El bus llegó y de nuevo Juan Andrés subió con el pequeño Cris en brazos, observó los asientos llenos, y ningún hombre se levantaba a cederle el lugar a Paula. —Parece que ya no existen caballeros —refunfuñó. —¿Acaso no les enseñan normas de educación? —indagó a viva voz. Paula abrió los ojos de golpe, se estremeció cuando un sujeto con un gran machete en un costado se aproximó. —¿Y quién nos va a enseñar eso, gomelito, acaso vos? —indagó y acercó su rostro sucio al joven. Andrés frunció la nariz, el hombre apestaba a aguardiente. —Pues sí, no está de más aprender. —Ya no sigas —suplicó Paula en voz baja, lo tomó de la mano, sentía su pecho agitado. —Hazle caso a tu… novia. —El sujeto devoró con los ojos a Paula—, mamacita, estás bien rica, dame tu dirección, y te hago un hijo