Juan Andrés acomodó sobre los dos platos, las hamburguesas con doble carne, y queso azul, inhaló ese exquisito aroma, y se le hizo agua la boca. Sacó de las cajitas las patatas fritas y las colocó en cada plato. —Eso se ve riquísimo —dijo Cris, y se lamió los labios. Juan Andrés sonrió al ver al pequeño, le acarició el cabello. —Y sabe delicioso, a ti te pedí una sorpresa. —Miró al niño. Cris abrió los labios, sus ojos se iluminaron. —¿Qué sorpresa? —indagó con curiosidad. Juan Andrés sacó de una bolsa grande, una cajita pequeña, impresa con dibujos. —¿Qué es? —cuestionó el niño. —Es una cajita feliz —contestó Andrés—, ábrela. El pequeño con sus manitas la abrió, inhaló el aroma de su hamburguesa, y saboreó con su lengua los labios. —Huele muy bien —expresó, y sacó su c