Paula salió del laboratorio, tenía el brazo doblado a la altura del hombro, y con la mano sostenía un algodón sobre su vena. —Fue el último examen —avisó a Paz—, gracias por acompañarme, imagino que usted tiene cosas más importantes que hacer —se disculpó apenada. —Tranquila, no te iba a dejar sola —mencionó y suspiró profundo. Paula notó que desde el instante que apareció Sergio, el semblante de la señora Duque, cambió. Estaba por preguntarle qué le sucedía cuando el especialista apareció. —Las estaba buscando, debo entrar a una cirugía y revisaré tus resultados en la tarde Paulita —expresó y la observó con atención. Paz se aclaró la garganta. —¿Y tenemos que venir en la tarde? —cuestionó. —Sí, pero ya no es necesario que venga señora Paz, hablaré con Paula sobre su tratami