Ella estando ahí abajo con su mirada puesta en él, solo asintió con su cabeza, porque no podía negar que aquel pelinegro a pesar de que era cuatro años menor que ella, imponía mucha autoridad y daba algo de miedo no solo por su gran estatura y gran cuerpo, si no por su actitud. Por lo tanto, ella arrodillada caminó hasta aquella mesa de noche, y él frotándose con una de sus manos siguiéndola con la mirada caminó detrás de ella. Luego, la mujer abrió la pequeña gaveta de esa mesa de noche, y teniendo a Ivanno frente a ella frotándose su gran virilidad sobre su cara, abrió el pequeño empaque con sus dientes y luego al sacarlo tomó “la anaconda” del pelinegro y comenzó a ponérselo. Después, ella con su boca, lentamente cubrió aquella gran virilidad con el látex de ese preservativo. Seguida