X

190 Words
Mis padres nunca llamaban a casa, ni mis tías o primos, por eso nadie sabía lo que pasaba. Pero sabía que me dirían, lo escuchaba: "eres una esposa, una acompañante, debes estar para él, siempre". El divorcio no estaba bien visto en mis familiares, no quería ser la paria de la sociedad. ¿Qué iban a pensar de mí? Aún teniendo motivos, para nadie pesarían tanto, serían tonterías mías. Además, nadie más me amaría, nadie más querría quedarse con una mujer estéril y muy inútil. No tenía salvación. Zeus fue unas cuantas veces a la casa cuando tú no estabas, yo no abría la puerta, tenía mucho miedo, él me hablaba pegado a la puerta y me preguntaba cómo estaba, cómo me sentía, si comía o me duchaba; tocaba con mi dedo dos veces para sí y una para no la madera de la puerta. Ni siquiera quería hablar, el miedo me tenía la garganta seca. Un día Zeus me dejó una carta, pero no me había dado cuenta... Tú sí y otra vez, pensé que moriría. Pero lo fuiste a buscar a él y tuve aún más miedo. 7 de Noviembre de 2003.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD