un fuerte golpe en mi antebrazo me sorprendió. No tenía que pelear contra las demás chicas, sino contra la que estaba armada, así que fingí estar asustada espere el momento oportuno y le di una fuerte patada en su zona íntima. Le quité el metal y ahora era yo quiero podía golpear a la que se atreviera a enfrentarse. Mis demonios se me salieron y me transformé, de no ser porque pensaba en mi viaje a Estados Unidos; pues estaba convencida de que saldría seleccionada, las habría molido a golpes y les habría hech