Las manos de Paula empezaron a temblar y sudar ante aquel cuestionamiento, su corazón palpitó con fuerza descomunal, su mirada se llenó de angustia. Juan Andrés notó como palideció, percibió su temblor y hasta tuvo miedo de que fuera a desmayarse como solía ocurrirle. —Si no te sientes lista para hablar, lo entiendo —dijo el joven con voz pausada. Paula se quedó en silencio, no era sencillo para ella hablar de ese tema, sin embargo, recordó que sus días estaban contados, y que si él se iba a quedar a cargo de su hijo debía conocer la verdad. —Yo… te voy a contar todo. —Mordió su labio inferior—, pero necesito que antes me jures que no se lo dirás a nadie, porque la vida de Christopher puede correr serio peligro. —Lo miró con angustia. El semblante de Juan Andrés cambió por comple